Artes visuales y exposiciones

Leonardo, titán enigmático y primer genio universal de la Humanidad

Juan Carlos Tellechea
viernes, 29 de marzo de 2019
Leonardo da Vinci © 2019 by Prestel/Randomhouse Leonardo da Vinci © 2019 by Prestel/Randomhouse
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Hace 500 años, el 2 de mayo de 1519, murió Leonardo da Vinci, el creador de la fascinante Mona Lisa (1503), la pintura más famosa del mundo, expuesta con su misteriosa sonrisa detrás de un cristal blindado de triple seguridad y admirada a diario por miles de visitantes en el Museo del Louvre de París.

Tanto en Italia (Roma, Florencia, Turín, Venecia) como en diversas partes del mundo, desde Mónaco a Berlín, pasando por Chicago y llegando hasta China, se realizan a lo largo de este año exposiciones alusivas, se acuñan nuevas monedas, se imprimen nuevas estampillas postales, se exhiben filmes documentales, se montan espectáculos multimedia, como el que organiza una antigua central térmica de energía de Leipzig convertida en un centro de exposiciones de arte, y se realiza todo tipo de actos extraordinarios relacionados con la magna fecha.

Lionardo di ser Piero da Vinci, según su partida bautismal, nacido el 15 de abril de 1452 en Anchiano, cerca de Vinci, y fallecido en Amboise, a orillas del Loira, en el centro de Francia, fue un polímata florentino del Renacimiento italiano que tuvo una vida sumamente intensa y al que se le antribuyen más de una veintena de cuadros. La última cena (1495-1498), el impresionante fresco pacientemente restaurado durante más de 20 años, milímetro a milímetro, puede admirarse otra vez desde hace ya algún tiempo en la basílica y convento dominico de Santa Maria delle Grazie, en Milán a la que también acuden todos los días millares y millares de fieles y turistas.

Alumno del pintor, escultor, herrero, fundidor y orfebre cuatrocentista florentino Andrea del Verrochio (h. 1435-1488), a quien debe su formación multidisciplinaria, Leonardo descendiente de una rica familia de la nobleza italiana, era hijo ilegítimo de messer Piero Fruosino di Antonio, notario, canciller y embajador de la República de Florencia, que dejó embarazada a Caterina di Meo Lippi, de 15 años de edad, una humilde adolescente de origen campesino.

Según el historiador del arte Alessandro Vezzosi, discípulo de Carlo Pedretti, fundador y director del Museo Ideale da Leonardo da Vinci, de la ciudad natal del artista, y uno de los más destacados expertos internacionales en la materia, está probado que Piero era propietario de una esclava de Oriente Medio llamada Caterina, que fue madre de un niño llamado Leonardo.

La tesis de este origen se vería apoyada además por la reconstrucción de sus huellas digitales (más de 200 se encontraron en sus obras y manuscritos, porque afortunadamente Leonardo acostumbraba a comer mientras trabajaba), según una investigación realizada por el antropólogo y profesor Luigi Capasso, de la Universidad Gabriele d'Annunzio, de Chieti (Abruzos).

Piero ya estaba prometido en matrimonio y el niño fue entregado al abuelo paterno, Antonio da Vinci, quien probablemente entregó una cierta cantidad de dinero a la madre como dote para que pudiera casarse. Leonardo tuvo cinco madrinas y cinco padrinos, todos habitantes del pueblo. En declaraciones de impuestos de 1457, Antonio declaró que su nieto vivía con él.

En la casa paterna, donde fue tratado como un hijo legítimo, pasó cinco años. Aprendió a leer y a escribir, adquirió conocimientos de aritmética, pero no de latín, base de la enseñanza tradicional. Su caótica ortografía denota que su instrucción no estuvo exenta de lagunas o que, en todo caso, no fue un universitario. De acuerdo con investigaciones paralelas, Caterina aparece posteriormente casada con un campesino, Antonio di Piero Buti del Vacca, con quien tuvo cinco hijos.

Entretanto, el padre habría contraído matrimonio con una joven de dieciséis años de una rica familia de Florencia, Albiera degli Amadori. Ésta, al no tener hijos, volcó su afecto en Leonardo, pero murió siendo muy joven debido a complicaciones de parto, en 1464. Aunque era considerado plenamente desde su nacimiento como hijo de su padre, Leonardo nunca fue reconocido formalmente por éste como un hijo legítimo. Su padre se casó cuatro veces en total, y tuvo diez hijos y dos hijas legítimos. De estas relaciones, el joven Leonardo tuvo un muy buen vínculo con la última esposa de su padre, Lucrezia Guglielmo Cortigiani, afecto evidenciado en una misiva en la que se dirige a ella como querida y dulce madre.

Leonardo da Vinci, se titula el catálogo con la obra completa actualizada y una biografía minuciosamente detallada del artista que acaba de publicar la editorial Prestel/Randomhouse. Su autor Alessandro Vezzosi es el más importante e influyente conocedor de la obra de Leonardo da Vinci en el siglo XX, profesor honorario de la Accademia delle Arti del Disegno de Florencia. Uno de los enfoques originales de su trabajo es la descripción que hace Vezzosi del encauzamiento artístico de Leonardo, la organización de su taller y un análisis exhaustivo de cada una de las pinturas.

Leonardo fue a la vez pintor, escultor, arquitecto anatomista, paleontólogo, humanista, botánico, científico, escritor filósofo, mecánico, ingeniero, inventor, músico, poeta, cartógrafo y urbanista (la nómina está indudablemente incompleta); el primer genio universal de la Humanidad y de todos los tiempos. Murió en Francia (bajo el mecenazgo de Francisco I) acompañado de su alumno y secretario, el pintor renacentista Giovanni Francesco Melzi (1493-1572 o 1573), a quien legó sus proyectos, diseños y pinturas. Melzi, un artista de gran talento, ayudó a Leonardo en sus últimos años, ya que éste para ese entonces no podía utilizar más sus propias manos.

Medio en broma, medio en serio -con Niccolò Machiavelli uno nunca está seguro- el populista y neofascista ministro del Interior italiano Matteo Salvini, habla de recuperar a la Mona Lisa, aunque sabe que la misión es imposible. Hay mucha rivalidad entre Italia y Francia por presentar el mejor homenaje a Leonardo. El 2 de mayo el presidente francés Emmanuel Macron y el jefe de Estado italiano, Sergio Mattarella, evocarán juntos el aniversario de su muerte.

La mera atribución de Salvator Mundi (en torno al 1500) a Leonardo o alguno de sus discípulos hizo no hace mucho de esta obra la pintura más cara (450,3 millones de dólares) jamás comercializada en el planeta, lo que ha despertado asimismo sentimientos encontrados. Nada menos que el príncipe heredero de Arabia Saudita Mohammed bin Salman, sospechoso de estar detrás del asesinato del periodista Jamal Khashoggi, fue el comprador del cuadro en la subasta internacional de Christie's en Nuva York en 2017.

Al parecer, desde el punto de vista de la estricta religión islámica de su país, bin Salman rebasó los límites de la tolerancia y finalmente tuvo que cambiar el óleo (y temple) sobre madera por un lujoso yate de la flota real de Abu Dhabi, cuyo jeque Mohammed bin Zayed había concurrido con él en la puja. La imagen debía exhibirse en el Louvre de Abu Dhabi, pero como hay serias dudas sobre la autoría de Leonardo o de su taller su presentación fue pospuesta por tiempo indefinido. Al parecer el 80% de la obra pudo haber sido realizado por su discípulo Bernardino Luini y solo 20% por el mismo maestro personalmente.

Todas estas increíbles implicaciones sigue teniendo hoy en día su obra. Habría sido su abuela por línea paterna, Lucia di ser Piero di Zoso, una ceramista, la persona que probablemente lo inició en las artes. Un conocido mito y presagio refiere a que un milano (ave rapaz de tamaño mediano y plumaje pardo rojizo), venido del cielo habría hecho un vuelo estacionario sobre su cuna, tocando su cara con la cola. No olvidemos que estamos también en tiempos de supersticiones y de creencias ocultistas y ésta parece ser una más; pero se non è vero è ben trovato.

Con Verrochio Leonardo aprendió las bases de la química, de la metalurgia, del trabajo en cuero y en yeso, de la mecánica y de la carpintería, así como de diversas técnicas artísticas (incluso estudió para ello la anatomía del cuerpo humano) como el dibujo, la pintura y la escultura sobre mármol. Igualmente, recibió formación en ciertas habilidades como la preparación de los colores, el grabado y la pintura de frescos.

Al darse cuenta del talento excepcional que mostraba Leonardo, Verrocchio decidió que su discípulo terminara algunos de sus trabajos. La presente reseña no pretende, ni por lejos, ser tan exhaustiva, por lo que nos limitamos a mencionar solo uno de ellos, Bautismo de Cristo (1472-1475).

Cuando Leonardo da Vinci nació en 1452, Europa se encontraba en un período de transición desde la Edad Media al período moderno. Es la época del Renacimiento, que comienza en Italia y se caracteriza por múltiples cambios. Las viejas creencias temblaban y colapsaban, la economía crecía a un ritmo tremendo, se estaban haciendo invenciones revolucionarias, y de todo el mundo llegaban a Europa informes sobre países hasta entonces desconocidos.

Giorgio Vasari, biógrafo del siglo XVI de los pintores del Renacimiento, cuenta en Le Vite (1568), la historia de un campesino local que pidió a ser Piero que su talentoso hijo le pintara una imagen sobre una placa. Leonardo pintó entonces una representación de un dragón escupiendo fuego, tan bien realizada que ser Piero la vendió a un mercader de arte florentino, quien a su vez la revendió al duque de Milán. Tras haberse así beneficiado con la venta, ser Piero compró una placa decorada con un corazón atravesado por una flecha, la cual entregó al campesino.

Varias biografías y libros sobre sus creaciones han sido publicados asimismo en los últimos meses para conmemorar el Quinto Centenario de Leonardo. Entre ellos, uno sumamente interesante titulado Leonardos Erbe (La herencia de Leonardo), de la editorial Penguin Verlag, del escritor alemán Matthias Eckoldt (Berlín, 1964), especializado en temas científicos.

Más de 80 inventos se le atribuyen a Leonardo (inscrito en la corriente tecnicista del Renacimiento), genio universal de todos los tiempos, entre ellos el submarino, el traje de buceo con escafandra, el helicóptero, el automóvil y la máquina impresora (seguramente es más pequeña la lista de las cosas que no fueron de su invención). Sin embargo, en vida no llegó a construir ningún prototipo; por suerte, porque el resultado hubiera sido a lo mejor muy extraño, como en el caso de sus varias máquinas textiles, o muy peligroso, en el peor de los casos, como su artefacto volador con alas vibratorias, productos de su observación sobre la regularidad de los movimiento. El telar mecánico, la máquina de cardar y la de afeitar sábanas, lo convirtieron en el primero que probablemente trató de mecanizar una fabricación industrial.

Los fascistas italianos se apropiaron de la figura de Leonardo, desvirtuándola, instrumentalizándola y manipulándola para sus fines, y los populistas-neofascistas intentan hacer otro tanto ahora. La imagen del genio técnico universal es relativamente reciente y proviene de aquellos, Para Benito Mussolini, Leonardo da Vinci era el hombre modelo fascista, el técnico viril que hace su mundo con sus máquinas de guerra, en el que las mujeres no tienen sitio.

¿Fue Leonardo un artista de corte oportunista se preguntan algunos biógrafos? A lo largo de su devenir salió siempre bien con todos los regímenes cambiantes y parcialmente sangrientos que confrontó durante el Renacimiento. No era lo suyo contentar a sus clientes y odiaba que se entrometieran en su labor. Si hubiera sido un oportunista nunca se habría comportado de este modo. Por otro lado, no debió haber sido lo suficientemente importante como para posicionarse políticamente.

Algunos han llegado incluso a dudar de que la polifacética figura de Leonardo haya existido realmente y señalan que pudieron haber sido varias personas diferentes las que hicieron todo lo que se le atribuye. Para muchos, es en realidad el inventor del hombre moderno y pionero de la ciencia de nuestros días, para otros un artista excepcional que se diluye más en lo científico. Su persona y su obra fascinan hasta hoy y continúa siendo la de un enigmático titán que nunca será posible abarcar y comprender totalmente.

Estando en Roma y mientras estudiaba la producción de imágenes concibió la máquina para pulir espejos, que supuso la resolución de un cierto número de problemas para obtener superficies regulares, planas o cóncavas. Leonardo da Vinci, paradójicamente, se interesó escasamente por los inventos de su época hoy considerados muy importantes, como la imprenta, si bien es autor de una de las más tempranas representaciones gráficas de una máquina impresora (prensa). Muy pocos de sus proyectos llegaron a hacerse realidad, entre ellos la máquina para medir el límite elástico de un cable.

Eckoldt no se queda en el borde o en la cara exterior de las supuestas invenciones, sino que llega al fondo para explicar cada una de ellas y cómo es que se han producido algunas ilusiones y malentendidos en la materia. La mayoría no eran realizables durante esa época. No es que el autor trate de derribar a un santo de su pedestal. Leonardo no era un icono, sino que era como era, inestable e inconsecuente, tenía dificultades para finalizar lo que había empezado y se desanimaba fácilmente. A menudo le fallaba el afán perfeccionista. Como creador, de joven convenció a los clientes de proyectos casi imposibles, que luego fracasaron rápidamente, como la estatua ecuestre de ocho metros de altura que había diseñado para Milán. Sin embargo, como científico Leonardo dio grandes impulsos al conocimiento en las áreas de la anatomía, la ingeniería civil, la óptica y la hidrodinámica.

La formación recibida en el taller de Verrochio había ido más allá aún y se extendía a otros ámbitos culturales. Estudió cálculo algorítmico y mostró los buenos conocimientos que poseía citando a los dos abaquistas florentinos más relevantes, Paolo dal Pozzo Toscanelli y Leonardoo Chernionese. Posteriormente, Leonardo mencionaba asimismo el libro Nobel opera de arithmética de Piero Borgi, impreso en Venecia en 1484, y que representaba perfectamente el saber que tenía de estas escuelas.

Él artista se consideraba a sí mismo no solo como pintor, sino también como observador de la naturaleza y con capacidades sobrehumanas como ingeniero militar, tanto para la protección de ciudades como para su asedio. Así se presentaba en una carta ante la corte de Ludovico Sforza en Milán, algo que en la época debió de haber caído como si un ser de ciencia ficción venido de otra galaxia o un guerrero de Star Wars estuviera ofreciendo sus servicios.

Diseñó máquinas de guerra e inventó el rodamiento de bolas, pero también sentía una gran sensibilidad y no un triunfalismo sobre las cuestiones bélicas. Tras fugarse a Venecia en 1499, encontró empleo como ingeniero y desarrolló un sistema de barreras móviles para proteger la ciudad de los ataques terrestres. También proyectó el desvío del río Arno para irrigar los campos de la Toscana, facilitó el transporte e incomodó el acceso marítimo a Pisa, la rival de Florencia.

Lo cierto es que Leonardo había tomado otros caminos, muy diferentes a los emprendidos por la mayoría de sus contemporáneos. Fue la primera estrella conocida en la historia del arte. Sostenía, y con razón, que la obra de la naturaleza era mucho más dificil de comprender que el libro de un poeta; y que cada parte de una cosa contenía algo de la naturaleza en su conjunto. No quería medirse con sus competidores Michelangelo Buonaroti (1475-1564) y Raffaelo Santi (1483 - 1520).

Frente a ellos fue Leonardo quien primero superó ampliamente el mundo de la artesanía para llevar al arte a un nuevo estatus, a un sitial más elevado. La pintura era para él un trabajo intelectual, más que un ejercicio decorativo en nombre de los poderosos. Es por esa razón que hay tan pocas imágenes de su largo período creativo, aunque la gente realmente lo perseguía para encargarle obras. Leonardo aceptó muy pocas de esas comisiones y además necesitó años para terminar una pintura.

Su propia fama era lo más importante para él. A Leonardo se le adjudica la siguiente profética frase: alguien como yo raramente nace de nuevo, pero no es seguro que la haya pronunciado verdaderamente ni en qué momento. Si hubiéramos tenido la oportunidad y la dicha de entrevistarlo y le hubiésemos dicho: sí, sus palabras suenan muy bien, pero se ha ganado el mayor prestigio retratando a los poderosos de la época, Él seguramente nos habría respondido terminantemente: no, de ninguna manera, porque todos estos personajes pasan al olvido muy rápidamente.

La posteridad habría de medirlo más bien por haber pintado mayormente mujeres hermosas. Sus retratos femeninos eran impresionantemente modernos para aquel tiempo. Las nuevas imágenes que plasmó fueron revolucionarias. Leonardo creo el primer retrato psicológico en la historia del arte italiano. La Gioconda o La Mona Lisa (Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo ) o la aristócrata florentina Ginebra de Benci (1474-1478), admirada por su inteligencia, son mujeres seguras de sí mismas y para nada elementos de decoración. Ginebra mira abiertamente al espectador. Su inescrutabilidad y ambigüedad fascinan hasta nuestros días.

Hasta ese entonces las mujeres habían sido retratadas solo de perfil, el perfil de la castidad, como se le denominaba. Leonardo fue algo así como un temprano precursor de la emancipación femenina e hizo mucho más que cualquier otro pintor para que las mujeres fueran visibles en la sociedad de la época.

Leonardo da Vinci tuvo y tiene todavía hoy muchos biógrafos y cuantos más aparezcan tanto mejor para sacar a la luz nuevas facetas de su genio. Si lo miramos atentamente una y otra vez, descubriremos de nuevo secretos en él que todavía parecen ser necesarios hoy en día. Evaluando sus muchos cuadernos de apuntes, dibujos, diagramas y bocetos (llevaba uno siempre consigo para anotar de inmediato sus observaciones e impresiones) se puede comprobar que Leonardo trataba de explorar la naturaleza a través de la pintura, que rechazaba los cuentos de hadas de la narrativa cristiana y, en general, las enseñanzas doctrinales, por otra parte ridículas, de la Iglesia Católica, así como tampoco rendía culto a la Antigüedad. Era un hombre asombrosamente moderno, racionalista, un pre-enciclopedista ilustrado y muy adelantado a su tiempo.

De todas formas el Vaticano se sumará con un pequeño homenaje a este acontecimiento, exhibiendo el único cuadro de Leonardo que posee en propiedad, San Jerónimo (inconcluso), temple y óleo sobre tabla (1,03 m x 0,75 cm), de 1480, que representa a uno de los padres de la Iglesia, nacido en Estridón/Dalmacia alrededor del 340 y muerto en Belén en 420, traductor de la Biblia del hebreo y el griego al latín (Vulgata; todo teólogo sabe que contiene errores convertidos en dogmas de la Iglesia). El genial artista no legó ninguna pintura suya a la Santa Sede; vivió en su territorio entre 1514 y 1517, pero no le cayó simpático al papa León X (Giovanni di Lorenzo de Medici) y se fue. Su firma quedó estampada en un libro del obrador de la basílica de San Pedro (Fabbrica di San Pietro) conservado en sus archivos.

San Jerónimo pertenecía a la artista suiza del siglo XVIII Angelika Kauffmann (1741-1807) y fue adquirida por el Vaticano por encargo de Pío IX (1792-1878) durante su pontificado (1846-1878) para las colecciones de arte de contenido religioso de diferentes épocas que posee. La tabla será exhibida este año asimismo en el Metropolitan Museum de Nueva York y en el Louvre.

Leonardo decía que cada uno de nuestros conocimientos comienza siempre con unas reflexiones y cada realización, indefectiblemente, con los sentidos. Los sentidos son terrenales: la razón está fuera de ellos cuando contempla la vida y el mundo. La nada ---filosofaba--- es la privación del ser. Para sus contemporáneos, la figura del gran Leonardo da Vinci era sumamente dificil de entender: un genio desperdiciado, un excelente y talentoso pintor que perdía su tiempo en otras cosas que lo distraían de su quehacer artístico. Los otros intereses, especialmente la exploración del mundo, también le demandaban mucho tiempo. La historia de la Tierra le interesó tanto como la anatomía humana.

Un examen cuidadoso de los bocetos indica, sin embargo, que varias de estas tecnologías fueron o bien tomadas prestadas de predecesores inmediatos (la turbina hidráulica de Francesco di Giorgi Martini, la cadena de transmisión articulada de Mariano di Jacopo Taccola) o bien la herencia de una tradición más antigua (el martillo hidráulico se conocía en el siglo XIII, los sifones, los acueductos y las tuberías de plomo para la conducción de agua datan de la obra del senador y comisionado romano Sexto Julio Frontino; los autómatas recreativos ya habían sido descritos en la época helenística precristiana).

Un dibujo realizado en China para la construcción de un puente hace un milenio fue encontrado en uno los bocetos de Leonardo 500 años después. Era un coleccionista y estaba en vías de componer una especie de enciclopedia del conocimiento. De los millares de apuntes y diseños que realizó (entre ellos los Códices Madrid I y II encontrados en los archivos de la Biblioteca Nacional de España en 1964; y el Códice Atlántico, en la Biblioteca Ambrosiana de Milán), muchos se han perdido desde su muerte y la mayoría de los que todavía se conservan se encuentran en los archivos del Vaticano. Pero Leonardo también fue un innovador, concibió el desarrollo de un robot, capaz de hacer varios movimientos como un ser humano. Fue probablemente uno de los primeros ingenieros de su época que se interesó por el trabajo mecánico de los metales y en particular del oro, el más maleable.

El vuelo de las aves era algo que lo alucinó la mayor parte de su vida (autor del Códice sobre el vuelo de los pájaros, de 1505. guardado en la Biblioteca Real de Turín) y realizó muchos estudios al respecto (inventó incluso un túnel de viento aerodinámico para sus experimentos), así como diversos planos de varios artefactos voladores. Verbigracia un helicóptero primitivo denominado tornillo aéreo, un paracaídas y un ala delta de bambú. Pese a que gran parte de esos proyectos son considerados irrealizables, el alta delta fue finalmente construída y tras añadirle unos estabilizadores vuela hoy con éxito. Es posible que Leonardo estimase que los sistemas de vuelo similares a los de los murciélagos fueran los que tendrían mayor potencial para ser llevados a la realidad.

Diversos museos, entre ellos el castillo de Clos-Lucé de Amboise, el de los Condes de Guidi en Vinci, y el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología Leonardo da Vinci de Milán poseen numerosas maquetas, construídas en tamaño real, basadas en las indicaciones de los bocetos y los cuadernos de Leonardo, así como en sus explicaciones sobre los diferentes trabajos.

Leonardo también llegó a estudiar arquitectura. Fue influido por la obra del arquitecto, escultor y constructor de máquinas Filippo Brunelleschi (1377-1446), cuyo restos descansan en la Catedral de Florencia. Leonardo proyectó incluso sobreelevar el Baptisterio de San Juan de Florencia, así como crear una torre-linterna para la catedral de Milán. Utilizaba a menudo la forma octogonal para los edificios religiosos y circular para los militares.

Debido a la peste que azotó Milán entre 1484 y 1485, diseñó una ciudad teoricamente perfecta con ejes de circulación optimizados y condiciones de vida de alta calidad, en una visión caracterizada no por las distinciones sociales, sino por las funcionales, a imagen de los órganos del cuerpo humano. Trabajó también en el diseño de jardines, pero por desgracia, muchos de sus estudios arquitectónicos se han perdido.

En 1502 Leonardo diseñó un puente de 240 metros para un proyecto de ingeniería civil del sultán otomano Beyazid II (1447/48-1512) que gobernó desde 1481 hasta su muerte. El puente debía servir para franquear el Cuerno de Oro. Beyazid abandonó el proyecto porque consideraba que la construcción sería imposible. La visión de Leonardo fue resucitada en 2001 cuando se construyó en Noruega un pequeño puente basado en su concepto; hasta que el 17 de mayo de 2006 (¡mira por donde!) el gobierno turco decidió construir el puente de Leonardo sobre el referido estuario.

Leonardo hacía todo completamente diferente a los demás, tanto en la composición como en la iconografía, La última cena planteaba cuestiones, como la del no reconocimiento de Judas y la humanización radical del conjunto de los apóstoles. En lugar de reflejar el Sacramento de la Cena del Señor, tal como lo ordenaba la doctrina eclesiástica, Leonardo psicologizaba a los comensales.

En su pintura tardía Santa Ana con la Vírgen y el Niño, Jesús se convierte en un chiquillo desafiante que abraza a un cordero y en su entusiasmo parece que le va a partir el cuello, mientras su madre (como buena jüdische Mamma que era) trata de retenerlo. Para los artistas y el clero de su época, Leonardo no había cumplido con su papel de proveer obras de arte de utilidad a la propaganda cristiano-católica.

Su retrato de Juan el Bautista parece casi herético; un joven andrógino con una eterna sonrisa en los labios, más bien hedonista, con la parte superior de su torso suave y tierno, contradiciendo a los Evangelios que lo presentan como a un asceta, como la voz que clama en el desierto, que se alimenta de saltamontes y miel silvestre y que anticipa la venida de Jesús, el Mesías. Michelangelo lo hubiera enviado desde un principio a un gimnasio para que hiciera pesas y desarrollara músculos hasta que alcanzara una figura esculturalmente masculina aceptable para inmortalizarlo en una estatua de mármol o en uno de los frescos de la Capilla Sixtina.

La androginia es un rasgo sobresaliente en los cuadros de Leonardo. Sobre su sexualidad algunas pistas nos llevarían hasta Sigmund Freud y su psicoanálisis, según el cual la supresión de la homosexualidad habría creado una actividad compensatoria. Suena a tontería todo, porque Leonardo vivió su homosexualidad de forma completamente abierta, pese a algunas amenazas, y estuvo al frente de una comunidad de artistas con muchos hombres, por lo que el ensayo freudiano no parece que tuviera mucho sentido.

Leonardo da Vinci, en cambio, el librepensador que rompió las reglas de la pintura sin obedecer a nadie, fue una figura anhelante durante siglos y lo sigue siendo aún hoy. El dibujo El hombre de Vitruvio (1490) o El estudio de las proporciones ideales del cuerpo humano es un icono de la estética del Renacimiento. La Mona Lisa (su cuadro predilecto que permaneció en su taller hasta su muerte) y La última cena vienen a ser, en definitiva, los pioneros absolutos de la pintura moderna.

Falleció el 2 de mayo de 1519 en Cloux a la edad de 67 años. Meses antes había sufrido probablemente un ataque cerebrovascular que le afectó su brazo derecho y le dejó paralizada la mano. El 23 de abril redactó su testamento ante un notario de Amboise y pidió un sacerdote para recibir la extremaunción. De acuerdo con su última voluntad 60 pobres siguieron su séquito. Sus restos fueron primero enterrados provisionalmente en la capilla de Saint-Hubert del castillo de Amboise, y el 12 de agosto en el convento de St. Florentin, donde se perdieron después de trabajos de remozamiento en el siglo XIX.

Antes de morir, este genio que según Freud parecía haberse levantado demasiado temprano en el crepúsculo del amanecer, mientras los demás aún dormían, nos legó a todos una tenebrosa profecía:

En la Tierra se verán criaturas luchando incesantemente, con grandes pérdidas y numerosos muertos en ambos lados. Su malicia no conoce límites. En los vastos bosques del mundo, sus crueles miembros están talando una inmensa cantidad de árboles. Una vez que estén abarrotados de comida, cómo satisfarán su necesidad de infligir la muerte, la tribulación, la desesperación, el terror y el exilio a cada ser vivo ... ¡Oh Tierra! ¡Qué estás esperando para abrirte y desgarrarlos en las profundas grietas de tus grandes abismos y cavernas y no mostrar más ante el rostro del cielo un monstruo tan cruel y terrible!

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