Entrevistas

Entrevista con Demis Volpi

Juan Carlos Tellechea
martes, 19 de marzo de 2019
Demis Volpi © by Andreas Endermann Demis Volpi © by Andreas Endermann
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El joven y talentoso coreógrafo argentino, nacionalizado alemán, Demis Volpi, de 33 años, será director general y coreógrafo principal de la laureada compañía Ballett am Rhein, de las óperas de Düsseldorf y Duisburgo, a partir de la temporada 2020/2021. Así lo decidió por unanimidad el consejo de administración de dichos escenarios, reunido de forma extraordinaria este viernes 15 de marzo de 2019 en Düsseldorf. Volpi, firmó un contrato por cuatro años, hasta la temporada 2023/2024, y sucederá en el puesto al suizo Martin Schläpfer (59), quien pasará a dirigir en el futuro al renombrado Ballet Estatal de Viena (Wiener Staatsballett).

Demis Volpi, nacido en Buenos Aires, donde se formó primero, desde los 4 años de edad, para continuar después su educación en Canadá y Alemania, fue hasta 2017 coreógrafo residente del famoso Ballet de Stuttgart (Stuttgarter Ballett).,

Instantes después de la ceremonia oficial de firma del contrato, el nuevo coreógrafo fue presentado a la prensa por el director general de la citada comunidad de teatros, Christoph Meyer, así como por los responsables de cultura de dichas ciudades renanas, Hans-Georg Lohe (Düsseldorf) y Thomas Krützberg (Duisburgo), .

En su meteórica carrera, el coreógrafo, varias veces galardonado, en 2014 con el Deutscher Preis Zukunft (Premio Alemán del Futuro de la Danza), puso en escena desde 2006 (paralelamente a su labor como bailarín) más de 40 creaciones suyas, entre ellas su primer ballet narrativo, Krabat, de 2013, basado en la novela juvenil y de suspenso homónima de Otfried Preussler (1923-2013), así como Historia de un soldado, de 2015, inspirado en la suite homónima de Igor Stravinsky). Krabat fue el mayor éxito de taquilla de las últimas dos décadas del Ballet de Stuttgart. Algunas de sus coreografías combinan la ópera con la danza (Salomé, Muerte en Venecia, Fausto) e incluso logran borrar los límites entre los diversos géneros de las artes escénicas.

El contrato de Volpi como coreógrafo residente del Stuttgarter Ballett concluyó en 2017 y no fue prolongado por entender el entonces director general de dicha compañía en 2016, el canadiense Reid Anderson (sucedido en 2018 por el estadouniense Tamas Detrich), que el talento del joven argentino-alemán estaba más próximo a la creación teatral y a la narrativa que a la coreografía, a la que le dedica -según su argumentación- poco espacio en sus obras.

Como coreógrafo invitado, Volpi trabajó con el American Ballet Theatre, el Ballett Augsburg, el Badisches Staatsballett y el Ballet de Santiago de Chile. Tras su resonante éxito en 2013 cooperó con compañías como el Ballet Nacional del SODRE en Uruguay, el DanceWorks Chicago, el Ballett im Revier de Gelsenkirchen, el Ballet Nacional de Letonia, el Ballet de Dortmund y la Escuela Nacional de Ballet de Canadá, donde fue nombrado Artista Invitado Residente en 2014.

Ese mismo año Volpi asumió por primera vez la dirección artística de la puesta en escena de una ópera, Fetonte, de Niccolò Jommelli (1714-1774), estrenada en el Festival de Invierno de Schwetzingen (10 kilómetros al oeste de Heidelberg), en el estado de Baden-Württemberg.

En una entrevista con mundoclasico.com tras la rueda informativa, Volpi subrayó que su predecesor Martin Schläpfer hizo, indiscutiblemente, un muy buen trabajo en los últimos diez años en el Ballett am Rhein. La compañía está en muy buen estado y el repertorio es fuerte. Creo que podemos seguir evolucionando en varias direcciones. Desearía poder traer mi propio trabajo en la forma de ballets enteros que cuenten una historia concreta. Eso va a ser algo nuevo para Düsseldorf/Duisburgo, algo que no se ha visto aquí en la última década, y -a partir de ahí- seguir buscando lugares, artísticamente hablando, para que los distintos lenguajes coreográficos puedan ser mostrados y desarrollados también.

Los formatos que ha presentado hasta ahora Schläpfer con la participación en una velada de varias obras de diferentes coreógrafos, son interesantes y hay que mantenerlos, buscando un equilibrio entre los distintos tipos de formatos que se van a presentar, pero creo que las funciones con varios lenguajes coreográficos pueden llegar a ser muy interesantes, agregó Volpi, quien colgó sus zapatillas de danza en 2013 para concentrarse específicamente en la creación de nuevos ballets.

He aquí una parte de la breve entrevista mantenida:

Juan Carlos Tellechea: ¿Lo tuyo es neoclasicismo, pero es un neoclasicismo a la...Volpi?

Demis Volpi: Esperemos que a la Volpi, sí...o sea, creo que es muy dificil hablar en palabras del propio trabajo...creo que el trabajo habla por sí mismo...hay que venir a verlo para saber qué es lo que es.

¿William Forsythe fue para ti un buen modelo?

Forsythe es un ejemplo interesante. Él tiene un espectro enorme en su trabajo. Ha hecho ballets también con una narrativa. Ha hecho óperas, empezó desde un punto muy clásico y desarrolló un lenguaje superreconstruído; desarmó el lenguaje clásico, lo volvió a armar, y ahora está creando otra vez un estilo muy neoclásico. Entonces creo que es un buen ejemplo de que un artista no tiene que ser puesto en una caja, sino que el desarrollo artístico tiene que ser libre de toda denominación. Sé que hay que ponerle un nombre a las cosas, pero mi trabajo no es nombrarlas, mi trabajo es crearlas.

¿John Cranko es también un muy buen modelo para ti?

Cranko es uno de los coreógrafos que mejor sabe contar historias y, sobre todo sus tres grandes ballets (Romeo y Julieta, Onegin, El lago de los cisnes), son obras maestras. Es un ejemplo de cómo una historia puede ser contada, pero también hay que ir averiguando de qué otra manera puede ser contada la historia.

¿Y aquí, si la dirección de la Ópera de Düsseldorf y del Teatro de Duisburgo está de acuerdo, piensas combinar ópera con ballet?

Creo que todo diálogo es interesante. He tenido ya varios trabajos en los que he combinado cantantes con bailarines y creo que hemos logrado crear formas muy especiales que son muy difíciles de definir o de explicar, pero que son muy intensivas en su emocionalidad.

Has dicho en la rueda de prensa que tu lengua materna es la danza, explícanos un poco más tu filosofía...

La danza, en realidad, es la lengua materna de todas las personas. Estoy convencido de que es la primera forma en la que hemos comunicado, la empatía motórica. Hay estudios al respecto. A través de la empatía motórica entre las personas es como nosotros recibimos la mayor cantidad de información los unos de los otros, es una forma superrefinada de llevar esto a cabo. Por eso creo que la danza tiene una enorme posibilidad de romper con ciertos límites culturales, porque no hay un idioma que habla, no es un proceso necesaria y puramente intelectual, sino que es a través del corazón, es algo superemocional, un lenguaje muy directo.

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