Escuchar a V Coloris las 'Seis bagatelas para quinteto de vientos' es una bocanada de aire fresco que nos recuerda que el huraño Ligeti era un artista profundamente humano, con un agudo sentido del humor, y un buen gusto embriagador.
Desde 1995 los fondos del Festival Enescu se han ido incrementado tanto con patrocinios institucionales como con mecenazgos privados, y con ello el número y calidad de los conciertos presentados.Actualmente el Festival Enescu aspira a competir en la misma liga de los festivales de Lucerna, Edimburgo o Proms londinenses
El evidente amor por la música de Roberto González-Monjas, su enfoque modesto y sin pretensiones y la manera inspiradora, incluso embriagadora, de dirigir nos convencieron a los músicos de la Orquesta del Mozarteum desde la primera nota.
Jonathan Fournel es un joven poeta soberano del piano y formidable técnico del teclado, con una reserva de potencia que puede rozar la ferocidad en los fortissimos, sumada a un generoso uso del pedal, al arte de dosificar ritmos y colores, así como al dominio del rubato, y a la preocupación por la claridad de las líneas, incluso en los pasajes más bulliciosos.
Segundo de los muy interesantes conciertos que la Maison de la Radio en colaboración con el Palazzetto Bru-Zane dedica a la compositora y eminente pedagoga Nadia Boulanger, excusa para descubrir o redescubrir obras suyas, de sus amigos y de sus alumnos.
Da la impresión de que en este ciclo alrededor de Nadia Boulanger, Fauré ha servido de comodín para dar ligereza y gancho.Pero entiendo que todo vale para atraer a un público reacio a escuchar lo que no conoce ...
El Palau de la Música de Valencia ha designado a Álvaro Albiach como principal director invitado de la Orquesta de Valencia.El nombramiento ya es efectivo y Albiach iniciará sus tareas en esta misma temporada 2022/23
A la treintañera alemana Corinna Niemeyer le falta un hervor expresivo en el gesto, muy sencillo aunque enérgico.Pero no le falta nada más: esta noche demostró que tiene ideas claras, que sabe transmitirlas, y que esas ideas son buenas.
Los 'Tres sonetos de Petrarca' son cosa seria, tanto por la densidad del texto como por la música de Liszt nada fácil ni para el cantante ni, por descontado, para el piano.Olivieri se mostró perfectamente a tono y ‘sorprendió’ con una unción, una interioridad que en ópera sólo ha podido demostrar -y no hasta ese punto- en un par de títulos a la vez que hizo frente a las dificultades de la escritura.
Pahud extrajo de su instrumento muchísimo volumen en los movimientos extremos en esa multitud de ágiles piruetas y saltos al registro agudo del instrumento que la endiablada escritura de Ibert le exige, destinando para el Andante una hipnótica capacidad para delinear las frases largas.