Discos
Recitar cantando: así de simple
Raúl González Arévalo
Llevo dos semanas dándole vueltas a cómo abordar esta reseña, y al final he decidido hacerlo de la manera más sencilla, de acuerdo con el espíritu que preside este disco.
Recitar cantando ofrece un producto diferente, comenzando por las notas, en las que no hay ningún estudio dedicado a las obras que integran el disco; de hecho, se centran en explicar el criterio interpretativo que preside este acercamiento a la lírica italiana del siglo XVII, y que hasta donde sé no tiene parangón alguno. Así, se parte del hecho de que, a diferencia de las óperas del siglo XIX, la tradición interpretativa del primer barroco se ha perdido, por lo que en realidad lo que ha dado en llamarse ‘Música Antigua’ es un fenómeno muy moderno. En consecuencia, y lejos de querer sentar cátedra, se asume que ‘original’ sólo es la partitura y todo lo demás son interpretaciones, incluyendo el criterio presente, que se permite realizar arreglos -de la mano de Guido Morini en este caso- e incluso improvisar, sin perder de vista el rigor filológico.
Con todo, la parte que más me ha impactado es la vocal. Quienes propugnan el uso de de una voz 'operística' también en el primer barroco, una voz impostada, rechazarán la propuesta de Marco Beasley. Su voz no es tampoco una voz ‘barroca’ como ha entendido (mal, en mi humilde opinión) una cierta corriente de la filología musical, que estipulaba el uso sonidos blanquecinos sin vibración, instrumentos de poco espesor. En este contexto resulta complicado clasificar a Beasley porque constituye un ejemplo que comienza y termina con él, aislado de las demás corrientes, fruto de una investigación personal para obtener una técnica que permitiera combinar la comprensión absoluta del texto, como pedían Giulio Caccini o Emilio de’ Cavalieri, con una compenetración tímbrica acorde con la sonoridad de los instrumentos antiguos.
El resultado es una voz de gran belleza, llena de colores y sobre todo jamás forzada, ni en el volumen, ni en la recitación, ni en los extremos de la tesitura, de ninguna manera. En realidad, da igual si ésta es la opción más cercana a la interpretación original: a falta de registros fonográficos es algo que no podremos saber nunca. Lo que cuenta es que Beasley ha encontrado una vía intermedia entre el canto y la declamación que hace sutil, a veces borroso, el límite entre ambos.
Porque lo que hace el intérprete es, como reza el título, recitar cantando, con una sencillez apabullante. El resultado, además, es de una belleza abrumadora, en gran medida por la pureza de la línea y la semplicidad del planteamiento. En este sentido, no deja de ser paradójico que todos se luzcan precisamente buscando evitar toda exhibición personal.
La variedad de acentos, de emociones, tiene una oportunidad de oro, plenamente aprovechada debo añadir, en el Combattimento de Tancredi e Clorinda, aunque la palma se la lleva en mi opinión, la scena entre la ‘Messagera’ y ‘Orfeo’ procedente de la famosa favola in musica monteverdiana. Escuchar para creer.
Este disco ha sido enviado para su recensión por Diverdi
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