El trabajo de Pizzi fue un bálsamo de claridad cuya filosofía él mismo comenta: no se trata de violentar una obra con confrontaciones, sino de resaltar su valor con una visualización que no debe necesitar explicaciones para que el público comprenda su significado
La mezzosoprano brasileña Marcela Rahal, de 33 años, y el tenor neozelandés Filipe Manu, de 30 años, ganadores ex aequo de la 61ª edición del Concurso Internacional de Canto Tenor Viñas, fundado en 1963.
524 cantantes de 56 países diferentes participan en la 61 edición de un concurso que reparte 116.000 euros en metálico, 15 contratos y 16 bolsas de estudios.
Marthaler y Viebrock se olvidaron de Verdi y les salió un verdadero desastre, de esos que inspiran algo raro en Salzburgo: silbatinas, gritos de desaprobación y broncas por no haber entendido nada, compitieron con algunos desafiantes aplausos de quienes pretendían haberlo entendido todo.
Tras dos ocasiones en las que Las bodas de Fígaro se propusieron al público del Maestranza con la producción del equipo Castro-Frigerio-Squarciapino, en esta, la dirección del teatro ha optado por una alternativa igualmente cuidada, procedente del madrileño Teatro Real.
La parte escénica es una estupidez.No están mal los telones plásticos de colores, que en sí mismos son bonitos, ni las proyecciones de rectángulos coloridos entre los que predomina -vaya uno a saber por qué- la bandera italiana.
¡Benditos Bonus!En algunos casos, el bonus iguala en minutaje al disco original.Lo que se ofrece en ellos acostumbra a ser fragmentos de otros discos Decca, ya sean óperas completas o recitales.Algunos bonus son incluso anteriores en el tiempo.
Una verdadera delicia para los amantes del canto y de la música en general.Los registros van de 1950 (Paul Schöffler) a 2010 (Joseph Calleja).Hasta el CD 37 llevan todos un Bonus que complementa el disco original, de menor duración.
En el mundo de la ópera -la más absurda y alienada de las artes- hay muchos que no dejan morir sus mitos fácilmente.Es a ellos, los que hoy envejecen recordando un “pasado” que para ellos es siempre el presente, que hoy me complazco en proclamar: “¡La Tebaldi vive!