Alemania

El mito de Aurora visto por Ben van Cauwenbergh

Juan Carlos Tellechea
martes, 3 de diciembre de 2019
Yanelis Rodriguez y Artem Sorochan © 2019 by Hans Gerritsen Yanelis Rodriguez y Artem Sorochan © 2019 by Hans Gerritsen
Essen, sábado, 9 de noviembre de 2019. Aalto-Theater Essen. Aalto Ballett Essen. Dornröschen (La Bella Durmiente), ballet en tres actos y un prólogo de Ben van Cauwenbergh, según Marius Petipa, con música de Piotr Chaikovski. Estreno. Coreografía Ben Cauwenbergh. Escenografía y vestuario Dorin Gal. Vídeos Valeria Lampadova. Maestros de ballet Alicia Olleta y Armen Hakobyan. Preparación de los niños Yulia Tsoi. Dramaturgia Christian Schröder. Intérpretes: Princesa Aurora (Yanelis Rodríguez); Príncipe Désiré (Artem Sorochan); Carabosse, Hada mala (Adeline Pastor). Solista Daniel Bell (violín). Orquesta Essener Philharmoniker. Director invitado Andrea Sanguineti. 100% del aforo.
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Imaginemos tener abierto en nuestras manos un libro de cuentos de hadas con ilustraciones y que de pronto las coloridas figuras cobran vida por arte de magia y saltan de sus páginas como si fueran personajes reales, de carne y hueso, desplazándose por el espacio donde nos encontremos...la sala de estar, el jardín, la biblioteca...

Así de maravillosa es la superproducción del ballet La bella durmiente/Dornröschen ["Rosita espinosa"; en alusión al castillo cubierto por rosas silvestres con espinas y densa vegetación donde yacía dormida desde hacía un siglo]. con la extraordinaria coreografía del belga Ben Van Cauwenbergh y la música de Piotr Chaikovski, inspirada en la versión de Charles Perrault (La belle aux boix dormant), estrenada bajo un alud de delirantes ovaciones por el Aalto Ballett de Essen el sábado 9 de noviembre de 2019.

Durante más de dos horas el público de todas las edades permaneció adherido a sus butacas, fascinado por la permanente tensión con la que Van Cauwenbergh (Amberes, 1958) iba desarrollando uno a uno los números, así como por el esplendor de la escenografía y el vestuario (Dorin Gal), con elementos clásicos, y las fantásticas imágenes de vídeo (de los paisajes del pintor surrealista Hans-Werner Sahm (Litzmannstadt/hoy Łódź, Polonia, 1943), proyectadas sobre los telones de fondo (Valeria Lampadova).

La sala estaba colmada de espectadores hasta la bandera y no debiera sorprenderles si les adelanto aquí que las entradas están agotadas para el resto de las funciones programadas en la presente temporada 2019/2020, al menos hasta febrero próximo. Seguramente, los organizadores tendrán que arreglárselas para planear presentaciones extraordinarias en los siguientes meses ante la enorme demanda.

Bajo la dirección del italiano Andrea Sanguineti la orquesta Essener Philharmoniker sonaba brillante, con nervio, con mucha expresividad, dando vida a la música de Chaikovski (su mejor ballet, según sus propias confesiones). La descollante intervención del primer violinista Daniel Bell en las partes para solista dió mayor empuje aún y con más savia al conjunto desde el foso.

Lo que hace Cauwenbergh es desempolvar literalmente la versión original de Marius Petipa y volverla a sazonar con gran acierto para entregarnos una pieza moderna, de gran universalidad que parece sacada de aquellas obras que nos encantaban en nuestra infancia. El coreógrafo belga (flamenco) completa aquí la hermosa trilogía de Chaikovski, tras llevar a escena en 2016 con enorme éxito El cascaneces y en 2018 El lago de los cisnes.

La Bella Durmiente (la Princesa Aurora), está encarnada por partida doble, con la tierna y ligera Laura Kubicko (durante su niñez y primera juventud), y con la no menos dulce, exquisita y elegante Yanelis Rodríguez (ya mayor de edad). Kubicko flota en el aire como una pluma, llena de preciosa vida, pero también la vemos, constreñida por sus padres, con la cabeza en amorosa actitud de desafío. Lástima que crezca tan rápido, porque la hubiéramos podido admirar por más tiempo sobre las tablas.

La solista cubana Yanelis Rodríguez brilla asimismo por su perfección, bailando en puntas y levitando en el espacio como en un hermoso sueño, con giros, saltos y volteretas en abierto reto a la fuerza de la gravedad. Para gran felicidad suya, La bella durmiente encuentra en el apuesto Artem Sorochan a la pareja ideal, un Príncipe Désiré alto, majestuoso, de gran agilidad en los primorosos pas de deux que desarrollan juntos.

En la escena de cacería participa una jauría de perros (spaniels), y el Príncipe, un apasionado montero y tirador, llega a lomos de Mystery (un alazán Missouri Foxtrotter, criado en Alemania) hasta el lecho donde yace Aurora desde hace 100 años para despertarla con un emotivo beso de eterno amor. Es uno de esos acontecimientos que como dicen los hermanos (Jacob y Wilhelm) Grimm: und wenn sie nicht gestorben sind, dann leben sie noch heute (y si no murieron, entonces viven hasta hoy).

El grupo de las hadas buenas (Mariya Tyurina, Yulia Tikka, Yuki Kishimoto y Yusleimy Herrera León) es liderado por la precisa e ingrávida Mika Yoneyama, suelta y tenue como la gasa o la niebla. Su adversaria, el hada mala Carabosse (extraordinaria Adeline Pastor), vestida de negro y acompañada por su séquito (Benjami Balazs, Martín Carlos Nudo y Take Okuda), ofrece una impresionante interpretación de colosal dramatismo.

Todo el elenco*, sin excepción, exhala magia por doquier. Al comienzo, Denis Untila encarna a la Rana con asombrosas acrobacias, y Davit Jeyranyan al Pájaro Azul con sus míticos vuelos, saltos y giros. En la parte final, el Gato con botas, ---también un personaje de Perrault (Histoires ou contes du temps passé, avec des moralités: Contes de ma mère l’Oye (1697), legado por transmisión oral a través de Jeanette Hassepflug (descendiente de una familia hugonote inmigrada en Alemania) a los Grimm---, cobra vida con la bella figura de Wataru Shimizo, y el adorable gatito con la melosidad de Amari Saotome.

Después de la escena de caza la coreografía de Cauwenbergh sigue embelesando por varios minutos más a la platea con los clásicos pasos que la compañía del Aalto Ballett nos tiene acostumbrados y que domina a la perfección. La historia (Perrault y los Grimm no difieren mucho) contiene todos los ingredientes necesarios para hechizarnos: una princesa encantada, un hada madrina mala, una aguja, una corte somnolienta y un príncipe valiente. Con todas las interpretaciones psicológicas que se le han dado a partir del siglo XX, la Aurora de Cauwenbergh es una mujer joven y enérgica que trata de escapar de la estrechez de la sociedad aristocrática y Cauwenergh cuida mucho además la introducción de algún que otro golpe de humor bien dado que hace más amena todavía la función, apta para grandes y chicos.

Notas

Séquito de Carabosse (Benjamin Balazs, Martín Carlos Nudo, Take Okuda; el Hada de las lilas (Mika Yoneyama); Hadas buenas (1a. Mariya Tyurina, 2da.Yulia Tikka, 3a.Yuki Kishimoto, 4ta.Yusleimy Herrera León); cuatro caballeros (Ige Cornelis, Yegor Hordiyenko, Take Okuda, Dale Rhodes); pas de deux Pájaro azul (Yuki Kishimoto – Davit Jeynaryan); sapo (Denis Untila); gatos (Amari Saotome, Wataru Shimizu); dos parejas de amantes (Larissa Machado; Dale Rhodes; Marie van Cauwenbergh, Benjamin Balazs); Reina, madre de Aurora (Maria Lucia Segalin); Rey, padre de Aurora (Armen Gevorgyan); cocinero (Nwarin Gad); criada (Amari Saotome); duquesa (Yulia Tsoi); cazador (Ige Cornelis); Aurora de niña (Laura Kubicko). Otros: Karina Campos Sabas, Juliette Fehrenbach, Elisa Fraschetti, Ekaterina Mamrenko, Anna Maria Papalacovou, Julia Schalitz, Sena Shirae; William Castro Hechavarría, Harry Simmons. Alumnas del instituto de educación secundaria de Essen-Werden. Figurantes del Aalto-Theater. Caballo de Udo Bröck. Perros del consultorio del veterinario Dr. Steffens.

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