Eric Ruf ofrece una puesta en escena honesta y al servicio de la obra original.¿Artesanal?¡Pues claro!, de buen artesano, que es lo que el público le pide al intérprete.Y la dirección de escena es una cuestión de interpretación.
El motivo del sonambulismo tiene un poder utópico aquí, entre las más bellas coloraturas y melodías cadenciosas.El foco no está en lo resbaladizo de una sociedad que eleva su moral sexual, sino en un escapismo que deja dolorosamente claro el anhelo de libertad y partida.
Las investigaciones de estos científicos en el sur del Perú revelaron oscilaciones repetidas y sistemáticas que en todos los casos coincidieron con cambios culturales.Por lo tanto es muy probable que el clima fuera un factor importante que inducía cambios en estas sociedades.
Cuando Adriana declama, la cantante entra en el melodrama del habla-conocimiento, un medio de demostrar emoción o desenfado, que aquí consigue un efecto especial por su duración y originalidad (el canto se convierte en un medio normal de comunicación, el habla sirve a la expresión artística).
La naturaleza del teatro musical, al igual que la del cine, es autorreferencial.La versión de Lab.51 es una nueva referencia en la magnífica tradición interpretativa de Mysteries of the Macabre.No se me ocurre mayor elogio.
El Ballet del SODRE es mi familia , bailé las obras más hermosas, trabajé con grandes maestros, coreógrafos y compartí escenario con increíbles y talentosos compañeros y amigos.¡Para mí el SODRE es un gran orgullo!
Este décimo y muy recomendable volumen del ciclo que el sello discográfico de la SWR dedica a Michael Gielen pretende dar fe de las muy variadas estéticas que este compositor y director defendió a lo largo de su vida, así como de algunos de los compositores con los que mantuvo un contacto más estrecho a nivel artístico y personal: fruto del cual se cuentan en este verdadero cofre de tesoros musicales un buen número de obras estrenadas en su día por el propio Gielen
Mr Barenboim's reading, full of grand gestures and sudden intrusions, strove for the highest possible levels of drama and had little room for tidy formalities.The music that emerged was full of raw, rough edges, unsanded and unpolished, but burning with fresh heat from the cut.
John Griffits denuncia a falsidade de que a tablatura era uma notação “periférica” e pouco importante na música ocidental e manifesta-se claramente contra aquela musicologia que continua a ver a história da música como uma sucessão de estilos, obras e autores em ordem alfabética, em vez de a tratar como uma parte da história social dos povos, do comportamento humano e da prática musical.
Griffiths condemns the falsehood of the tablature being a "peripheral" and unimportant notation in Western music, regrets the decline of studies on musical paleography, and speaks out clearly against the kind of musicology that keeps on seeing music history as a succession of styles, works and authors in alphabetical order, rather than treating it as a part of the social history of peoples, human behaviour and musical practice.