Desde que Eurípides modificó el mito de
Medea, al parecer para agradar a los corintios, transformándola en una madre
asesina, el personaje no ha dejado de fascinar. Y de Grecia pasó a Roma con
Séneca, y de ahí a la Francia de Richelieu, donde Pierre Corneille, antes de
fundar con Le Cid lo que hoy conocemos como teatro clásico francés,
escribió esta Médée. Una Medea francesa cuya sinrazón podemos
comprender, empujada hasta el extremo por la injusticia y por la hipócrita
perfidia de quienes la rodean. Una suerte de eslabón perdido entre el teatro
barroco (con su maquinaria y su lado fantástico y sangriento) y el teatro
clásico (con sus tres unidades de tiempo, acción y lugar).
Tiempo después de que Pierre Corneille la
escribiese, su hermano menor Thomas la retocó para transformarla en libreto de
Tragédie Lyrique, como se denominaban las…
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