Francia
Reparto de lujo para 'Griselidis' de Massenet
Francisco Leonarte
Quien esto escribe había escuchado en disco
Griselidis. Y le había parecido de lo más flojito de Massenet. Pero una obra
nunca es lo mismo escuchada en disco y escuchada en directo, aunque sea en
versión de concierto, así que había que darle una seguna oportunidad a
Grisélidis.
Esa oportunidad nos la brindó el fantástico
Palazzetto Bru-Zane, la fundación en pro de la música francesa del siglo XIX.
Y con un reparto vocal difícilmente
mejorable.
El esmero con que Bru-Zane escoge a los
cantantes para los roles secundarios es ejemplar. Thibault de Damas y Adrien
Fournaison, voces sanas y de buen volumen, dieron sentido y musicalidad a sus
pequeños personajes. Cantantes que dan ganas de volverlos a escuchar pronto.
Tassis Christoyannis, que (por suerte)
colabora con frecuencia con Bru-Zane, cantó un Diablo sabroso, escrito en la
tradición de Goethe-Berlioz-Gounod como un personaje tan divertido como inquietante,
Christoyannis lució su bonita voz y su talento interpretativo, añadiendo en
cuanto podía notas de humor elegante. Y recibió a cambió toda la simpatía del
público
Y para elegancia, la linea vocal de Vannina
Santoni. Parece hecha para Massenet (ojalá se les ocurra programarla pronto
para Sapho, del mismo autor, por ejemplo). Auténtica voz de lírica, con
volumen, con toda la paleta expresiva necesaria para darle profundidad a un
personaje que sobre el papel es un tanto convencional …
Antoinette Dennefeld, buena mezzo capaz de dar
carácter a su voz pulida, dio en efecto carácter a su diablesa, Fiamina. Y
Adèle Charvet, mimada por la orquesta en su bonita canción, mostró tanta
dulzura como elegante picardía.
En cuanto a Thomas Dolié, tras esta interpretación,
nos parece barítono a clasificar entre las grandes voces francófonas de su
cuerda: precioso timbre, inteligibilidad perfecta, buen volumen, agudos
certeros y redondos, preciosa mezzavoce, preciosos piani, inteligencia
teatral...
Julien Dran también es voz importante. Y tenor
valiente, con agudos segurísimos y plenos. Sin embargo parece menos capaz de
matices que sus colegas, cantándolo todo en forte. Tal vez se sintiese obligado
a ello por el volumen que Zeitouni daba a la orquesta...
De nuevo demasiado volumen orquestal
La Orquesta de la Ópera nacional de
Montpellier Occitanie es todo un lujo. Sonido hermoso -tanto de cuerdas como de
vientos- solistas admirables... Pero a veces el lujo excesivo va en contra de
la belleza, ¿verdad?
Es lo que parecen no entender buena parte de
los directores de orquesta. Y Zeitouni no fue excepción. Cierto, los distintos
matices orquestales están ahí; cierto, el sentido de la melodía está ahí, y el
entusiasmo. Pero siempre un punto de volumen por encima del de los cantantes,
produciendo en general una sensación incómoda.
Los coros, que sólo intervienen entre
bambalinas, cumplen con creces en su breve cometido.
¿Y la obra en sí ?
Pues con gran dolor de mi corazón, si tengo
que reconocer la verdad, Grisélidis me sigue pareciendo aburrida. Con
momentos magníficos, del gran Massenet, concentrados sobre todo en los dos
primeros cuadros. Y después, muchos momentos de milagro sin auténtica grandeza,
de religiosidad sin auténtica espiritualidad, de grandes acordes convencionales
...
El crítico -recordémoslo de nuevo aunque sea
perogrullo- da su propio parecer, que puede a veces no coincidir con el de la
persona de al lado. Pero la verdad es que sigo sin entender por qué Massenet
(que, para más inri, según tengo entendido, no era creyente) quiso musicar esta
historia. Un argumento inspirado en un cuento de Boccacio, que ya Alessandro
Scarlatti había utilizado, y que, perfectamente sexista en su época, ha
envejecido todavía peor. Y a cada escucha encuentro que el argumento lastra la
música. Poca acción, mucha beatería vacua, mucha frase de viejo catecismo más
atento a la moralidad que a la verdadera relación con la divinidad, mucha
reacción incongruente, varios momentos mal resueltos, un final que no acaba de
finalizar... Ciertas escenas, de lo tontas que resultan, parecen casi remedos
sin gracia y sin talento del teatro de Maeterlinck...
Pero insisto, sólo se trata de la impresión
recibida por quien esto escribe.
De hecho el concierto tuvo un éxito notable. Y
buena parte de la crítica ha recibido con algaraza la obra. Claro, que se trata
de los mismos críticos que hace poco encontraron «flojita» la sin embargo
personalísima Fausto de Bertin, o «interminable» la, por el contrario,
fascinante Hulda de César Franck. Así que, de alguna forma, me siento
confortado en mis opiniones ...
Comentarios