Para el final de la ópera Rech decide marchar por otro sendero, fuera del libreto original, algo que desde el punto de vista actual es por demás comprensible.El teniente B.F.Pinkerton no sobrevive a su infamia, para sorpresa del público (y especial regocijo de las damas presentes: “¡lo tiene merecido!“).
La versión de Thiel está bastante apegada al original y se inscribe en la nueva tendencia actual de representarla según aquel modelo arquetípico.El escenógrafo Dieter Richter prescinde del kitsch y de las consabidas imágenes de una España de tarjeta postal en su ambientación para pintar una imagen más verista de la historia.