Alemania
Bailando y retozando con un bribón
Juan Carlos Tellechea

El pícaro Till Eulenspiegel, un personaje folclórico del norte de Alemania y de los Países Bajos, de cuyas travesuras mucho se ha escrito en los últimos 500 años, e incluso compuesto música (verbigracia Richard Strauss en 1895) y hasta le ha sido consagrada una preciosa rosa floribunda roja, es objeto ahora de una pieza del célebre coreógrafo suizo Martin Schläpfer, director artístico de la compañía Ballett am Rhein, estrenada mundialmente y con gran éxito este sábado 9 de marzo de 2019 en el Teatro de Duisburgo.
Ulenspiegel Dances*, tituló Schläpfer su nueva pieza, tomando el nombre en bajo alemán del mítico personaje que habria vivido en el siglo XIV (se dice que nació en 1300 en Kneitlinger/ducado de Brunswick y murió en 1350 en Mölln/Schleswig Holstein) y habría vagado a través del Sacro Imperio Romano Germánico, especialmente por el norte de Alemania, pero también por los Países Bajos, Bohemia e Italia.
El coreógrafo juega incluso con la construcción lingüística y literaria del apellido del embaucador y bufón (Eulen : lechuza o búho, símbolo de la sabiduría o de la filosofía; Spiegel : espejo, fiel reflejo de la realidad) y echa mano de esos elementos, tanto en su lenguaje coreográfico como en la escenografía (Keso Dekker, también vestuario y vídeo).
Este personaje medieval es en realidad el emblema de una forma de ver el mundo y de aproximarse a él con una distancia crítica y a la vez socarrona, despojada de la complacencia hacia los demás y de los convencionalismos sociales. Sus motivaciones y su naturaleza, sin embargo, no son estrictamente del Medievo; pertenecen a cada convulsión histórica, a cada momento de cambio y de transformación profunda de la sociedad.
El primer relato literario sobre las andanzas de este bribón, amante de la diversión, irreverente y siempre dispuesto a burlarse de los demás, data de 1510 (Ein kurtzweilig lesen von Dil Ulenspiegel, geboren vß dem land zu Brunßwick, wie er sein leben volbracht hat […] (Una breve lectura de Dil Ulenspiegel, nacido en la tierra de Brunswick, cómo llevó a cabo su vida) de autor anónimo, editado por el impresor gráfico Johannes Grüninger, de Estrasburgo. Escrito en alto alemán el texto parece basarse en alguna versión todavía anterior en bajo alemán por algunos juegos de palabras empleados.
Por su increíble complejidad, Till Eulenspiegel permite que se lo interprete de diferentes maneras, que se lo adapte a distintos contextos; su naturaleza es la ambigüedad y en su persona confluyen los opuestos de forma inesperada aunque equilibrada.
En cuanto a la música, Schläpfer ha preferido a Serguéi Prokófiev (Sinfonía número 7 en do sostenido menor opus 131) para guiar los movimientos de sus 18 bailarines, a quienes Till Eulenspiegel envía gestos diabólicos, se burla de ellos y les hace ver ante un espejo la representación de su propia sociedad. La composición es ideal, porque también está llena de misterio, es alegre, soñadora, juguetona, con una ligereza, quizás toda una ironía, oscilando constantemente en las situaciones límite. La orquesta Filarmónica de Duisburgo, dirigida por Wen-Pin Chen, nos dejó una interpretación magistral, con mucha vitalidad, abundante colorido y transmisión de diferentes estados de ánimo.
Todo el elenco de la compañía Ballett am Rhein, sin excepciones y con la carismática bailarina japonesa Yuko Kato a la cabeza (en el Moderato, en el Andante espressivo y en el Vivace) se destacó maravillosamente en la interpretación.
Schläpfer, empleó por primera vez, y con gran acierto, proyecciones de vídeo en su coreografía. El espacio para danzar fue decorado con delicadas cintas, detrás de las cuales se veían las imágenes proyectadas. Al principio mostraban a un enorme búho de espaldas que de pronto gira su cuerpo hacia la platea. Parece un demonio con su aleteo de malos presagios.
Más adelante, se despliega sobre la pantalla de fondo la foto de una sala teatral, es la de la Wiener Staatsoper (Ópera Estatal de Viena), cuya compañía de danza (Wiener Staatsballett) dirigirá Schläpfer a partir de la temporada 2020/2021. La imagen se amplía hasta que las galerías se convierten en blancas franjas; algo así como que la tradición puede ser transformada en abstracción artística.
Así, abstractos, son precisamente los interesantes ballets de este director suizo, nacido en Altstätten/cantón de San Galo en 1959, y descendiente de una familia de campesinos montañeses del vecino cantón de Appenzell Rodas Exteriores (predominantemente protestante).
Eulenspiegel no es de ninguna manera un héroe que hace bromas inofensivas. Todo lo contrario. Es un granuja impredecible que aparece aquí, allá y acullá, como hombre o como mujer o como ser indefinido, tanto en sus desplazamientos como en su gestualidad, mas siempre claramente reconocible, como una figura poco seria que, sin embargo, no piensa en vano, sino con sabiduría; un espíritu estridente e inconformista que no se contenta con la armonía. No es solamente un personaje de la Edad Media, o por lo menos sus motivaciones y su naturaleza no lo son.
Estos acicates pertenecen a cada convulsión histórica, a cada momento de cambio y transformación profunda de la sociedad y expresan una determinación crítica necesaria en cualquier época como contrapeso del sistema de dominación social y mental a todos los niveles. Sin ellos la verdad permanecería oculta o negada, y la vida seguiría siendo un simulacro impuesto desde el discurso oficial del poder, y desde la conciencia auto-censurada del ser humano, la cual tiende a ser hipócrita y de doble moral.
El búho se inclina ante nosotros y nos ausculta con escrutadora mirada, nos hipnotiza. Sobre su perfil se transparentan el paseo del primer hombre en la luna y el rostro del dictador soviético Iósif Stalin y con él el terror atemporal de la tiranía. La rapaz nocturna entrecierra sus ojos, impresionada, sabia y diabólica, y al igual que nuestro personaje no se hace ilusiones sobre la naturaleza del ser humano.
Till es el prototipo del desorden incesante, a veces ingenuo, guasón y por momentos frío, inescrupuloso, ocultando siempre su malévolo instinto. Y allí quedan al desnudo las rupturas que siguen hasta hoy. Cualquier similitud con personas o hechos de nuestros días no es puramente casual. Con su lujuria por lo destructivo, Eulenspiegel es un espejo crítico y mordaz que muestra a quien lo mira sus propios errores, que revela con su reflejo lo verdadero y mucho más de lo que es perceptible superficialmente. Está loco y cuerdo al mismo tiempo, es intelectual y corpóreo, mentiroso y sincero a la vez. Posee una identidad y muchas personalidades simultáneamente. Se mueve en la sociedad humana y, sin embargo no está apegado a ella o a sus frutos. Representa el movimiento constante, el libre albedrío, la espontaneidad, el ingenio; y el caos que en él mora es germen creativo.
Sinfonía número 1
También en el segundo estreno mundial de la velada b.38, la coreografía titulada Sinfonía número 1*, del director del Ballett am Rhein, Remus Şucheană, trata de lo abisal en el ser humano que siempre desemboca en agresión. Şucheană muestra con los acordes de la Sinfonía número 1 de Serguéi Rajmáninov escenas de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), desde la despedida de los soldados de sus familias, pasando por las marchas hacia el frente y los combates en los campos de batalla, hasta las violaciones y la muerte. El paisaje fantástico (Darko Petrovic, también vestuario) al fondo está inteligentemente iluminado (Volker Weinhart) y tiene un resplandor misterioso.
Lamentablemente, el trabajo del coreógrafo, con métodos y movimientos convencionales, se queda en la superficie, en lo descriptivo sin profundizar en las causas y consecuencias de aquella horrenda conflagración bélica mundial. Verbigracia, cuando se propaga la noticia sobre la muerte de dos soldados ésta es transmitida por dos bailarinas que entregan a sus viudas los uniformes doblados de sus maridos.
Por supuesto, no es nada facil, por el contrario, es una cuestión muy complicada retratar las crueldades y el horror de una guerra, porque la barbarie es dificil de representar e imposible de estetizar. Sin embargo, hay que tener y aportar nuevas ideas para lograr una buena aproximación a la temática y esto es lo que faltó aquí. El coreógrafo trató de traducir las imágenes realistas al lenguaje corporal de la danza, mostró muchos detalles que han sido y son objeto de reflexión, pero no pudo escapar a los clichés en la materia, aún cuando logra un enfático final en el que al menos devuelve la individualidad a las víctimas de la beligerancia tras sucumbir. La mayor atención fue concitada por el bellísimo pas de deux de la primera bailarina brasileña Marlúcia do Amaral con el solista estadounidense Chidozie Nzerem en el Larghetto.
One Flat Thing, Reproduced
Energía es la que dilapida a manos llenas el célebre coreógrafo William Forsythe (Nueva York, 1949) con su obra One Flat Thing, Reproduced*, creada en 2000 para el Ballet de Frankfurt, del que fue su director, y que ocupa la parte central de esta velada. Los bailarines, vistiendo atuendos deportivos (Stephen Galloway), arrastran simultáneamente hasta la boca del escenario 15 mesas de 2 metros de largo por 1,5 de fondo con armazón de aluminio y tablero de madera pintadas de blanco (escenografía e iluminación también Forsythe) y las colocan en tres filas de cinco unidades cada una a lo ancho.
Vista desde la platea la instalación semeja una serie de barras de entrenamiento de ballet. El estruendo que desata el desplazamiento de los muebles marca el comienzo de la música sincopada del compositor neerlandés Thom Willems (desde la banda sonora) a cuyo ritmo danzan ininterrumpidamente los 14 bailarines por encima, por debajo y por los lados de las mesas. La coreografía es sumamente compleja y exige de los intérpretes un máximo de concentración, precisión y, ni que hablar, un más que excelente estado físico. A veces la música parece copiar los sonidos de las computadoras. En otros pasajes es como si Willems hubiera acercado el micrófono de una grabadora a una sartén en la que crepita el aceite hirviendo mientras prepara dos huevos fritos o a una inmensa masa de hielo que comienza a resquebrajarse antes de estallar con un atronador ruido.
La genialidad e imaginación de Forsythe en esta fresca y vital coreografía (¡creada hace 20 años!) no tiene límites, En 1970 había revolucionado la danza con un avance inesperado del ballet académico. Mientras otros se distanciaban del género clásico, él enriquecía su vocabulario con formas antes consideradas erróneas. Los movimientos se retuercen, se doblan, se desmontan y vuelven a armar en otro espacio diferente. One Flat Thing, Reproduced se encuentra al final del espectro de aquellas exploraciones forsytheanas. Inspirado por los libros sobre las expediciones al Polo Sur, Forsythe desarrolló una pieza más densa que culmina en un aparente caos de los cuerpos en medio de mesas perfectamente dispuestas. El coreógrafo estadounidense las compara con el hielo, las denomina superficies suaves e impredeciblemente peligrosas, sobre todo cuando esas gigantescas masas comienzan a quebrarse por efectos del cambio climático.
Los aplausos y ovaciones, de pie, del más de un millar de espectadores que abarrotaban la sala duraron más de 20 minutos con dos o tres aperturas y cierres de telón. ¡Fue una velada inolvidable!
Notas
"Ulenspiegeltänze", ballet de Martin Schläpfer, con música de Serguéi Prokófiev (Sinfonía número 7 en do sostenido menor opus 131). Estreno mundial. Escenografía, vestuario y vídeo Keso Dekker. Vídeomontaje Christoph Schödel. Iluminación Volker Weinhart. Maestra de ballet Kerstin Feig. Intépretes: 1. Moderato: Yuko Kato, Cassie Martin, Marié Shimada, Pedro Maricato, Daniel Vizcayo, Eric White. 2. Allegretto – Allegro: Doris Becker, Brice Asnar, Alexandra Inculet, Rubén Cabaleiro Campo, Orazio Di Bella, Vincent Hoffman, Daniel Smith. 3. Andante espressivo: Feline van Dijken, Yuko Kato, Asuka Morgenstern, Daniel Vizcayo. 4. Vivace: So-Yeon Kim – Sonny Locsin, Yuko Kato, Eric White, Virginia Segarra Vidal, Orazio Di Bella, Pedro Maricato, Daniel Vizcayo. Orquesta Duisburger Philharmoniker. Director Wen-Pin Chien.
"Sinfonía número 1", ballet de Remus Şucheană, con música de Serguéi Rajmáninov (Sinfonía número 1 en re menor opus 13). Estreno mundial. Escenografía y vestuario Darko Petrovic. Iluminación Volker Weinhart. Maestra de ballet Julie Thirault. Intérpretes: 1. Grave – Allegro ma non troppo: Michael Foster, Arthur Stashak, Eleanor Freeman, Aleksandra Liashenko, Ann-Kathrin Adam, Marlúcia do Amaral, Sonia Dvořák, So-Yeon Kim, Helen Clare Kinney, Marjolaine Laurendeau, Sinthia Liz, Filipe Frederico, Philip Handschin, Tomoaki Nakanome, Chidozie Nzerem. 2. Allegro animato: Rubén Cabaleiro Campo, Boris Randzio, Eric White, Brice Asnar, WunSze Chan, Sonia Dvořák, Helen Clare Kinney. Sinthia Liz. 3. Larghetto: Marlúcia do Amaral, Chidozie Nzerem, Eleanor Freeman, Helen Clare Kinney, Aleksandra Liashenko, Filipe Frederico, Philip Handschin, Tomoaki Nakanome, Boris Randzio. 4. Allegro con fuoco: Ann-Kathrin Adam, Marlúcia do Amaral, Wun Sze Chan, Sonia Dvořák, Eleanor Freeman, So-Yeon Kim, Helen Clare Kinney, Marjolaine Laurendeau, Aleksandra Liashenko, Sinthia Liz, Brice Asnar, Rubén Cabaleiro Campo, Michael Foster, Filipe Frederico, Philip Handschin, Tomoaki Nakanome, Chidozie Nzerem, Boris Randzio, Arthur Stashak, Eric White. Orquesta Duisburger Philharmoniker. Director Wen-Pin Chie
"One Flat Thing, Reproduced", con coreografía, escenografía e iluminación de William Forsythe y música de Thom Willems (banda sonora), estrenada en 2000 por el Ballet de Francfort. Vestuario Stephen Galloway. Preparación Thierry Guiderdoni & Ayman Harper. Maestro de ballet Uwe Schröter. Intérpretes: Rashaen Arts, Doris Becker, Orazio Di Bella, Wun Sze Chan, Sonia Dvořák, Philip Handschin, Vincent Hoffman, Aleksandra Liashenko, Pedro Maricato, Cassie Martin, Bruno Narnhammer, Marié Shimada, Alexandre Simôes, Daniel Vizcayo.
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