España - Andalucía
Habitaciones propias con pianos
Pedro Coco

Primera cita del año en el Teatro de la Maestranza con el ya familiar ciclo «Rasgando el silencio», como de costumbre, en la Sala Manuel García, llena para celebrar a compositoras británicas que formaron parte de la British Musical Renaissance. Si ya es infrecuente poder escuchar por aquí composiciones de autores de este movimiento -por algunos cuestionado, pero indudablemente revulsivo para creadores alrededor del Royal College of Music entre finales del XIX y principios del XX-, lo es más aún que se programen en exclusiva obras vocales de cámara con autoría femenina.
Por ello, y
aunque ciertos cantantes británicos suelen ofrecerlas en sus recitales como
propina o breve ciclo en un programa más extenso, resultaba atractivo en esta
ocasión poder confrontar las visiones de un nutrido conjunto de canciones más o
menos contemporáneas -algunas más arriesgadas, mirando al futuro; otras de
visión más comercial- que tanto resonaron en los salones de la época eduardiana
en adelante.
Con versos
extraídos de Ella Young, Ella Wheeler Wilcox, William Yeats, William
Shakespeare o William Blake, las canciones se organizaron por compositoras, por
lo que temas como el amor, la naturaleza, la muerte y la lucha por el voto iban
y venían entre breves interludios instrumentales inteligentemente
seleccionados.
Protagonista
indiscutible fue la voz de la joven Léontine
Maridat-Zimmerlin, mezzosoprano lírica de luminoso timbre y fácil agudo cuyos
mimbres frescos y estupenda dicción la hacen intérprete adecuada para este tipo
de composiciones. No le faltó ímpetu al salmo de Frances Allitsen y llevó con
gracia y controlada agilidad las tres canciones de pájaros elegidas del más
amplio ciclo de Liza Lehmann. Una auténtica joya fue la balada de Ofelia de
Elizabeth Maconchy, claro homenaje a la música inglesa del XVI y en la que la
cantante pudo hacer gala de su extensión y entrega dramática. La mayoría de las obras, excepto quizás el enérgico himno
sufragista The awakening, perteneciente a Teresa del Riego y aquí
estratégicamente situado tras la escena shakespeariana, están registradas en
disco, por lo que merece la pena revisitarlas.
El núcleo duro del ciclo, la pianista Carmen Martínez-Pierret -implicada
narradora e ideal acompañante de las canciones- y el violonchelista Israel
Fausto, se hicieron cargo además de las piezas instrumentales; desde una
original y muy inspirada adaptación de I’ll bid my heart be still de
Rebecca Clarke a la romántica Sonata op. 5 de Ethel Smyth, de la cual
sonó expresivo el movimiento central. Su compenetración quedó patente en una
respiración pareja, y regalaron un juego dinámico variado y un cuidado
fraseo.
Solo en una ocasión compartieron escenario los tres músicos, y fue para la propina final y pieza más conocida de entre todas las programadas: la optimista y arrebatadora O dry those tears de Teresa del Riego. Para los aficionados a la voz y a su repertorio de cámara menos popular, un concierto sobresaliente.
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