Simeoni fue una Adalgisa que ha mejorado lo que en su caso ya era muy bueno.Era quien sonaba con más volumen, pero eso no es lo importante, sino que su voz se ajustó a la perfección a las necesidades de la parte, y la artista sigue trabajando en la intención del fraseo sea en recitativos o frases cantadas
En cuanto a la puesta en escena de 'Don Pasquale' uno se pregunta por qué se sigue llamando a Michieletto.¿Por qué esta penosa puesta en escena sigue circulando?Una puesta en escena que impide una correcta representación debiera ser puesta fuera de la circulación, ¿no?
¿Tiene sentido gastar dinero en este tipo de exhumaciones, de las que luego suele quedar un rastro en dvd?Yo creo que sí, no sólo porque puede aparecer la perla rara sino que hay que dar oportunidades a autores y obras que alguna vez tuvieron mucha (o alguna) repercusión y luego cayeron en el olvido.
El rol de la duquesa Elena se repartió entre Meade (dos funciones) y Rebeka (las restantes).La segunda tuvo protestas el primer día y flores en la función que vi yo.Meade fue una voz ideal, enorme, homogénea en calidad y volumen en todos los registros, sin la menor fisura, con una habilidad para filar, para dominar la respiración y el legato en su debut en el teatro que le valió una ovación impresionante al finalizar la función.
El público italiano perdió gran parte de la carrera de una de las mejores sopranos de las últimas épocas por la estupidez de algunos aquí mismo en una primera representación de 'Lucrezia Borgia'.La Fleming volvió una vez con Pappano y ...
Chailly ha impuesto una visión que parecía rehuir deliberadamente la espectacularidad en sí para insinuar un tono sombrío de sospecha, terror de todo tipo que se acentuaba por la presencia del fantasma del zarévich asesinado -francamente algo excesiva- al que obviamente sólo ve el mandante supuesto de su degüello
Antonacci realizó una interpretación fuera de serie.El personaje es agradecido y sus únicas dos escenas son de una enorme intensidad.Es difícil hacerlo mal, pero si en mis recuerdos dominaban la versión ‘tradicional’ de Hélène Bouvier o la personalísima de Régine Crespin, Antonacci las iguala con su dicción perfecta, su timbre inconfundible levemente melancólico, su fraseo entre distinguido, reservado y desesperado, y muestra una tercera forma de ser memorable.
Adrian Noble, quien durante muchos años estuvo al frente de la Royal Shakespeare, trabajó con detalle la gestualidad de todos los componentes de este complejo elenco y pretendió reproducir el Globe shakesperiano.
Sin estar ante una obra maestra, ‘L’aio nell’imbarazzo’ es una obra hoy poco frecuentada que merece claramente una reposición más frecuente a condición de encontrar intérpretes adecuados