El programa que reunió a Ravel y Thomas Adès en la Quincena Musical se convirtió en una de esas veladas en que tradición e innovación conviven con suma naturalidad, como si atestiguaran su pertenencia a la misma materia sonora. En el año del 150º aniversario de Maurice Ravel, escuchar a la Orquesta de la Ópera Nacional de París bajo la dirección de un compositor como Adès -que además presentó su propio Concierto para piano- permitió asistir a un diálogo fecundo entre pasado y presente, revelador tanto para las obras ravelianas como para la creación del compositor.
La agrupación parisina demostró por qué es una gran orquesta europea. Su sonido es sólido, flexible, con una sección de maderas de una transparencia admirable y unas cuerdas capaces de colorear con precisión cada matiz. Se notaba la complicidad con Adès, que supo extraer de…
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