Alemania

Klavier-Festival Ruhr

Deslumbrante debut de Alexandre Kantorow en el Klavier-Festival Ruhr 2022

Juan Carlos Tellechea
martes, 21 de junio de 2022
Alexandre Kantorow © J.-B. Millot /Diane du Saillant, 2019 Alexandre Kantorow © J.-B. Millot /Diane du Saillant, 2019
Düsserldorf, martes, 14 de junio de 2022. Gran sala Robert Schumann del Kunstpalast. Alexandre Kantorow (piano). Johann Sebastia Bach / Franz Liszt: Weinen, Klagen, Sorgen, Zagen S179. Robert Schumann: Sonata nº 1 en fa sostenido menor op 11. Franz Liszt, Sonetto 104 del Petrarca S161 | Abschied S251 | La lugubre gondola S200/2 | Après une lecture du Dante. Alexander Scriabin: Vers la Flamme op 72. Bises: Christoph Willibald Gluck, Melodía, de: Orfeo y Eurídice. Igor Stravinski, Finale de El pájaro de fuego (arreglo de Guido Agosti). Solista Concierto organizado por el Klavier-Festival Ruhr 2022. Asistencia: 100% del aforo.
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Para el fenomenal pianista Alexandre Kantorow, Medalla de Oro y Gran Premio del Concurso Chaikovski en 2019, a sus 22 años, 

el intérprete debe aceptar la idea de ser un enorme receptáculo de todas las influencias que la vida vierte en él

Este concepto lo ha hecho muy suyo y su tan aguardado debut en el Klavier-Festival Ruhr esta tarde fue maravilloso. Mucho público joven vino a verlo y quedó sumamente encantado con su presentación. El estreno estaba previsto originalmente para 2020, pero la pandemia desbarató todos los planes. Ahora sustituyó por enfermedad a la pianista Maria João Pires y estamos seguros de que será un huésped frecuente de este festival; tal vez próximamente con los Conciertos para piano de Camille Saint-Saëns, que ha grabado no hace mucho.

El programa comenzó con el preludio Weinen, Klagen, Sorgen, Zagen (Llanto, lamento, temor, acobardamiento) S 179 de Franz Liszt, según Johann Sebastian Bach. Aquí el pianista logró cautivar inmediatamente al público. Liszt desarrolla lo que podría constituir una especie de drama sonoro breve. El motivo descendente de la cantata homónima de Bach fue cincelado con gran consistencia. Y el posterior y extremadamente artístico tratamiento contrapuntístico del tema tuvo un éxito deslumbrante.

Es de admirar sin reservas la esbeltez y la agudeza de los contrastes de Alexandre Kantorow, así como su consumado arte para hacer sonar el Steinway D en la gran sala auditorio Robert Schumann, del Kunstpalast de Düsseldorf. La paleta del teclado es amplia y la interpretación refinada en su ductilidad. Hay una maravillosa limpidez de rasgos virtuosos en ella, hasta el final.

Schumann con explosividad

A continuación, tocó la Sonata en fa sostenido menor de Schumann, de forma extremadamente explosiva, ardiente y apasionada. La obra, de vastas dimensiones, fascina por su espíritu caprichoso, desbordando imágenes de un sueño atormentado como solo Robert Schumann sabe construirlas. Compuesta de cuatro movimiento, esta Sonata lleva al oyente a una especie de visión frenética de la pasión y la agitación de la que no puede evadirse.

Una cálida corriente de emoción dominó de inmediato el motivo principal del movimiento de apertura (Introduzione: Un poco adagio – Allegro vivace), acompañado de triples de bajo; incluso el complicado desarrollo adquirió contornos precisos.

El tema principal del Allegro vivace como la "Scene fantastique" de Clara Wieck poseía un rico arte de caracterización. El tema en la mayor del segundo movimiento (Aria) adquirió una luminosidad y una claridad muy peculiares, cuya intensidad fue en constante aumento. Los saltos violentos y los ritmos salvajemente urgentes dominaron el Scherzo e Intermezzo: Allegrissimo – Lento con su paso de polonesa.

Futuros acontecimientos

La riqueza de las melodías en el final (Allegro un poco maestoso) es abrumadora, y el pianista maneja la transición modulante al segundo tema en mi bemol mayor de forma muy convincente. El ímpetu romántico triunfó a todas luces. Por cierto, evocar que Franz Liszt fue uno de los más famosos intérpretes de esta obra.

Tras el intervalo, se escuchó en primer lugar el Soneto del Petrarca nº 104 "Pace non trovo" S 161/5 de Franz Liszt, con sus acentos atormentados y dolorosos, que sigue la influencia de Dante Alighieri en su escritura y en el que destacan de forma conmovedora los animados preludios, el patetismo y la elegía amorosa elevada a la máxima pasión. Alexandre Kantorow también acertó con la exaltación y el comportamiento resignado.

Esta impresión culmina en Après une lecture de Dante, "fantasia quasi sonata". La Lugubre Gondole, la siguiente pieza, delata la angustia del compositor, asaltado por oscuras premoniciones de muerte, presagiando en particular la de Richard Wagner, fallecido en 1883. En cuanto al Abschied, pieza menos siniestra que la Góndola lúgubre, sugiere sin embargo la llegada de futuros acontecimientos teñidos de cierta morbosidad.

Eclipse total

Predominó en esta ejecución la riqueza armónica modulatoria. Kantorow ganó una gran magia cromática y una profundidad espiritualizada de las otras dos obras de Liszt Abschied, russisches Volkslied S 251 y La lúgubre góndola S 200/2, que revelaron las deliciosas combinaciones armónicas.

Escuchamos después fascinados Vers la flamme, poème de Alexander Scriabin, y aquí Alexandre Kantorov dejó claro de forma excelente el carácter casi orquestal de esta composición. Nos introdujo en una música que busca constantemente separarse de la tonalidad, llevándonos a increíbles paisajes sonoros, con sus trémolos, acordes y fanfarrias prácticamente apilados y surgidos de la mente de un compositor embargado por la modernidad. A muchos pianistas les falta el desenfreno casi orgiástico del aumento de la dinámica aquí, y fue precisamente esto lo que Kantorow ilustró brillantemente.

Por último, hubo una impresionante interpretación de Après une lecture de Dante de Franz Liszt. También aquí, Alexandre Kantorow hizo que la arrebatadora pintura al fresco y el tratamiento casi orquestal del movimiento del piano fueran abrumadores. Obtuvo escenas de mágica riqueza tonal a partir de la representación visionaria del infierno y del tormento armónicamente agitado de los condenados. La llamada descendente del juez del infierno en intervalos de tritono y el motivo cromático de las almas aterrorizadas se elevaron a un grandioso coral cuyo esplendor de himno lo eclipsó todo.

Uno de los grandes nombres del momento

Este coral de amor de Francesca da Rimini, que levita esféricamente, culminó con una coda cuya plenitud de tono parecía abrir dimensiones auditivas totalmente nuevas. En resumen, un suntuoso recital, con un programa deslumbrantemente ejecutado por Alexandre Kantorow. El joven sobrevuela estos mundos pianísticos con fantástica maestría. Poderoso en Liszt, se apropia con éxito de las visiones extravagantes de Schumann, explorando con gran sutileza el nuevo mundo sonoro propuesto por Scriabin.

A los bises interpretó Reigen seliger Geister (Danza de los espíritus felices) de Christoph Willibald Gluck con movimiento esferoidal. Y la conclusión de la suite El pájaro de fuego de Igor Stravinski, con su melodía final en forma de himno, puso al público espontáneamente de pie extasiado y sin más aliento. Con esta asombrosa velada, el pianista Alexandre Kantorow se eleva con facilidad al nivel de los grandes nombres del pianismo de nuestros días.

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