Discos
Amor castrado
Raúl González Arévalo
Filippo Mineccia se ha convertido en el gran contratenor italiano, y con razón. Con una voz y una técnica sobresalientes, se ha especializado en el barroco más desconocido, con propuestas de un gran atractivo, comercial y musicológico. Para muestra, los recitales dedicados a Ariosti y Jommelli o la participación en la integral de Il Bajazet de Gasparini. En esta ocasión vuelve a la carga con una propuesta singular, un pastiche imaginario en torno a la vida de Giovanni Francesco Grossi (1653-1697), Siface para la posteridad, un castrado conocido tanto por su arte como por su abrupto final, asesinado en Bolonia por orden de la familia de la joven a la que cortejaba y a la que no estaba dispuesto a renunciar. Las excelentes notas introductorias explican todo con mayor detalle.
Mineccia construye un relato imaginario para el que se sirve de arias interpretadas por el propio Siface, intercaladas por fragmentos orquestales de compositores activos durante su vida, en una cronología musical que abarca las tres últimas décadas del siglo XVII, empezando y cerrando con los nombres más conocidos, Cavalli (1671) y Scarlatti (1697). Entre medias desfilan Pallaviccino, Pasquini, Agostini, Lonati, Bassani, Giannettini y Purcell, testigo de la estancia londinense. En definitiva, un recorrido cuidado, poco transitado discográficamente y en consecuencia poco conocido de la escena italiana. No teman los que recelan bajo el razonamiento de que si no han recibido mucha atención hasta ahora es porque no la merecían, la calidad de la música es muy alta y homogénea, lo que no impide señalar algunos números sobre otros.
Sin menoscabo de un gran dominio de las agilidades, como revela, sin ir más lejos, “Voglio guerra” de Il ratto delle Sabine de Agostini, el punto fuerte indudable de Filippo Mineccia reside en la capacidad inusual para obtener la máxima expresividad en los lamentos y arias lentas. Hay una base técnica indispensable, el control del aire y la regulación de la intensidad del sonido, evidentes en las transiciones del piano al forte de “Con un bacio” de Ingresso alla gioventù de Claudio Nerone de Giannettini. La capacidad para el legato es inmaculada con Cavalli y Pasquini, de un enorme patetismo. Pero la pieza cumbre de la grabación es la nana de Scarlatti, “Dormi o fulmine”, broche de oro absoluto en la expresión de ternura barroca.
Cómplices absolutos son el conjunto Nereydas y la dirección de Javier Ulises Illán, con quienes Mineccia ya había trabajado en el álbum de Jommelli. La calidad de la agrupación es más que notable, presentan una afinación y un empaste de primera línea, que no solo resisten sino que se ven realzados por la magnífica toma de sonido. Con una interpretación a la italiana, plenamente en estilo y, sobre todo, vibrante, cabe esperar que todos continúen explorando territorios ignotos.
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