Discos
Esculpir la esencia de pulso musical
Paco Yáñez
El 14 de noviembre del 2014, cuando no podíamos ni intuir la crisis sanitaria y económica que estamos padeciendo en la primavera del 2020, el ultimo concierto del ciclo Do Audible convocaba en el Museo de Pontevedra al filósofo Enrique Gavilán para pronunciar una conferencia titulada La música y lo diabólico; una ponencia en la que el profesor de Historia Medieval de la Universidad de Valladolid, y miembro de diversos grupos de investigación sobre teoría de la historia, el teatro y la música, nos hablaba de una presencia transversal del diablo en la historia que bien podría estar detrás de la pandemia que hoy nos azota (especialmente, para mentes ancestrales, como las de Jair Bolsonaro o Donald Trump).
En aquella estupenda charla-concierto, además de las palabras de Enrique Gavilán, escuchamos partituras de Salvatore Sciarrino y Mauricio Pauly, junto con una obra de mefistofélica complejidad y oscuro brillo: Mani. Giacometti (2000), trío para violín, viola y violonchelo del italiano Pierluigi Billone (Milán, 1960), uno de los compositores más interesantes del siglo XXI; si bien con Mani. Giacometti se despedía Billone de la pasada centuria, evidenciando aún improntas en su aparato estético del magisterio del también trasalpino Salvatore Sciarrino. Obra, por tanto, de transición en la afirmación artística de Pierluigi Billone, en aquel concierto pontevedrés las encargadas de estrenar en Galicia Mani. Giacometti fueron Linda Jankowska, violín; Emma Richards, viola; y Alice Purton, violonchelo: miembros del estupendo Distractfold Ensemble de Mánchester que nos regalaron una interpretación que aplaudí como creo que merecía, en una de las veladas musicales más intensas que recuerdo durante los últimos años en Galicia.
Pues bien, casi seis años después, las cuerdas del Distractfold hacen posible que aquella experiencia tan periférica se pueda reproducir a escala global, por medio del estupendo nuevo lanzamiento que Kairos dedica a Pierluigi Billone, avanzando un paso en la construcción del que es, en la actualidad, el principal catálogo fonográfico del compositor italiano. Como indiqué en la reseña del concierto pontevedrés, conocía entonces Mani. Giacometti únicamente por medio de la grabación del ensemble recherche publicada por col legno (WWE 4CD 20201) en su volumen dedicado a las Donaueschinger Musiktage del año 2000 (cita en la que se estrenó, el 20 de octubre, este trío). Comparadas con la más agresiva interpretación del ensemble alemán, las instrumentistas del Distractfold me habían parecido más serenas y sensuales. Es un enfoque que se reafirma al escuchar esta grabación de diciembre del 2019, más inmersiva en cada resquicio sonoro, como suele ocurrir con los registros en estudio de partituras de Billone, tan microscópicas.
De este modo, podemos escuchar con gran relieve y fisicidad la exploración de las sordinas de goma que Billone emplaza sobre el puente de las tres cuerdas, cuyo roce produce sonoridades sintéticas de naturaleza que reverbera lo electrónico; especialmente, cuando el arco las roza con cerdas y madera simultáneamente, produciéndose en el trío unos armónicos de carácter ronco tan perturbadores como atractivos tímbricamente. Este procedimiento de poner en contacto las dos superficies del arco lo aplicará Billone a prácticamente todas las partes del instrumento, desde el diapasón al cordal, en lo que es una exploración, fundamentalmente, de las cuerdas, el puente, la sordina y el cordal (la caja de los instrumentos no la ataca Billone, como tampoco el clavijero, estando ahí una sustancial diferencia con lo que serían piezas para cuerda de Helmut Lachenmann, maestro y referente estilístico más cercano a Pierluigi Billone, de cuya música concreta instrumental derivan las técnicas empleadas por el milanés, aquí no tan extremas en cuanto a reinvención del instrumento o sentido político del mismo, pero con un punto más poético, si me apuran, más estilizado: y ahí nos entroncamos con los lánguidos seres giacomettianos, evocados de algún modo en este trío, también referido a la filosofía del lenguaje de Martin Heidegger). El lenguaje, precisamente, está presente a través de una red de fonéticos que recorren la segunda parte del trío (parte del mismo, ya sin sordinas), de carácter asemántico, más expresión atávica y motivo musical en sí mismo, que expresión racionalizada.
Frente a lo que les recuerdo en vivo, en esta grabación las instrumentistas del Distractfold suenan más vehementes en sus recitados, dando más cuerpo a ese lenguaje ficticio, así como fundiéndolo de forma más entreverada con unas resonancias en los instrumentos que, como señala Tobias Schick en sus notas, parecen conducirnos a un universo arcaico, previo a la civilización. En ese universo nos encontramos a la mujer totémica y primordial que, hieráticamente, se alza en las esculturas de Giacometti: unas esculturas que aquí Billone parece remedar en sus procesos iniciales, previos al fundido. Así, las cuerdas se convierten en cinceles que penetran en la materia, en su propio cuerpo musical, haciendo de cada sonido una masa extendida atacada por tres vertientes distintas, lo que revela tres polos de una misma sustancia, según las texturas del violín, la viola, o el violonchelo nos revelen sus más mínimas resonancias. Por tanto, estamos ante una vibración tripartita de la materia que, como las esculturas del propio Giacometti, suena, al tiempo, antigua y moderna, habitando uno de esos proteicos y tan interesantes vectores de intemporalidad que recorren la historia por medio del arte.
Casi dos décadas habrían de pasar desde la composición de Mani. Giacometti hasta que Pierluigi Billone nos ofreciera su dúo para saxofón y percusión 2 Alberi (2017), parte de una serie que este mismo año nos ha regalado su último fruto: 3 Alberi (2020) -del mismo modo que la serie Mani sigue en activo, pues en 2019 en ella se inscribía Mani. Amon-. Si en Mani. Giacometti las improntas de Salvatore Sciarrino eran, aún, muy evidentes (con algunos sinuosos y ondulantes 'fraseos' que directamente podríamos haber adscrito al catálogo del siciliano), en 2 Alberi el lenguaje de Pierluigi Billone es ya plenamente personal, ahondando en su búsqueda de una esencialidad y de una rugosidad sonoras más arcaicas y duras que las más poéticas constelaciones sciarrinianas. Así, mientras que en Mani. Giacometti podíamos hablar de tres rostros de un sonido y, por tanto, de una (con)fusión completa de los tres instrumentos, en 2 Alberi no se llega a producir tal comunión instrumental, evidenciando la individualidad de cada parte del dúo: del saxofón alto y de la percusión.
Como en el caso del ciclo para voz y ensemble Epigram (2010-18), del francés Franck Bedrossian, cuya grabación para el sello Kairos (0015042KAI) reseñamos el pasado 30 de marzo, 2 Alberi está basada en un poema de Emily Dickinson; poema que, a su vez, ya había fertilizado el cuarteto Quattro Alberi (2011), compactando esta serie dickinsoniana y demostrando la enorme vigencia que la escritora norteamericana tiene para algunos de los mejores compositores europeos del siglo XXI, como Franck Bedrossian y Pierluigi Billone. En este poema de Emily Dickinson, como en la música de Billone, los árboles (los instrumentos) se alzan solitarios en medio de un terreno cuyo paisaje es el que les confiere unidad, más que las relaciones que se tiendan entre los propios árboles; de ahí, la no conectividad a la que antes nos referíamos, en antítesis con lo que sucedía en Mani. Giacometti, a pesar de estar expuestos «al mismo sol, al mismo viento», como afirma Tobias Schick en sus notas. A mayores, Billone juega con las distancias físicas para agudizar las individualidades ontológicas y acústicas que separan a ambos instrumentos: línea de trabajo con las implicaciones en la construcción del sonido por medio del espacio tan habitual en su música, con ejemplos tan reveladores como el tarkovskiano dúo de clarinetes 1+1=1 (2006), partitura igualmente registrada para el sello Kairos (0012602 KAI) y reseñada (en febrero de 2008) en mundoclasico.com. Agudizando la individualización que el espacio confiere a cada instrumento, la pieza comienza y termina con uno solo de ellos; sumándose el otro miembro del 'dúo' (del paralelo, más bien) a medida que la partitura evoluciona y ese otro habitante de un mismo paisaje va cobrando cuerpo y forma.
En esos roces que, acústicamente, produce la cohabitación de ambos instrumentos en un mismo espacio, se desgajan multifónicos, glissandi y desmaterializaciones diversas de los tonos que pone en escena cada instrumento, con sus muy personales tímbricas, asociadas a un saxofón más sensual y a una percusión más expeditiva, recalcando no sólo la impermeabilidad de ambos instrumentos de cara al otro, sino direccionalidades diferentes, pues los habitantes musicales de 2 Alberi parecen dos árboles cuyas raíces hubiesen vencido el apego al suelo para lanzarse a andar en pos de proyectar sus reverberaciones por ese paisaje. De este modo, si en el marco que une la individualidad de estos sujetos musicales habíamos entrado de la mano de los multifónicos del saxofón, de ese mismo paisaje saldremos a través de unas resonancias en las membranas de la percusión ya prácticamente inaudibles: materia que vuelve, vaciada, a la propia materia. Tal y como señala Tobias Schick, en el corazón de este recorrido, en el deambular de estos dos árboles por sus paisajes acústicos, breves asomos pueden generar la ilusión de una comunicación entre ambos, por medio de patrones rítmicos y de auras texturales; pero es que, al fin y al cabo, ¿entre qué dos seres vivos no existe, aunque mínimo, un asomo de espejeo, una mínima sustancia que los una?
En este compacto, son los miembros del dúo scapegoat, el saxofonista australiano Joshua Hyde y el percusionista canadiense Noam Bierstone, quienes dan cuenta de las singularidades y de los fugaces espejeos de 2 Alberi, con una excelencia manifiesta propia, sin duda (como las cuerdas del Distractfold), de un trabajo mano a mano con el propio Billone para llegar a rescatar resquicios tan profundos y sensibles en la música de la materia. Hay que destacar su delicadeza, así como su buen manejo de algo que se antoja crucial en esta partitura: los juegos de resonancias, punto clave en el que se evidencia tanto la individualidad como lo que del otro se pueda reverberar.
A los grandes resultados interpretativos del dúo scapegoat en 2 Alberi ayuda especialmente una muy buena grabación, excelente a todos los niveles. La de Mani. Giacometti es algo más oscura y se le podría pedir más timbre para definir con mayor aquilatamiento, precisamente, cada matiz que a ese sonido tripartito aporta cada una de las cuerdas. Por lo que a la edición del compacto se refiere, ésta es la habitual del sello Kairos, con muy interesantes notas de Tobias Schick, el poema de Emily Dickinson al que se refiere 2 Alberi, reveladores ejemplos de las partituras, fotografías, biografías y una muy bella portada de Gerhard Flekatsch que también parece adentrarse en la materia para rescatar de ella sus más esenciales pulsos musicales.
Este disco ha sido enviado para su recensión por Kairos.
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