Francia

Ópera de París

Pretencioso en vez de inteligente: Hamlet en París

Francisco Leonarte
viernes, 24 de marzo de 2023
Warlikowski, Hamlet © 2023 by Bernd Uhlig / OnP Warlikowski, Hamlet © 2023 by Bernd Uhlig / OnP
París, sábado, 11 de marzo de 2023. Opéra National de Paris (sala Bastille). Hamlet, ópera en cinco actos. Música de Ambroise Thomas. Libreto de Jules Carré y Michel Barbier, basado en la obra de William Shakespeare. Puesta en escena de Krzysztof Warlikowski. Decorados y trajes de Malgorzata Szcessniak. Luces de Felice Ross. Video de Denis Guéguin. Coreografía de Claude Bardouil. Dramaturgia de Christian Longchamp. Con Ludovic Tézier (Hamlet), Lisette Oropesa (Ophélie), Eve-Maud Hubeaux (Gertrude), Nicolas Teitgen (Claudius), Julien Behr (Laërtes), Clive Bayley (spectre du roi défunt), Frédéric Caton (Horatio), Julien Henric (Marcellus), Philippe Rouillon (Polonius), Alejandro Baliñas Vieites (premier fossoyeur), Maciej Kwasnilowski (second fossoyeur). Coros (director del coro, Allessandro di Stefano) y orquesta de la Opera National de Paris. Dirección musical, Pierre Dumoussaud
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Es increíble la capacidad que tienen ciertas casas de ópera para meter la pata. Y lo hacen con un empeño y una obcecación que podrían parecerme admirables si no me reventasen tanto. Puede que la palma se la lleve la Ópera de París, que parece quererse mostrar más torpe cuanto mayor es el empeño.

¿Obra maestra del repertorio francés? ¿Producción que ha de ser sonada para que el título vuelva al repertorio con todos los honores internacionales? No se preocupen ustedes, la Ópera de París tiene la formula mágica para que todo el público considere que la obra es una birria y que nunca más se vuelva a presentar en esta casa.

Ya pasó con Los hugonotes, en que además de una puesta en escena tontorrona los cantantes eran en su mayoría perfectamente incadecuados. Y el público salió con la inevitable sensación de que aquello era un truño de los gordos (¡a pesar de la maravillosa genialidad de la partitura de Meyerbeer!).

Había pasado antes con otra obra sensacional La juive, merced a una puesta en escena perfectamente insulsa y sin emoción y un cantante principal en declive. Y aquello terminó por pasar sin pena ni gloria (eso sí, de Mortier dijeron que era muy osado por haber programado un título que ya había programdo la Ópera de Viena y que empezaba a volver a ponerse de moda...)

De hecho ni una ni otra se han vuelto a programar ... Pero la Casa no aprende.

Le tocaba el turno a un operón, Hamlet, de Ambroise Thomas. Hamlet ha tenido mejor suerte en París que La juive o que Les Huguenots, porque la Opéra-Comique (que es casa que sí sabe hacer bien las cosas) hace unos cinco años lo programó con una distribución espléndida (Stéphane Degout no tiene nada que envidiarle a ningún cantante sobre la tierra, y Sabine Devielhe reúne técnica, inteligencia, encanto y sentido teatral) con una puesta en escena muy inteligente de Cyril Teste que utilizaba las modernas tendencias de la puesta en escena (vídeo, actualización, etc) a favor de la emoción y siempre al servicio de la obra teatral y musical.

El éxito de Hamlet en Opera-Comique fue arrollador, y la temporada pasada, sin ir más lejos, volvió a ser programada en el mismo teatro con igual o mayor éxito. Y todos volvimos a salir de allí más que emocionados después de haber vibrado y llorado como magdalenas...

‘Hamlet’ de Thomas. Dirección musical, Pierre Dumoussaud. Puesta en escena, Krzysztof Warlikowski. París, Opéra National de Paris (sala Bastille), marzo de 2023. © 2023 by Bernd Uhlig / OnP.‘Hamlet’ de Thomas. Dirección musical, Pierre Dumoussaud. Puesta en escena, Krzysztof Warlikowski. París, Opéra National de Paris (sala Bastille), marzo de 2023. © 2023 by Bernd Uhlig / OnP.

Pues bien, la Ópera de París (distinta, como ven, de la Opéra-Comique aunque ambas tengan sede en París) hace unos meses anunció a bombo y platillo que «por fin Hamlet volvía a la Ópera de París» (después, eso sí , de innumerables producciones como decimos en París mismo, pero también en Barcelona, en el Met, en Bruselas, etc etc. Es decir, que de acto de valor, poquito o nada).

Bueno, no va a ser servidor quien se queje de que una obra maestra vuelva a ser representada (aunque tarde) en la casa para la cual fue concebida. Pero desués de tantas estupendas producciones, hubiera sido la ocasión para que la Ópera de París demostrase su poderío con una producción sin cortes y tirando la casa por la ventana.

Llama entonces la Gran Tienda (como llamaban Verdi y sus contemporáneos a la Ópera de París) a la soprano coloratura más de moda (magnífica Lisette Oropesa que ya les había salvado de la mediocridad más absoluta en Los hugonotes mencionados) y al barítono más conocido del actual panorma francés, el internacional Ludovic Tézier. Un director relativamente joven y otros intérpretes menos conocidos pero que pueden ser solventes. Bien. Musicalmente la cosa presenta bien.

¿Pero a quién llaman para la puesta en escena? A «Warlikowski Lacagowski», el director de escena mimado de la casa, el que es considerado un enfant terrible (todavía después de más de veinte años) de la puesta en escena. ¿Y qué sale de aquello? Pues truño y medio, como no podía ser menos.

¡Este Warlikowski Lacagowski (lo de Lacagowski se lo añado yo, no lo puedo evitar) es tan previsible! ¿Le piden que monte Iphigénie en Tauride? Pues toda la ópera pasa en una residencia de ancianos. ¿Le piden que monte el Rey Roger? Pues la obra pasa en una residencia de ancianos. Adivinen ustedes dónde pasa su montaje de Hamlet... Pues la cosa está entre residencia de ancianos y residencia para enajenados mentales (cosa que ya teníamos en su Don Carlos, otra metida de pata de la Ópera de París...).

Como es costumbre en Warlikowski, los contrasentidos son innumerables, pero ¿quién va a tener razón, el mentecato de Shakespeare con sus chiquilicuatres de Thomas y Barbier y Carré, o el gran genio creador, el artista inefable que es Lacagowski ?

Sea cual sea su respuesta, amable persona que esto lee, sea cual sea la respuesta del público, el director de la Ópera de París sabe que Warlicagowski es infinitamente superior. Y sin duda por eso seguirá encomendándole los platos fuertes de la temporada. A él y a los demás de su calaña.

Porque si no, yo no lo entiendo. Llamo a un fontanero. El fontanero me dice que lo ha resuelto todo, pero por culpa de su instalación los vecinos tienen goteras, la luz no funciona y el suelo chirría. ¿Voy a seguir llamando al miso fontanero una y otra vez ?

Y eso que ni el público ni la crítica (salvo la crítica apesebrada y domesticada, claro está) defienden a Lacagowski, Sólo lo defienden los directores de Casas de Ópera. Y el de París, el primero. En fín.

Teitgen y Hubeaux en ‘Hamlet’ de Thomas. Dirección musical, Pierre Dumoussaud. Puesta en escena, Krzysztof Warlikowski. París, Opéra National de Paris (sala Bastille), marzo de 2023. © 2023 by Bernd Uhlig / OnP.Teitgen y Hubeaux en ‘Hamlet’ de Thomas. Dirección musical, Pierre Dumoussaud. Puesta en escena, Krzysztof Warlikowski. París, Opéra National de Paris (sala Bastille), marzo de 2023. © 2023 by Bernd Uhlig / OnP.

Pasemos por alto todo lo que induce a confusión en esta penosa puesta en escena (flash-back de veinte años, familia de bailarines que pierden a un ser querido, loco que va y viene durante ciertas arias, gran vídeo del padre-payaso que uno no sabe qué pito toca, que el padre vaya vestido de payaso blanco, decorado único que acaba por crear hastío y confusión puesto que todo pasa en un asilo psiquiátrico o geriátrico o los dos, simpleza en los movimientos corales, que la madre parezca más joven que el hijo y que la novia a pesar del traje de colegiala japonesa que le endilgan a esta...) y centrémonos en lo que directamente afecta a los cantantes en esta insalvable puesta en escena: Espacios completamente abiertos que impiden a los cantantes matizar sus frases, falta de progresión dramática que impide la evolución psicológica del personaje (con la consiguiente monotonía en la expresión de Tézier), pésima dirección de actores (es la primera vez que escuchamos a Tézier pegarle a las consonantes como en la ópera verista para intentar darle fuerza a su interpretación, y la pobre Oropesa se pasa sus arias y dúos corriendo de un lado a otro sin que sepamos por qué), obligar a la pobre Eve-Maud Hubeaux a fumar cigarrillo tras cigarrillo durante su interpretación (sí, cuando el director de escena no sabe qué hacer, pide a los cantantes que fumen, y así la cosa parece más moderna), falta absoluta de magia en la aparición del espectro...

Bueno, dejemos de hablar de esta puesta en escena insufrible y vayamos a la música, que es lo que de verdad nos importa.

Dirección musical

Desde los primeros acordes uno siente que hay un director de orquesta. La forma en que el sonido toma amplitud, los matices que la orquesta logra dar en apenas unos compases, dejan presagiar que puede ser una gran representación.

En efecto, a pesar de contar con una orquesta grande (seis contrabajos, siete violonchelos...) Pierre Dumoussaud al podio logra que nunca la orquesta avasalle, y deja siempre espacio a las voces. Es más, la orquesta canta también. Y matiza, y tiene acentos que no habíamos escuchado en otras ocasiones. Y hay -cuestión fundamental- teatralidad. La Orquesta de la Ópera de París, como de costumbre, sonido sedoso y firme. Y en cada pupitre, un maestro.

El coro, contundente. Pero qué lejos queda el magnífico coro, Les élements, lleno de gracia, que cantó en las representaciones de Opera-Comique citadas, y que entendía cada una de sus intervenciones de forma distinta. Aquí, el Coro de la Ópera de París canta (todo) con un volumen muy impresionante. Sus agudos son todavía mejorables.

Cantantes condicionados por la puesta en escena

Los comprimarios son buenos. Baliñas, que espero que haga una buena carrera porque tiene material para ello, parece poco a poco mejorar la articulación de su francés, pero todavía tiene trabajo por delante. Aunque, durante el dúo de enterradores (aquí trabajadores de la morgue) la atención del espectador no se centra ni en su voz ni en la de Kwasnilowski, ni en la música ni en el texto, sino en una familia de bailarines que nada tienen que ver con la trama y que descubren que uno de ellos ha muerto...

Frédéric Caton como Horatio y Julien Henric como Marcellus cumplen de sobra con sus papeles. Clive Bayley, al que hace poco le escuchamos un buen Swallow en Peter Grimes, queda aquí deslucido con su disfraz de viejo payaso, su voz carece de autoridad, faltan los graves y no impresiona como espectro. Lástima.

Julien Behr como Laertes podría tener alguna dificultad al ser su voz la de menor calibre de todas, pero Dumoussaud lo mima como al resto. Tiene el estilo, tiene valor. Cumple también de sobra.

Bayley, Tézier y Hubeaux en ‘Hamlet’ de Thomas. Dirección musical, Pierre Dumoussaud. Puesta en escena, Krzysztof Warlikowski. París, Opéra National de Paris (sala Bastille), marzo de 2023. © 2023 by Bernd Uhlig / OnP.Bayley, Tézier y Hubeaux en ‘Hamlet’ de Thomas. Dirección musical, Pierre Dumoussaud. Puesta en escena, Krzysztof Warlikowski. París, Opéra National de Paris (sala Bastille), marzo de 2023. © 2023 by Bernd Uhlig / OnP.

Sobre Teitgen he podido en ocasiones formular reservas por falta de agudos y de graves, pero parece que va solucionando sus problemas puntuales con las notas extremas. Eso, unido a una voz amplia y voluminosa, así como su sentido del personaje (que Warlacagowski no modifica demasiado, por suerte) le permiten dar sentimiento a su aria, y matices, resultando uno de los momentos más conmovedores del espectáculo.

Se lleva también el gato al agua Eve-Maud Hubeaux, cantante relativamente joven que ya teníamos ganas de escuchar en directo después de haber oído hablar tan requetebién de ella. Y no es para menos. Voz importante, sentido dramático, frescura del instrumento (aunque esto podría entrar en contradicción con el personaje mismo de Reina-madre), agudos valientes (su particella se las trae) ... Cierto, utiliza con profusión la voz de pecho, pero quien esto escribe nada tiene contra la voz de pecho ... Y da mucha emoción.

Lisette Oropesa se ha izado por derecho propio hasta el estrellato de la lírica, y no creo que haya soprano coloratura más solicitada que ella en estos momentos. Su cantó rozó la perfección: buen volumen, agudos seguros, voz cristalina, un bonito vibrato que la hace correr, coloraturas impecables... Sólo que Lacagowski deja toda la escena abierta, y con eso no hay cantante que se arriesgue a hacer mezzavoce ni filigranas, so pena de no ser oído al fondo de una sala tan grande como Bastille.

O sea, que Oropesa canta todo y muy bien, pero se cuida de dar matices. Máxime cuando Lacagowski le hace cantar su primer aria yendo de un lado a otro y rodeada de figurantes y bailarines que hacen como si estuviesen locos. En su trío tiene como dirección de actores el subirse al regazo de Tézier y luego caer al suelo como si le hubiesen dado un tremendísimo empujón (efecto chusco que se repite tres veces). Y en su gran escena, está ataviada con deshabillé transparente y peluca y hace como si diera un espectáculo delante de su padre y sus ex-suegros.

¿Con eso cómo queremos que la pobre Oropesa se meta en la piel del personaje y de emoción? Así que buen parte del público salió diciendo que «canta bien, pero no es adecuada a la obra » ... Quien no es adecuado a la obra es ese pésimo director de escena ... En fin.

Y tres cuartos de lo mismo pasa con Tézier. ¿Cómo quieren ustedes que dibuje la evolución del personaje si cuando empieza la obra es un señor mayor que está YA en un asilo psiquiátrico ? Así que Tézier canta con esa impostación imperial que ya le conocemos, pero para dar mayor intensidad en los momentos de dramatismo (sobre todo el dúo con la madre) se siente obligado a pegarle a las consonantes como en la ópera verista: lo nunca visto en un intérprete refinado para un papel que debiera ser todo sutileza. Una auténtica lástima. Por lo demás, agudos muy sólidos y valientes. Buen volumen. Y punto. Un desperdicio.

El público

Cuando termina la representación, una lógica bronca responde a la aparición de Lacagowski. Y ahí, los listillos de turno se giran hacia los abroncantes pidiendo «respeto a los artistas». Señores, aquí los artistas son Shakespeare y Thomas, los demás son intérpretes. Y, en el caso del director de escena, un pésimo intérprete. Dejen ustedes que el público al menos se manifieste, que es su sempiterno y legítimo derecho. Y si no le gustan a ustedes las broncas, vayánse ustedes a sus casas a ver la tele, que allí podrán ustedes hablar con su vecina (porque suelen ser los mismos los que hablan con el vecino durante la obra pero luego se ponen farrucos si el público legítimamente protesta).

Si después de ver una tal bazofia, el público no puede ni protestar, qué queda entonces del espectáculo en directo? ¿Qué queda de la ópera? 

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