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Concurso Viñas: clausura de la 61.ª edición

Jorge Binaghi
jueves, 25 de enero de 2024
Ganadores del Concurso Viñas 2024 © 2024 by Concurso de Canto Tenor Viñas Ganadores del Concurso Viñas 2024 © 2024 by Concurso de Canto Tenor Viñas
Barcelona, domingo, 21 de enero de 2024. Gran Teatre del Liceu. Concierto de vencedores. Orquesta sinfónica del Liceu. Dirección: Ricardo Casero
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El año pasado sólo pude estar en la inauguración del certamen. Este año, sólo he estado en la prueba final y el concierto final. Haré sólo una reseña de este teniendo presente que entre ambas ocasiones los mismos cantantes no han estado exactamente iguales por lo que al menos en dos oportunidades hay que oírlos, pero es la primera vez que si no concuerdo en la graduatoria sí estoy de acuerdo en que en ninguno de los casos se puede manifestar asombro por la elección, aunque en alguno podría haberse optado por un nombre equivalente o quizá superior. Pero eso quiere decir que el nivel ha sido alto y parejo. Ya en la prueba final hubo una sola repetición, y fue no un aria trillada sino la canción de Pierrot de Die tote Stadt.

Por otra parte la afición al canto de cámara parece estar subiendo lentamente (dos de las finalistas se presentaban también en esa categoría).

Y aunque al principio del acto hubo que ver un corto documental sobre el concurso con material del del año pasado (no se veía la necesidad, y al final, tras unos segundos de embarazoso silencio se oyeron tímidos aplausos), sí estuvo bien que se recordara a Ewa Podles que actuó bastante en el Liceu y siempre con muy buenos resultados de público y crítica.

También se agilizó la ceremonia de entrega de premios: la mayoría fueron entregados por algunos de los ganadores a los otros, y las únicas excepciones fueron Dame Kiri Te Kanawa (con José van Dam los dos únicos cantantes del extenso jurado) y Freddie De Tommaso por haber sido ganador del Concurso años atrás.

Es cierto que casi no hay tiempo para preparar este concierto (el 19 a la noche se supo la lista, el 20 se trabajó y el 21 por la tarde fue la función), así que no pueden pedirse milagros a la orquesta, esta vez dirigida por Ricardo Casero.

No hubo errores materiales de ejecución, pero sí una constante tendencia a tocar todo igual y muy fuerte, por lo que Tatiana y Elisabeth parecían del mismo autor, y Rossini se parecía más a Verdi (el punto más bajo se registró en el aria de Dandini de La Cenerentola y en la bandística interpretación de ‘Mi aldea’ de la zarzuela Los Gavilanes de Guerrero). Salieron beneficiados los momentos más líricos y menos ‘extrovertidos’ como ‘Caro nome’ o ‘Una furtiva lagrima’.

Abrió el programa el receptor de una cantidad impresionante de premios extraordinarios (entre ellos el del público), Lluís Calvet, barítono, que repitió de la final ‘Mi aldea’, luciéndose menos por la prestación orquestal, y cantó un decepcionante ‘Largo al factotum’ no sólo por el volumen de la orquesta sino porque su voz con piano resultaba de unas dimensiones que aquí no tenía. Para colmo equivocó reiteradamente el texto, aunque tuvo carácter suficiente para no amilanarse. Muy aplaudido.

Siguió el sexto premio del Concurso, la coloratura italiana Sabrina Sanza, correcta, pero no más, ni por color ni por virtuosismo. Repitió la entrada de Norina en Don Pasquale, mejor que en la final, y cantó un buen ‘Caro nome’, nada trascendente y que no justifica el premio de mejor intérprete de Verdi (cuando en la final cantó una diligente versión de la gran aria y cabaletta de Amelia en I Masnadieri). Sigo pensando que en la misma final había otros concursantes con igual o más méritos que ella.

Siguió el quinto premio, el bajobarítono británico Ossian Huskinson, quien repitió una buena ‘Madamina’ (también inferior a la que cantó dos días antes) y ‘Aprite un po’ de Le nozze di Figaro (obtuvo también el premio Mozart, y estuvo bien dado, aunque en la final demostró que podía hacer igualmente bien otro repertorio cantando un aria de Iolanta de Chaicovski).

Intervino luego por primera vez, en este caso por los premios a mejor intérprete de lied y oratorio, de la Fundación Victoria de los Ángeles, la Asociación Schubert, el Teatro Real y La Caixa, la soprano rusa Mira Alkhovik. Igual que en la final (donde cantó Schubert y Chaicovski) repitió una magnífica ‘Suleika’ y “Wehmut” del gran Franz, bien acompañada al piano por Rodrigo de Vega. Sólo con su modo de presentarse y su atuendo se podía advertir algo especial en ella y en su trabajo. Se trata de una lírica con reflejos cobrizos en centro y grave.

La primera parte finalizó con el bajobarítono estadounidense Christian Pursell, notabilísimo cantante y buen intérprete que cantó el aria de Dandini antes mencionada (‘Come un’ape) en la que demostró excelente color, fiato, legato y manejo de la agilidad aunque hay algún momento en que la colocación de la voz no parece la mejor, pero que seguramente solucionará (dicho sea de paso, creo que a estas alturas le va mejor el Rossini serio porque la entrada de Maometto en el Maometto Secondo de la prueba final fue francamente excepcional, así como su versión de la rara y difícil aria del Tambor Mayor de la olvidada Le Caid de Thomas: la inteligencia se advierte también en la selección de material). Terminó su intervención con una impecable, sobria pero sentida, cavatina del protagonista de Aleko de Rachmaninov.

Tras el descanso y la distribución de premios el programa se reanudó con el tercer premio, la soprano portuguesa Silvia Sequeira, asimismo, entre otros, premio del público y premio Wagner, quien repitió su entrada de Elisabeth de Tannhäuser (en la que, como en la final, lució sus mejores virtudes). Tanto en la final (‘Tu che le vanità’ de Don Carlo) como aquí (‘Ebben ne andrò lontana’ de La Wally de Catalani) demostró que en el repertorio italiano a su enorme voz (probablemente la más grande de todos los ganadores) le falta adquirir flexibilidad y capacidad de ‘filar’ realmente el sonido: ahora se oye un canto sano, sin matices y con algún reflejo metálico. Parece entender y proyectar mejor el sentido de las palabras en alemán que en italiano.

Cantó luego la gran escena de la carta de Tatiana de Eugene Onegin el segundo premio, la rusa Mira Alkhovic ya mencionada, y aunque la orquesta era muy pesada, volvió a imponer su clase, su sentido del matiz, su innato buen gusto, y su ejemplar modo de no forzar jamás la voz.

Vinieron después los dos primeros premios ex aequo. En primer lugar se presentó la mezzo de Brasil Marcela Rahal, que mejoró con respecto a su actuación en la final (donde cantó un aria del Barquillero de Chapí de modo bastante anodino y una buena, pero no excelente, entrada de Dalila en el segundo acto de la ópera de Saint-Saëns). Aquí fueron la ‘Habanera’, bien pero sorprendentemente exenta de intención, y ‘Cruda sorte’, la entrada de Isabella en L’italiana in Algeri de Rossini (de nuevo bien, y mejor que en Bizet, pero en absoluto para el recuerdo).

Finalizó el programa con el tenor neozelandés Filipe Manu, que es claramente un tenor lírico aunque el timbre no sea especialmente bello ni brillante, y tiene una gran clase, estilo y técnica (aunque creo que decepcionó un tanto a los que quieren escuchar un Nemorino vociferante): fue ejemplar su modo de terminar el aria y de recoger el sonido para ampliarlo luego con un dominio fantástico de la respiración y excelente uso de la media voz. Quizá su forma de atacar el agudo pleno pueda tener aún cierto pulido para que no resulte separada de todo lo anterior. Se notó más, naturalmente, en el aria de Romeo de la ópera de Gounod ‘Ah, lève toi soleil!’ que también había cantado exactamente igual en la final, donde además había dado una lectura excelente de ‘Spirto gentil’ de La favorita donizettiana.

A quien quiera indagar un poco más, dejo dos nombres de la final que creo merecían mejor suerte: las sopranos Katerina Burton, de Estados Unidos, y Annya Pinto, de Chile.

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