Discos
Redescubriendo Mozart
Raúl González Arévalo
Apartándose momentáneamente de las creaciones decimonónicas que definen por excelencia el sello inglés, Opera Rara se suma a las celebraciones del 250º aniversario del nacimiento de W. A. Mozart con una contribución en la línea habitual de la casa, esto es, ofreciendo novedades discográficas que conjugan el rigor musicológico con el empeño en difundir aspectos menos conocidos de la música vocal, siempre con una calidad artística de altísimo nivel –los nombres de esta grabación no necesitan de presentación entre los habituales–. Y de nuevo da en la diana.
El propio Sir Charles Mackerras, cuya experiencia como director de obras mozartianas está sobradamente acreditada, se encarga de ilustrarnos acerca del objeto del disco, a saber, acercar dos facetas del proceso de composición del salzburgués que generalmente pasan desapercibidos, cuando no son descuidadas: su papel como provisor de ornamentos para sus propias composiciones, así como la práctica del préstamo, rescribiendo piezas de otros compositores, en ambos casos con el objetivo didáctico de enseñar a un cantante cómo obtener la mayor expresividad de una pieza añadiendo adecuadamente notas no escritas, cadencias y otros embellecimientos. En su multifacética carrera Mackerras se ha interesado, entre otros aspectos, por las prácticas interpretativas de época, lo que le ha llevado a coleccionar ornamentos vocales, muchos de puño y letra del propio Mozart, cuyas ideas en materia de decoración definen la presente selección.
Dos son los hilos conductores de este ejercicio de agilidad expresiva: Johann Christian Bach y Aloysia Weber. El primero era el menor de los hijos del famoso Johann Sebastian Bach y el único miembro de la familia de compositores que obtuvo resultados excelentes en el género operístico. Veintiún años mayor que Mozart, algunas de las piezas grabadas son, sin embargo, contemporáneas de las obras del insigne compositor austriaco, que siempre profesó una gran admiración por las óperas de su colega. Por su parte, la soprano Aloysia Weber fue pupila del salzburgués, que recibió el encargo de enseñarle el arte de cantar arias de ópera. De todos es sabido que se enamoró de ella y, aprovechando su enorme registro y gran capacidad técnica, le destinó algunas de las piezas más exigentes y sugerentes de todo el repertorio sopranil.
Manteniendo oportunamente el carácter didáctico de las variaciones propuestas, el disco ofrece la posibilidad de comparar las piezas originales con las nuevas versiones. En ocasiones se trata de “simples” embellecimientos (como el aria de concierto ‘Non so d’onde viene’), y en otras ocasiones de una reescritura del papel, con cambio de registro al pasar del original castrado-contralto al nuevo para soprano (Lucio Silla), incluso no con una sino con dos variaciones distintas (Adriano in Siria), todo un lujo. Para piezas más conocidas se ofrece directamente la versión variada: es el caso de la archiconocida ‘Voi che sapete’, en esta ocasión variada por Domenico Corri, uno de los más interesantes tratadistas de ornamentación y estilo de la época. Finalmente, la afinidad entre ambos compositores queda patente en los dos dúos finales, de La clemenza di Scipione y La clemenza di Tito respectivamente, después de haber mostrado la influencia que el aria ‘Infelice in van m’affanno’ de la primera tuvo sobre la célebre ‘Marten aller arten’ de El Rapto en el Serrallo.
La interpretación corre a cargo de tres cantantes titulares de muchos de los registros de Opera Rara, pero también experimentadas en el canto mozartiano, como pone de manifiesto la afinidad con el estilo mostrada en todo momento. Diana Montague, que asume los papeles mezzosopraniles y de castrado, es la más conocida en estas lides, y aunque se nota la edad frente a la frescura de las dos sopranos, era justo contar con ella, y en cualquier caso quede claro que no quita ningún quilate al resultado final. Por su parte, Majella Cullagh y Elizabeth Futral afrontan con gran brillantez las dificultades propuestas en la partitura, todas las imaginables para la exhibición de las cualidades de Aloysia Weber. Mackerras acompaña con sumo cuidado a las cantantes a la vez que subraya la preciosidad tímbrica que le ofrecen las piezas, guiando con mano dúctil la Hanover Band, perfecta acompañante instrumental del disco.
En definitiva, un brillante ejercicio sobre cómo realizar propuestas nuevas de altísimo interés musicológico e indudable atractivo comercial. ¿La presentación? Con los habituales niveles de excelencia a que nos tiene acostumbrados Opera Rara, tanto en la calidad material como en el interés de las notas. Pero ¿es que hacía falta subrayarlo
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