Entrevistas
Piazzolla, AstorGustavo Beytelmann: soy curioso, no me basta lo que conozco
Juan Carlos Tellechea
De muy pibe aprendió el piano en casa, en su Venado Tuerto natal, y ya de purrete (a los 13) tocaba junto con su padre, violinista en una orquesta que amenizaba bailes. Así comenzó el pianista y compositor Gustavo Beytelmann a conocer al dedillo la profesión de músico, antes de adquirir formación académica en la Universidad Nacional de Rosario y recibir lecciones de composición del maestro Francisco Kröpfl, con quien todavía mantiene una estrecha relación de amistad. Hasta la primera mitad del decenio de 1970 Beytelmann había compuesto música para filmes argentinos, laureados internacionalmente (La Maffia, Quebracho y Los Gauchos judíos).
Ante el funesto caldo de cultivo ultraderechista y fascista de la Triple A, antesala del no menos nefasto golpe de Estado de 1976 en la Argentina, Beytelmann tuvo que emigrar intempestivamente a París, tras recibir amenazas de muerte. Se afincó allí primero, pero vivió asimismo un período en Roma, antes de regresar definitivamente a la capital francesa donde reside todavía.
Beytelmann y Astor se habían conocido a finales del decenio de 1960 en Buenos Aires y volverían a encontrarse en la capital francesa para la legendaria actuación del Octeto Electrónico en el Olympia de París. Allí lo vería por primera vez quien suscribe. Un maravilloso recuerdo de aquella entrada triunfal.
Beytelmann no ha cambiado mucho. Sigue tan activo como siempre. Él dice siempre que Astor era una bestia de trabajo con una capacidad de regeneración increíble. Pero Gustavo no le va a la zaga. Lo acabo de escuchar en dos nuevos y preciosos CDs, uno del Patagonia Express Trio, junto a los hermanos Claudio y Óscar , brillantes músicos, y otro (Piazzolla 2021) con la joven bandoneonista Louise Julle , toda una revelación, quien se apresta a realizar una gira por Argentina, ni bien las condiciones derivadas de la pandemia lo permitan.
En medio de su ajetreada vida, Gustavo Beytelmann ha tenido la amabilidad de conceder una entrevista por escrito a mundoclasico.com . Estas son su declaraciones exclusivas:
Juan Carlos Tellechea: ¿Qué reflexiones te inspira este parón de actividades culturales en general y musicales en particular por el coronavirus? ¿Qué balance (positivo y negativo) extraes de la situación? ¿Qué proyectos tenías en marcha y cómo has tenido que modificarlos, y cuáles puedes emprender todavía? ¿En qué momento te ha sorprendido todo esto?
Gustavo Beytelmann: El confinamiento me llegó en plena actividad profesional. Acababa de llegar de Estados Unidos y estaba por salir para Brasil. El contraste fue seco y violento, al cabo de unos días creí entender que nadie comprendía la situación y me preparé para una larga travesía en solitario. Desde el punto de vista de un compositor al que le falta siempre tiempo para trabajar su obra la ocasión fué excelente… Pude concretar una serie de piezas en un corto plazo que de otra manera, sin la disponibilidad absurda de un retiro no deseado no me hubiera sido permitida. En cuanto a mi vida de intérprete entré en un letargo al igual que millones de mis colegas en el mundo. No creo que se pueda recuperar lo que pasó y se perdió y veremos qué quedará de las instituciones musicales que existieron hasta la llegada de la pandemia.
¿Desde dónde habían emigrado tus antepasados a la Argentina y por qué se afincaron en la exótica Venado Tuerto, en la provincia de Santa Fe?
Mi padre nació en París de padre ucraniano y de madre polaca, y mi madre nació en Venado Tuerto de padre vasco argentino y madre irlandesa. Por vía de mi abuelo materno tengo sangre india. Toda esa gente terminó de una manera absurda encontrándose en ese punto del mapa que se llama Venado Tuerto. En aquella época, nuevo territorio expropiado a los indios.
¿Tienes (o has tenido) contacto todavía con tu maestro, Francisco Kröpfl (con quien escribiste la música de Quebracho), en Buenos Aires? ¿Qué es lo más importante que te ha enseñado o legado?
Si, por supuesto mantengo un diálogo con Francisco, que con los años se convirtió en mi mejor amigo. Le debo a mi maestro mi organización mental para concebir y realizar las músicas que produzco y que interpreto.
¿Qué parte de tu música procede de la música académica y qué parte de la popular?
Yo tengo una fuerte afinidad con las dos escuelas de Viena sobre todo la segunda.
¿Con cuáles compositores históricos sientes proximidad?
Comencé a tocar jazz y tango desde de mis 5 o 6 años, de oreja (oído); luego comencé a ganarme la vida con las orquestas de baile. El estudio de la música clásica llegó con mis 16 años. Luego vinieron años profesionales intensos que me permitieron aventurarme en el campo del cine y la producción comercial de la música. Llegado a los 30 años más o menos sentí la necesidad de darle un sentido y unidad a todos esos diferentes fragmentos de mi vida musical. Creo que la música clásica se convirtió en mi espina dorsal artística.
¿Qué relación tienes o sientes con los compositores modernos?
Me gusta la música moderna, escucho cuando puedo y tengo disponibilidad.
¿Te llega la denominada Neue Musik?
Esta música me interesa aunque no vibro con la nueva música.
¿Te sientes como un padre espiritual de los hermanos Claudio y Óscar Bohórquez en este CD Piazzolla Ruta 100 del Patagonia Express Trio?
Me siento como un hermano mayor de los hermanos Bohórquez.
¿Qué impresión te dejó el trabajo con la bandoneonista Louise Jallu, tras la grabación de su reciente CD Piazzolla 2021? ¿Puede ser el inicio de una cooperación a largo plazo?
Puedo decirte, sí, que la joven Louise
¿Eres curioso? ¿Te gusta explorar territorios desconocidos?
Si, soy curioso, no me basta lo que conozco. Me gusta descubrir nuevos territorios de exploración.
¿Cómo ha evolucionado el Gustavo Beytelmann compositor y el Gustavo Beytelmann pianista en todos estos años?
Tuve siempre en mente la consigna de que la actividad màs importante de un artista es encontrar su voz. Creo que lo he conseguido.
Cuéntanos ¿por qué tuviste que abandonar la Argentina en 1976?
En esa época, ni las condiciones de seguridad personal ni el derecho a ejercer una visión crítica del momento ni la libertad de trabajar estaban garantizados. Tuve la posibilidad de evadirme de ese foco de sofocación y así es como terminé en París.
¿Crees que ha cambiado mucho la Argentina desde entonces (para bien o para mal)? ¿Ves progresos, en qué áreas?
La Argentina posee una joven y endeble democracia. Necesitamos un ejercicio constante y durante un largo tiempo para que las instituciones se refuercen y sean creíbles a los ojos de una comunidad que necesita sentir esa solidez para poder volver a depositar su confianza.
¿Cómo fue el reencuentro con Astor Piazzolla en Europa? ¿Qué imagen tenías entonces de él y qué imagen tienes ahora, visto todo a la distancia? ¿Te imaginabas entonces (cuando tocaron en aquel legendario concierto en el Olympia de París) que la música de Piazzolla iba a ganar la universalidad que ha alcanzado ahora?
Astor estaba al tanto de que yo vivía en París, nos conocíamos ya. En el año 1971 fui contactado para integrar su grupo y por razones de calendario profesional no fue posible. Por supuesto que ni yo ni nadie podía predecir el futuro universal de su música. Tampoco tenía dudas de la tremenda importancia de su música para nosotros jóvenes de los años 70.
¿Llegaste a conocer (o a sufrir quizás) el proverbial humor de Piazzolla? Cuéntanos por favor alguna anécdota poco conocida, pero divertida de tu relación con él...
No tengo o no recuerdo algún momento hilarante con el maestro, porque, si bien recuerdo, el período que atravesábamos era particularmente dramático.
Es comprensible. Los caminos se bifurcaron y ambos siguieron después diferentes derroteros.
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