Discos
Polonia sagrada
Raúl González Arévalo

El firmamento barroco ha alumbrado una nueva estrella: Jakub Józef Orliński. El contratenor polaco está pegando fuerte en las últimas dos temporadas, hasta el punto de haberse convertido en uno de los últimos fichajes del sello Erato, que cuenta como máximo representante de la cuerda nada menos que con Philippe Jaroussky. El lanzamiento de su primer recital, este Anima Sacra, ha sido cuidado en todos sus detalles, desde el conjunto que le acompaña, el deslumbrante Il Pomo d’oro con Maxim Emelyanychev en la dirección, hasta un programa interesantísimo, con trece estrenos absolutos de un total de veintitrés pistas.
Orliński ha declarado en varias entrevistas que no quiere ser un contratenor como los demás. A fe que la declaración de intenciones se ha materializado con este debut. No solo por haber descartado para su debut en solitario un recital con arias de ópera, centrándose en la música religiosa, sino por la propia presentación: “La música sacra siempre ha tenido un gran impacto sobre mí. (…) Un álbum de música sagrada puede parecer dirigido a un público religioso, pero no es así. He escogido trabajos sacros porque creo que con esta música puedo conmover sus almas. El título Anima Sacra hace referencia a lo celestial, de otro mundo. Con este álbum quiero crear un viaje espiritual”. En realidad, es imposible desligar la espiritualidad a la que alude del carácter no solo cristiano, sino estrictamente católico de las piezas, pues incluso la corte de Dresde, en Sajonia, núcleo duro del Protestantismo en los siglos XVI y XVII, se había convertido al Catolicismo en el siglo XVIII por motivos políticos, cuando Augusto II cambió de fe tras su elección como rey de Polonia. No en vano, la patria de Orliński es el país más católico de Europa -con permiso de Irlanda- y ha integrado la religión como elemento indisoluble de su identidad nacional.
El elemento estrictamente católico podría haber quedado diluido, como pretende la presentación, con un programa a base de oratorios -ahí están los de Haendel, auténticas óperas en su mayoría- o de acciones sacras, como ese Il Faraone sommerso de Fago que abre fuego y merecería un vistazo completo. En cambio, del propio Fago figuran un Confitebor tibi, Domine y Tam non splendete sol creatus, ambos inéditos, como el aria del Dixit Dominus de Terradellas -compositor del que la Real Compañía de Ópera de Cámara estaba recuperando una serie de títulos líricos espléndidos-, dos piezas de dos Messa a 5 voci de Domenico Sarro y Francesco Durante, el “Juste Judex ultionis” del Dies rae de Francesco Feo -de quien hace poco comentábamos el oratorio San Francesco di Sales- o el Alma Redemptoris Mater de Johann David Heinichen: todas piezas litúrgicas. Además, un aria de oratorio, “Mea tormenta, preparate!” de Sanctus Petrus et Sancta Maria Magdalena de Hasse, la única pieza de carácter operístico; y dos arias de sendas acciones sacras, Gesù al Calvario de Jan Dimas Zelenka y Maria Vergine al Calvario de Gaetano Maria Schiassi.
Las notas de introducción de Yannis François, encargado de seleccionar el programa junto con Orliński, son inusualmente detalladas en la presentación de la música. No puedo estar más de acuerdo en que el repertorio religioso parece convenir a la voz del contratenor en mayor medida que la operística por su timbre cristalino, angelical. Otro punto en común con Jaroussky. Sin embargo, la técnica es menos madura que la del francés, como confirma la tendencia a emitir sonidos fijos en el agudo y una coloratura correcta pero no deslumbrante, evidente en la producción de un elemento expresivo clave en la música barroca, el trino. Así, el límite técnico y vocal aparece inapelable en el número más operístico, el aria de Hasse. Por eso mismo, con su mejor baza en el registro central, lo que más le conviene son las piezas elegiacas. Conclusión: la presentación y el acompañamiento son inmejorables, y el contratenor presenta interés, pero aún tiene que mejorar para convertirse en la estrella que presenta el marketing.
Il Pomo d’oro centró su rumbo después de la marcha de Riccardo Minasi, como revelaba ya el recital de Franco Fagioli dedicado a Handel (DG). Pero con Maxim Emelyanychev se han convertido en los chicos de moda, como confirmaba recientemente el Serse del sajón, también para el sello amarillo. Justamente, porque la dirección y el sonido instrumental son estratosféricos. Desde luego, el polaco no podía aspirar a debutar en solitario mejor acompañado.
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