Es todo un redescubrimiento musical, la nueva producción de la ópera Schwanda, el gaitero (1927), del checo Jaromír Weinberger, mezcla de leyenda popular, cuento de hadas y fantasía onírica, estrenada entre atronadores aplausos y ovaciones en el Musiktheater im Revier Gelsenkirchen (Cuenca del Ruhr), con la excelente régie del neerlandés Michiel Dijkema (Amsterdam, 1978).
La pieza, que une a dos de los héroes checos más populares, el gaitero Schwanda, quien con su instrumento de viento logra que la gente baile y olvide sus preocupaciones, y Babinsky, una especie de Robin Hodd bohemio que luchó por la justicia durante toda su vida, resulta tan agradable y emotiva que merecería ocupar un sitial en el repertorio operístico internacional, junto a Hänsel y Gretel, de Engelbert Humperdinck, y La flauta mágica, de Wolfgang Amadé Mozart.
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