España - Cataluña
Voces de mujeres solas
Jorge Binaghi
La sala del Petit Palau, ideal para conciertos u óperas
de cámara, estaba prácticamente colmada. Se entiende por el interés y el buen
resultado de esta combinación: La voz
humana, que puede considerarse prácticamente de repertorio hoy, ha servido
siempre para todo tipo de espectáculos.
Desde el punto de vista de la novedad, la mayor atención
era para la obra (veinte minutos) de García Tomás, que debió estrenarse durante
la pandemia (hubo un streaming desde el Liceu en 2020) y luego lo hizo con
público en la fecha indicada y en sitio más adecuado.
Es una obra con un libreto notable de Szpunberg sobre la
hoy tan conocida situación de las personas solas que al final de su vida
resultan molestas por diversos motivos y terminan recluidas en una residencia
(palabra que no se nombra y se iguala al infierno).
La música del arpa -a la que se suman golpes ritmados
sobre el propio instrumento- es casi de suspense y el tratamiento de la voz es,
cuando hay texto, más bien declamado con acentuaciones agudas en alguna palabra
clave, y si no hay palabras es una melopea (así empieza) muy bien interpretada
por Aldea, que ya se había hecho cargo del estreno, acompañada de modo
magnífico por Domené. Aplausos entusiastas para intérpretes y compositor. Había
una butaca y efectos lumínicos, acertados.
Sin solución de continuidad siguió el acto único de
Poulenc, cada vez más obra maestra. Fue precedido de una grabación del ‘blues’ I
feel like a motherless child, supongo que por interpretación de Busquets que
por lo demás movió bien a la protagonista y usó bien las luces y el teléfono y
la cama (no entendí por qué Elle llega a su casa con una peluca rubia que
inmediatamente descarta).
Drake dio una interpretación excelente de la difícil
versión para piano, y Gancedo (que ya ha interpretado el papel unas cuantas
veces) se mostró muy cómoda vocalmente y sumamente expresiva (como se sabe, es
una parte agotadora y nada fácil). Desde la primera vez que se la oí en el
recinto modernista de Sant Pau, donde ya era buena, se nota la mayor
familiaridad con el texto y la música y la seguridad en la emisión. También
aquí hubo cálidos aplausos.
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