El músico valenciano, clarinete solista de la Orquesta de la Comunidad Valenciana, quiere reivindicar su obra y la relevancia de su trayectoria para que forme parte de las programaciones de teatros y auditorios.
Víkingur Ólafsson tiene ya una carrera asombrosamente variada a sus espaldas.Aunque solo sea por los compositores que ha tocado: de Johann Sebastian Bach a Claude Debussy, de Jean-Philippe Rameau a Philip Glass.
A Sonata escrita para guitarra de seis cordas, sem indicação de autor, é a obra de mais peso de todo caderno.Esta sonata estende-se por várias páginas e desenvolve-se na escritura chamada 'violinística' típica da época, que caracteriza a composição para guitarra.
O autor do "Caderno do francés" poderia ser um guitarrista da época napoleónica, talvez ligado ao mundo militar e/ou político que juntou as suas partituras com o propósito de as ordenar.As obras estão copiadas por várias mãos, em papeis com diferentes tamanhos, texturas e tintas.
En el programa, «Mozart y sus contemporáneos», Ólafsson explora el juego de luces y sombras en la música del genial compositor austríaco, se dedica a sus obras favoritas y las pone en diálogo con composiciones de Haydn, C.P.E.
Como tienen la cabeza llena de música, solo piensan canciones, solo emiten sonidos.Pero han llevado la ciencia de la notación tan lejos que si la razón pudiera ser anotada, todos pensarían con fluidez a libro abierto.
La atención aquí se centra en la cuestión de cómo se recuerda a Cimarosa en los diferentes medios músico-culturales, qué imágenes biográficas se construyen en el proceso y qué conceptos músico-biográficos se pueden encontrar.
Se ha autoproclamado el campeón y embajador por excelencia de la música italiana, tanto la lírica como la sinfónica.Libre de compromisos artísticos y administrativos con los grandes teatros de ópera italianos, está dedicándose a difundir y promover la música italiana mediante dos instituciones creadas por él: la Orchestra Giovanile Luigi Cherubini y la Academia de ópera italiana Riccardo Muti, y la inclusión en sus conciertos con la Orquesta de Chicago y la Filarmónica de Viena de obras poco conocidas del sinfonismo italiano.
La ilusión escénica se asoció tan estrechamente con la fantástica decoración de la sala que por primera vez comprendí como la fantasía teatral y el ceremonial de corte podían fusionarse en un todo donde canto y ballet son una ficción compartida con una audiencia similarmente teatral en su modo de vida.
La capacidad de Halleberg para pasar del patetismo a las explosiones de coloratura de las arias de Sarti, el dramatismo que imprime en el recitativo de Zingarelli o las dos versiones alternativas para el embellecimiento de un aria de Cherubini es absolutamente extraordinaria.