A los directores de escena les piden que
tengan ‘ideitas’, si no, no son respetados ni en la profesión ni por la crítica
especializada. Poner en escena sin más, interesándose por lo que sucede según
el libreto y en concordancia con la música, no se le pasa por la cabeza a
nadie, y si algún/a director de escena lo intentase, ninguna casa de ópera le
volvería a llamar. Es como si a los directores de orquesta les pidieran que
cada vez hagan algo que los distinga de los otros: ¡Qué sé yo !
Introducir muchos calderones espúreos, o acelerar siempre cuando no toca, o
meter siempre un banjo en las orquestaciones, o sonorizar la orquesta (hay en
efecto un director musical que lo hace)... Así, hasta el más tonto podría
decir : "Ah sí, dirigía fulanito, con sus maravillosos toques
de guitarra eléctrica por todas partes". Pues con la dirección de…
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