Italia
En el quinto aniversario de la muerte de Abbado
Jorge Binaghi

Parece muy correcto proponer como homenaje uno de los ‘rossinis’ que marcaron una época en la Scala de Abbado y en su conjunción con los espectáculos deliciosos, llenos de humor fino e ironía no exenta de ternura de Ponnelle. Se completó con la proyección en la sala de Piermarini de la grabación en video remasterizada de El barbero de Sevilla -+ ‘licencias’ de calibre grueso, que siempre tienen segura repercusión en cualquier sala, pero que se dan de bofetadas con el espíritu antes aludido. Y puestos a afinar, se me ocurre que había a disposición alguna batuta más interesante que la de Dantone, que desde el principio ofreció sonoridades excesivas, trazo pesado y no se movió de allí, logrando un final del primer acto (que fue el mejor) un tanto emborronado.
Por supuesto, orquesta y coro masculino estuvieron inobjetables en lo técnico. El reparto también causa algo de perplejidad.
Crebassa no es una virtuosa ni una voz excepcional. Es una artista fina, de buen centro, relativo volumen, poco grave (y engolado) y agudos metálicos y blanquecinos; es buena artista, pero como su timbre, anónima, y fue una buena Angiolina hasta el sexteto ‘Questo è un nodo avviluppato’. Pero el gran rondó fue sólo correcto.
De las hermanastras salió mejor servida Tisbe (Capitelli) que la en exceso estrafalaria –tanto en la actuación como en el canto- Clorinda (Giorgadze), ambas alumnas de la Academia de la Scala.
Mironov en Ramiro resultó aún más insuficiente que en su reciente Lindoro de la Italiana en Barcelona. La voz pareció aún más pequeña, y la buena presencia y técnica no alcanzan ni para el aria del segundo acto ni para decir con alguna autoridad recitativos y frases que perdieron en expresividad.
Mejor estuvo el aspecto de los roles cómicos o semiserios. Alaimo fue un buen Dandini, algo exagerado en algún momento, pero sus agilidades fueron suficientes si no superlativas y el personaje –también con algo menos de volumen y un agudo más blanquecino que en otras ocasiones- existió.
Chausson es un especialista de Magnifico y su longevidad vocal causa admiración. Es cierto que él también en algunos momentos abusó de recursos que no eran coherentes con el espíritu del espectáculo original, pero fue indudablemente quien se llevó el gato al agua.
Gran sorpresa y expectativa por el retorno de Schrott encarnando por primera vez a Alidoro. El resultado fue bueno o incluso muy bueno (aunque la última estrofa de su gran aria figuró como ‘suprimida’ en el libreto de la función, y eso fue lo que ocurrió en el escenario, con lo que los fuegos de artificio fueron pocos) y el artista estuvo muy medido en sus intervenciones escénicas y en sus recitativos, óptimos todos ellos. Pero no sé si es un papel para su lucimiento o del que pueda esperar muchas satisfacciones o repeticiones. Mucho público y mucho aplauso a todos (el aria más aplaudida durante la función fue la de Ramiro).
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