Alemania
¡Cómo cambian los tiempos Serguéi, cómo cambian los tiempos! ¿Qué te parece?
Juan Carlos Tellechea
La región entre Renania y la Cuenca del Ruhr, en el oeste de Alemania, es una verdadera mina de oro en lo que a vida cultural se refiere. En una superficie de 55.000 kilómetros cuadrados, con 23 millones de habitantes, se pueden admirar aquí varias importantes compañías de ballet, óperas y salas de concierto, así como numerosos museos de arte y diversos festivales o espectáculos de trascendencia internacional. En fin, una maravillosa constelación que supera ampliamente en heterogeneidad a la de cualquier otro lugar de este país, incluido Berlín, su capital.
En medio de este fantástico mundo artístico se encuentra la compañía Aalto Ballett de la ciudad de Essen (cuenca del Ruhr) que acaba de reponer por dos días una fascinante versión de Romeo y Julieta (estrenada en 2014), de su director y coreógrafo principal, el neerlandés, Ben Van Cauwenbergh, con música de Serguéi Prokófiev (1891 – 1953).
La compañía cultiva en general el género de los ballets argumentales, en la tradición de Georges Balanchine y Hans van Manen, y tiene asegurado de antemano el beneplácito del público. La presente versión responde a una lectura convencional de la historia de William Shakespeare con una música de alta inspiración melódica y gran variedad rítmica, de extraordinaria belleza a lo largo de las dos horas y media de duración (sobresalientes el seductor y romántico soñador Romeo, de Liam Blair, así como la frágil y sensible Julieta, de Yanelis Rodríguez; muy tiernos y jóvenes ambos).
Van Cauwenbergh no pretende una nueva interpretación cargante para el público; no entra en una fútil competencia por ver quién hace las cosas más raras sobre el escenario, sino que relata una simple, fluida y subyugante historia de amor que deleita a la platea. Su objetivo es mostrar la hermosura de escenas, como el pas de deux de Romeo y Julieta debajo del balcón en el primer acto (del que saca excelente partido) o el que danzan, ya novios, en el tercero. Todo lo que ocurre además a su alrededor, incluso los conflictos morales por las muertes violentas de Mercutio (excelente Davit Jeyranyan) y de Tybalt (estupendo Moisé León Noriega), es mera decoración.
Quedan para los espectadores el carácter memorable de los temas principales, como el célebre y siniestro baile de los caballeros, con sus diversas variaciones, o el delicado y abundante tema de Julieta. Para Prokófiev no fue facil componer este ballet, rechazado originalmente por el Teatro Kirov de Leningrado (1934) y por el Teatro Bolshoi de Moscú (1935), por su complejidad para los bailarines, hasta que pudo estrenarlo en 1938 en Brno (Checoslovaquía), donde resultó muy bien acogido. Finalmente, el estreno ruso tuvo lugar en el Kirov en 1940, en plena Segunda Guerra Mundial, al que siguió el de Moscú en el Bolshoi en 1946, una vez terminada la conflagración bélica. (Parafraseando una popular canción cubana: ¡Cómo cambian los tiempos Venancio, cómo cambian los tiempos! ¿Qué te parece?)
Todo ha sido reunido aquí: hay una brillante muestra de ballet academicista y moderno, con una refinada combinación de movimientos de danzas de influjo folclórico. En la fiesta popular los Capuletos y los Montescos bailan como grupos rivales, pero sin la extrema agresividad de los clanes enfrentados. Su lenguaje corporal parece evocar, en cierto modo, al street dance de nuestros días, aunque sin pretender integrarlo a los cánones del ballet clásico.
Excelentes y bien logrados son asimismo los pas seule de Julieta y de Romeo que Van Cauwenbergh incluye en el primer acto y en el tercero. Mención especial aparte merece asimismo la nodriza que interpreta la primaballerina Adeline Pastor, quien se gana a la platea en pocos segundos con su carisma e histrionismo. El Padre Lorenzo de Denis Untila, muy bien logrado, es el típico cura católico de sotana que logra muy buena llegada al corazón de los jóvenes.
Destacan también por su elegancia y agilidad en los movimientos, no exentos de riesgos, Moisés León Noriega (Tybalt), Davit Jeyranyan (Mercutio), Yehor Hordiyenko (Benvolio). Nwarin Gad hace un excelente Paris; Maria Lucia Segalin transmite muy bien a la apenada Lady Capulet; mientras Marek Tuma hace suyo y con gran acierto el papel del vigoroso, pero pérfido Lord Capulet.
La dirección musical de Johannes Witt al frente de la orquesta Essener Philharmoniker (Filarmónica de Essen) fue más que sobresaliente; alcanzó momentos de gran esplendor en los pasajes más dramáticos del ballet y contribuyó enormemente a que el público se sintiera profundamente conmovido en las escenas más sobrecogedoras y poéticas. Atronadores aplausos y ovaciones cerraron esta velada. Es una verdadera lástima que esta reposición haya tenido nada más que dos funciones en la presente temporada y no siga por ahora en cartel.
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