Discos

Viaje entre dos mundos

Maruxa Baliñas
jueves, 26 de enero de 2023
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Transatlantiques. Anne-Sophie Bertrand, arpa. Germaine Tailleferre, Sonata para arpa. Maurice Ravel, 'Alborada del gracioso' de Miroirs [arreglo de A-S Bertrand]. Carlos Salzedo, Variations sur un Thème dans le style Ancien Op 30. Sergei Rachmaninoff, Etude-Tableau in G minor Op 33 nº 7 [arreglo de A-S Bertrand]. Paul Hindemith, Sonate fur Harfe. Elliot Carter, Trilogy 1. Bariolage. Bela Bartók, Romanian Folk Dances [arreglo de A-S Bertrand]. Alexandre Tansman: Prelude en forme de Blues nº 1. Gabriel Fauré: Impromptu pour Harpe op 86. Annette Schumacher, productora. Manfred Schumacher, ingeniero de sonido. Un disco de 65 minutos grabado los días 30 de agosto y 1 de septiembre de 2021 en el Kulturzentrum Immanuel de Wuppertal (Alemania). Ars Produktion Schumacher, 2022. ARS 38 333
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La arpista francesa Anne-Sophie Bertrand presenta su último disco con un curioso título, Trasatlánticos, que con la excusa del viaje realizado por Ravel a EEUU en 1928 -en el trasatlántico Paris- y otros viajes de compositores e intérpretes de los años 1920, le permite plantear un repertorio de una de sus épocas favoritas, los años de entreguerras (1918-1939). 

Estos viajes se enlazan además con la propia historia personal de Bertrand, nacida en París de una familia franco-estadounidense con significativos cruces Europa-América-Europa en su historia familiar. 

No es este el primer disco que Bertrand, la arpista principal de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Frankfurt, ha dedicado a la música de esta época, uno de sus principales intereses junto con la creación actual. 

En su anterior disco, Jeux de création (Naxos, 2021), incluye obras de André Caplet (1878-1925), Debussy, Ravel y Fauré. Y en la mayoría de sus discos anteriores, sean a solo o en colaboración con otros intérpretes, también es habitual que aparezca música de los años de la Belle Époque o de Entreguerras, sobre todo francesa. 

El disco Transatlantiques alterna obras escritas para arpa con algunos arreglos realizados por Bertrand misma sobre obras de la época. Lógicamente las obras originales son más interesantes, entre otras cosas por ser menos conocidas. 

Por ejemplo es raro escuchar, fuera del ámbito francés, la Sonata para arpa (1957) de Germaine Tailleferre (1892-1983) o el Impromptu pour Harpe op 86 (1904) de Gabriel Fauré (1845-1924). Me interesó especialmente la Sonata de Tailleferre, que resulta muy intemporal en su lenguaje: es de 1957 como podía ser de 1920 o de 2020. 

Carlos Salzedo (1885-1961) o Alexandre Tansman (1897-1986) son compositores que gozaron de popularidad en su época, pero ahora se han convertido en auténticas rarezas, por ello doble placer sus Variations sur un Thème dans le style Ancien Op 30 (1911) y Prelude en forme de Blues nº 1 (1937), respectivamente (aunque eché de menos que -con este título de disco- Bertrand no se animara con la Sonatine transatlantique que Tansmann compuso en 1930, para piano al igual que los tres Preludes en forme de Blues). 

En este mismo grupo de obras se puede incluir también la Sonata para arpa de Hindemith, compuesta en 1939 cuando el compositor estaba preparando su traslado a EEUU desde su exilio suizo. Es la única obra para arpa sola de Hindemith, está dedicada a la arpista Clelia Gatti Aldrovandi (1901-1989), muy activa como concertista a ambos lados del Atlántico en los años 1920 y 1930 y destinataria también de obras de Nino Rota o Casella, y parece tener una melancolía teñida de miradas al pasado y la propia tradición musical de Hindemith que resulta fascinante (creo que es la obra que más escuché del disco, junto con Bariolage).  

Lo que menos me interesó del disco fueron las piezas arregladas por Bertrand. Resulta curioso escuchar estas obras con el timbre del arpa, en vez del piano, pero en realidad aportan poco. Supongo que el principal motivo de Bertrand para incluirlas en este disco fue estético, enlazaban con sus intereses y le permitían mostrar facetas de la música de los años 1920 que no encontraba en piezas originalmente arpísticas. 

Quizá la que menos me convenció fueron las Danzas populares rumanas (1915) de Bela Bartók, un compositor que también hizo un viaje trasatlántico vital -su exilio a EEUU en 1941- que acabó siendo definitivo, pero esta no es una obra especialmente significativa de su estilo porque si bien se basa en música tradicional de Transilvania, tienen poca de la elaboración que Bartók sabía realizar sobre estas melodías tradicionales y que es su sello característico

Más interesantes me resultaron los arreglos de la Alborada del gracioso de Ravel -que en su versión orquestal tiene un considerable protagonismo del arpa, y del Etude-Tableau en sol menor Op 33 nº 7 de Serguei Rajmaninov (otro ilustre exiliado a EEUU desde Francia, país al que quiso regresar tras la 2ª Guerra Mundial, aunque acabara haciendo su casa en Suiza), porque en ambos casos la adaptación al arpa de unas obras tan característicamente pianísticas despierta curiosidad y no suenan nada mal aunque sean muy distintas de las pianísticas. 

He dejado para el final Bariolage (1992) de Elliot Carter, una obra que se sale ampliamente del ámbito cronológico de este disco pero que se incluye seguramente porque es un homenaje explícito y declarado de Carter a su amigo y mentor el gran arpista Carlos Salzedo, además de una reminiscencia del impresionismo tardío que Carter conoció en Francia durante sus estudios con Nadia Boulanger entre 1932 y 1935. 

Sólo me queda añadir que Bertrand es una arpista de precioso sonido y sobre todo una musicalidad -fraseo, dinámicas, sentido dramático- que convierten en un placer la audición de este disco, que se hace variadísimo, a pesar de la cercanía cronológica de las obras recogidas. 

Aunque la crítica musical institucional haya pretendido durante mucho tiempo plantear esta etapa de Entreguerras como una preparación de la música posterior, centrándose en los aspectos que llevaban a las Vanguardias de Posguerra, es en realidad una época de muchísima innovación y variedad, con unos compositores muy conscientes en su mayoría de la necesidad de llegar a los nuevos públicos que creaba el apogeo de la música popular urbana (música de consumo, cinematográfica, radiofónica, de cabaret o café, etc.) y por lo tanto dispuestos a 'ponerse las pilas' para resolver esta crisis de público: lamentablemente el nazismo y el estallido de la 2ª Guerra Mundial cortaron este proceso y las décadas de Posguerra vieron un alejamiento e incluso lucha abierta entre la música para salas de concierto y para otros ámbitos, que se ha mantenido hasta hace muy pocos años (aunque a lo largo de estos más de cincuenta años muchos compositores e intérpretes desde ambos ámbitos tendieran puentes más o menos exitosos). 

Escasas pero interesantes las notas del disco, escritas por la propia Bertrand y presentadas en alemán, inglés y francés. Calidad técnica superior a lo habitual en la grabación del disco e incluso en su presentación (¡por fin una caja de cd que no se rompe fácilmente!). 

En resumen, un disco muy recomendable y que -al contrario de otros que he ido comentando- es reciente. Salió al mercado en septiembre de 2022 y tiene un precio de venta que supera un poco los 20€. 

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