Francia
Magia teatral en Versailles
Agustín Blanco Bazán
Los públicos asistentes hoy al Auditorio Nacional de Música de Madrid y el próximo 26 de octubre al Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo apreciarán una excelente versión de concierto de Dido y Eneas de Purcell. Para la mágica puesta en escena presentada en la emblemática Opéra Royal deberán en cambio comprar un DVD o entrar en la plataforma en plataforma Live Opera Versailles.
De cualquier manera, aquí va la crónica de mi cuarta visita a
esta casa que desde hace años viene realizando una activísima temporada de
ópera, conciertos y ballet. En este caso pude adentrarme mas en la filosofía
artística de la casa gracias a una entrevista con su gerente general Laurence
Comenzando por las puestas en escena, que Brunner elige de acuerdo a una filosofía renovadora pero no de confrontación experimental de provocación extrema porque aquí se trata de una casa donde la arquitectura condiciona tanto las expectativas del público como las posibilidades técnicas.
La Ópera de Versailles es una maravilla arquitectónica de madera, dorados y cristal que, salvo la introducción de la corriente eléctrica, ha sufrido pocas alteraciones desde su inauguración para el matrimonio del Delfín de Francia (futuro Luis XVI) con María Antonieta. Y los actuales responsables de una activísima temporada de conciertos, ópera y ballet, han convertido lo que muchos considerarían limitaciones anacrónicas en una virtud que permite a los espectadores gozar de una teatralidad auténtica: todo el movimiento de decorados se acciona a mano, con telones que suben y bajan, y sugestivos juegos de luces.
Dentro de este marco, reseñé anteriormente
para Mundo Clásico propuestas alternativas como la de aquella
Y también este Dido y Eneas siguió una premisa
fundamental, a saber, la de evitar sacarnos fuera
del teatro con videos, o trucos interactivos de ordenador, para hacer que todo transcurra dentro, sobre las tablas del escenario. Y para hacer que la acción
se explique por sí misma, sin proclamaciones psico-ideológicas del regisseur de turno. Sólo unas pocas
palabras introductorias de Cécile
El concepto que propusieron consistió en asociar el amor y la despedida de los protagonistas como expresión de un mar tan implacable como el destino mismo, con olas representadas en telones de fondo en constante ondular y superpuestos en diferentes tonalidades de azul y celeste, en contraste con la solidez imperturbable de decorado rocoso. Dido, Eneas, Belinda y la corte de Cartago parecen luchar todo el tiempo contra este mar que siempre amenaza hundirlos.
En contraste los malos ya están hundidos en un cavernoso fondo submarino donde la hechicera que conspira contra la pareja es presentada como un enorme pulpo, emergiendo hasta el torso entre tentáculos se mueven como estertores sincronizados con los agitados comentarios orquestales.
En esta producción la hechicera y el marino que capitaneará el buque que se llevará a Eneas son cantados por la misma persona y esta identidad se traslada a la acción teatral: los tentáculos asoman a través de los ojos de buey del buque y la cabeza del marino conserva la protuberancia de la del pulpo.
La trascendente moraleja de esta acción es visualizada por un cupido pirueteando sobre un columpio en la oscuridad de la noche y sirenas igualmente suspendidas.
Acróbatas contratados para agilizar el
movimiento según las prescripciones musicales completaron esta efectiva
producción. Sobre el final, Dido canta su maravilloso lamento mientras Belinda
y su doncella van liberándola de un atuendo azul que desdoblan hasta
transformarlo en un mar que termina abarcando toda, absolutamente toda, la
escena. Y en este enorme y abarcador melisma visual termina ahogándose Dido, en
una transfiguración similar a la de Isolda.
Tal vez el hecho de dirigir como primer violín sea un factor determinante de la comprometida y precisa dirección orquestal de Esteban
. A él respondió esta joven orquesta (fundada en 2019) con clínicamente segura precisión de ataque y riqueza de variación cromática.De acuerdo a una consistente política de combinar a alguno que otro artista de renombre internacional con un ensemble de cantantes jóvenes, la Ópera Real presentó a Sonia
como una Dido apasionadamente fraseada con la ayuda de un seguro timbre dramático. Su caracterización no fue de una enamorada lánguida e insegura sino la de una clarividente protestona, que como Casandra, prevé desde el comienzo el trágico fin de su historia.Frente a ella
Como Glyndebourne, la Ópera Real de Versailles no recibe financiamiento estatal alguno. Pero también como en el caso de Glyndebourne esta desprotección pública pareciera atraer como un imán muchas, pero muchas contribuciones privadas.
Tal vez sea porque a diferencia de algunas empresas financiadas con fondos públicos, ésta no derrocha en experimentos de banalidad faraónica y resultados artísticos dudosos. Y aquí no se trata de contratar un , un Sebrennikov o un para dejarles hacer lo que se les ocurra.
Mi diálogo con Brunner me permitió descubrir la importancia que este “Impresario” le da a su interacción con directores de escena para conseguir espectáculos acordes a las expectativas de una audiencia cuya visita está inevitablemente relacionada con la expectativa de estar en una sala que en sí misma forma parte del espectáculo, y no dentro de un módulo de concreto gris y penumbroso.
El recurso de presentar una figura estelar ahorrando con la contratacuión del resto está apoyado por la Academia de la casa encargada de atraer cantantes jóvenes para crear un robusto ensemble.
Y otra forma de ahorrar común en los teatros de antaño pero olvidada hoy día, es la reutilización de decorados: un árbol, una roca, o un telón de fondo mostrando el mar o el Vesuvio pueden integrarse a la escenografía de mas de una ópera. ¡He aquí una verdadera rutina teatral, tan necesaria para despertar la inventiva de regisseurs y equipos técnicos! Todos ellos tienen la misión fundamental de hacer de una ficción melodramática una experiencia directa de vida, casi una interacción con una audiencia que necesita entusiasmarse para salir de su realidad cotidiana. Así ocurrió con este Dido y Eneas.
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