Una jirafa en Copenhague
Entrevista Intrapersonal Confrontada: Omar Jerez con Liteo Pedregal
Omar Jerez
A mis entrevistados siempre les pido honestidad. Un ejercicio biográfico que aporte dosis de humanismo en lo que expresan; una realidad no parapetada en cuestiones de egos mal enfocados, un ejercicio con tintes reflexivos para ahondar en su esencia más personal; guiños que hagan comprender qué es lo que les mueve, y así, una serie de cuestiones que enriquezcan la *EIC de la semana como es en el caso de nuestro protagonista Liteo Pedregal.
Pero aparte de estas cuestiones, que se antojan fundamentales para el enriquecimiento de un método periodístico, Entrevista Intrapersonal Confrontada, que está en expansión, si el entrevistado en cuestión, te lo narra desde la perspectiva que tiene como protagonista al ejercer su profesión: director de cine, ya solo se puede decir que esto es una maravilla que hay que extender y preservar.
Liteo Pedregal es mi amigo, algunos pensarán que lo conozco desde hace 25 años y tan solo lo conozco desde hace tres meses; tres meses en los que nos hemos relatado más episodios de nuestras respectivas vidas, que precisamente no he hecho con personas que conozco desde hace 25 años.
Llevo tiempo pensando quiénes son las personas que formarán parte de mi reducido círculo de amistades, y uno de esos hallazgos para preservar (al igual que su EIC) es Liteo Pedregal.
No conozco a nadie que tenga una mala palabra hacia Liteo Pedregal, mi novia habla bien de Liteo Pedregal, mi jefe relata maravillas de Liteo Pedregal, todos adoramos en masa a Liteo Pedregal.
Es ante todo un ser humano extraordinario, que tiene la habilidad de tener una sonrisa eterna 24/7 los 365 días del año.
Deleitaros una y otra vez con la entrevista tan hermosa que Liteo ha realizado cómo su amor al séptimo arte.
La vida en cine, Liteo Pedregal en fotogramas.
Entrevista Intrapersonal Confrontada de Liteo Pedregal a petición de Omar Jerez
Abre de blanco a:
Menuda responsabilidad la de crear una entrevista intrapersonal confrontada(EIC). Y nada menos que a petición de Omar Jerez, alguien a quien, aunque apenasconozco, ya admiro. Hay personas a quienes, nada más verlas, percibes como amigos que han llegado a tu vida para quedarse. Omar Jerez es una de esas personas.
Supongo que de esto se trata una EIC: de crear algo desde cero, así que habrá que remangarse. Escribiré un guión de siete secuencias hablando del niño que fui. O quizá del niño que soy, porque es algo sobre lo que nunca me han preguntado. ¿Acaso llegamos en algún momento de la vida a crecer por dentro?
Corta a: Interior del comedor de mi casa con jarrón al fondo - Día
Mi primer recuerdo consciente se remonta a mi más tierna infancia, cuando mis padres, tratando de buscar entretenimiento a sus hijos, nos invitaron a una de mis dos hermanas y a mí a dibujar un jarrón que había en el mueble del salón de nuestra casa. Yo era el tercero y último hijo de una familia de tres hermanos. Mis padres tenían que entretenernos a toda costa, pues criar a tres mocosos de corta edad no era moco de pavo.
Padres.
A ver quién lo hace mejor. Menuda presión. Como no me dejaban salir solo a la calle, a la edad de cinco años el dibujo era —aparte de los juegos de mesa—,lo más parecido a una diversión de verdad. Yo, por fortuna, me aficioné a escribir y a dibujar desde muy pequeño. Incluso desde entonces necesitaba invertir mi tiempo (no sé por qué razón) en algo creativo. ¡Bendito dolce far niente, ay, si te hubiera conocido antes!
Con mis recién estrenadas habilidades como dibujante, me puse manos a la obra dispuesto a reproducir el jarrón y conseguir hacerlo mejor que mi hermana. A sus seis años ella despuntaba, ya por entonces, como una excelente artista. Yo, que a mi edad mostraba la torpeza propia de quien ni siquiera sabe coger un lápiz correctamente, hacía lo que podía; aunque siempre pensé, con la arrogancia propia de un niño, que dibujar no se me daba mal y que incluso podía hacerlo mejor que ella. ¿Lo conseguiría?
Interior del dormitorio de mi casa. Tarde.
En el último tercio del siglo XX había en España algunas actividades de ocio para los niños, pero nada comparado con lo que se avecinaba en el siglo XXI. Ni videojuegos, ni Internet, ni televisión matinal. Nada.
Quitando los escasos días en que íbamos al cine, en casa podíamos disfrutar del dibujo, la lectura, los juegos de mesa y algunas horas de televisión por las tardes. La programación constaba de concursos, series y películas de cine clásico de Hollywood, muchas de ellas en blanco y negro. Me crié viendo en la televisión historias protagonizadas por Spencer Tracy, Cary Grant, Elizabeth Taylor, Humphrey Bogart, Ingrid Bergman, Bette Davis, Gregory Peck, Katharine Hepburn, Kirk Douglas, Shirley MacLaine, Dean Martin o Jerry Lewis, entre otros. Formaban parte de mi entretenimiento habitual y de mi universo particular. Me parecía conocerlos como si fueran de mi propia familia e incluso imaginaba historias protagonizadas por ellos.
Rick: Tócala otra vez, Sam.
Sam: You must remember this.
Pronto descubrí que yo también quería contar esas historias, así que continué dibujando encerrado en mi cuarto y disfrutando como el enano que era. Las reproducía, como churros, en mis propios tebeos. Para mí, primaba ante todo la cantidad frente a la calidad. Si lo pienso, en el fondo lo que dibujaba no eran tebeos sino una especie de story boards formados por planos cortos, planos generales y hasta planos secuencia —por la extensión de los diálogos en los bocadillos— [risas].
Flashback: Interior del comedor de mi casa con jarrón al fondo - Día
Mientras mi hermana realizaba trazo a trazo una magnífica reproducción para una niña de su edad del jarrón que mis padres nos habían propuesto dibujar, yo miraba de reojo su espléndido dibujo sin saber aún qué hacer. Alternaba mis miradas de soslayo a su jarrón con la blancura de la hoja que tenía frente a mí, que me desafiaba como quien reta a un animal acorralado.
Supongo que yo miraba su espléndida réplica con ganas de convertir mi papel en un gurruño al descubrir que iba a ser imposible superar el resultado de su evidente talento como dibujante. Dicen que todos los niños pasamos por una crisis a los seis años. Le llaman la crisis de los seis años.Creo que a mí me llegó prematuramente y que fue en aquel preciso instante.
Hermana: No te copies.
Codo al canto de mi hermana tapando su dibujo a mi vista.
Entonces se me encendió una bombilla en la cabeza. Había encontrado la solución.
Exterior. Playa y monte. Ceuta. Atardecer
Mi viaje desde el interior hasta el exterior del útero de mi madre fue rápido y lento a la vez. Tardé diez minutos en salir y diez meses en decidirme. Cuando cumplió el décimo mes de embarazo, el médico le dijo a mi madre algo que la inquietó con el mismo tono de voz impostado que usaba Humphrey Bogart.
Médico: Señora, si su hijo no nace mañana, tendremos que provocarle el parto.
Así lo escuché desde dentro. Y así fue también como, por prescripción médica, me vi obligado, en contra de mi voluntad, a salir del refugio en diez minutos. Reacio a ver con mis propios ojos el paraíso que me esperaba en el exterior, preferí quedarme durante el mayor tiempo posible resguardado en la calidez de la bolsa amniótica. Ahora que lo pienso con detenimiento, tal vez ésa es la razón por la que durante el resto de mi vida me he esforzado tanto en ser puntual. Me causa estrés llegar tarde.
Nací en una ciudad espectacular. Sus calles adoquinadas me arroparon durante mis primeros años de vida. Ceuta es un paraíso natural con vistas tanto al Mar Mediterráneo como al Océano Atlántico. Ambos están comunicados entre sí por un canal o foso que transcurre bajo un puente, en tiempos levadizo, rodeado por una fortaleza espectacular. La ciudad está llena de cuestas que se dirigen hacia el monte cuyas vistas, si caminas hacia abajo, desembocan en el mar. Si caminas hacia arriba, conducen a bosques de pinos y eucaliptos que te hacen sentir en contacto con la naturaleza. En aquel lugar, de cielo azul permanente y cruzado por gaviotas cuyos atardeceres quitan el hipo, ¿cómo puede uno dejar de ser creativo?
En la ciudad llevan conviviendo durante siglos cuatro culturas en perfecto equilibrio: cristianos, judíos, musulmanes e indios, tanto hindúes como budistas.Hay templos de los distintos credos a cada paso: sinagogas y mezquitas que se cuelan entre las iglesias católicas. Asistí al colegio con niños de distintas culturas y formas de pensar. Éste es uno de los mayores regalos que me ha proporcionado la vida.
Interior de la casa de mis tíos Leo y Aurelia -Tarde
Mi tío Leo era genial. Un hombre estable emocionalmente y con una fina ironía. Solía estar de buen humor y era afectuoso con nosotros tres, a quienes adoptó como nietos. A punto de jubilarse como maestro, durante sus últimos años desempeñaba labores de bibliotecario. Hacer una visita a la biblioteca significaba estar rodeado de libros y de su compañía. Más que un tío abuelo, para mí fue el abuelo que nunca llegué a tener, ya que mi abuelo Liteo murió cuando yo sólo tenía dos años.
Mi tío Leo era una de las personas más creativas que he conocido. Pintaba, dibujaba, escribía y filmaba sus propias películas caseras mudas en Súper-8. Era un artista increíble con una creatividad descomunal.Escritor, pintor, relojero, maestro, guionista, grabador, encuadernador e incluso director de cine en ciernes, mi tío consiguió que aquel niño -y éste que suscribe- desarrollara su imaginación hasta límites insospechados.
Tío Leo
¿Hacemos una película?
Su mujer, mi tía Aurelia, era su segunda esposa. Era muy cariñosa y divertida. Como no tenían hijos, mis hermanas y yo solíamos pasar tardes enteras en su casa. Mi tío descolgaba los cuadros, bajaba las persianas y proyectaba a oscuras sobre la pared blanca del salón las películas mudas en Súper-8 que revelaba en una tienda de fotografía. Aún mantengo en la memoria la emoción del momento en que apagábamos las luces y nos construíamos nuestra pequeña sala de cine. Recuerdo aquellos momentos con absoluta fascinación. Los cinco aplaudíamos a rabiar. Presiento que fue él quien me introdujo en el cuerpo las ganas de hacer cine. No hay nada peor para un niño con inquietudes creativas e imaginación desbordada que alguien riegue ese sueño hacia una dirección.
Montaje de secuencias: Cubierta de barco, plaza de Callao y Berlín Alexander Plata - Día, tarde y noche
Después de eso, todo se precipitó de manera vertiginosa. La mudanza a Madrid con mis padres viendo desde la cubierta de un ferry cómo la ciudad que me vio crecerse alejaba.
Corta a: El desembarco en plena movida madrileña en la plaza de Callao. La universidad. La muerte de mis tíos Leo y Aurelia, en sólo tres meses, poco antes de empezar una vida independiente de mis padres. La llegada de Rosa, posteriormente la de mis dos hijos. Biberones. Pañales.
Pañales. Biberones. Mis dos mejores obras, eso sin duda.
Corta a: Los guiones. Los rodajes. Los montajes. Las proyecciones en salas algo más grandes que el salón de la casa de mis tíos.Descubrir que todas esas piezas que había colocado en mi infancia conformaban el puzzle creativo de lo que siempre, apenas sin saberlo, había querido hacer.
Corta a: La prematura desaparición de mi madre. El deterioro implacable de mi padre hasta su fin. La cara y la cruz de la vida.
Corta a: Alexanderplatz. Berlín. El reconocimiento a una trayectoria de cine. Comenzar a escribir historias en papel. Y de nuevo la mirada ingenua -y arrogante a la vez-de ese niño que nunca llegó a crecer por dentro.
Flashback: Interior del comedor de mi casa con jarrón al fondo - Día
Allí seguía yo, sentado junto a mi hermana delante de aquel jarrón que había en el mueble del salón de nuestra casa mientras ella terminaba el dibujo más perfecto que alguien pueda imaginar. Entonces fue cuando se me encendió en la cabeza esa bombilla de la que hablaba. Me di cuenta de que no me apetecía reproducir aquel jarrón para conseguir otra réplica exacta, ya que yo nunca podría superar el increíble talento de mi hermana.
El caso es que aquel mocoso de cinco años en crisis-prematura-de-los-seis-años se puso a dibujar un jarrón completamente diferente al que tenía enfrente: decidí crear algo que no se pareciese en absoluto ni al dibujo de mi hermana ni por supuesto al original. Aquel día descubrí lo que significa crear desde dentro hacia fuera en lugar de hacerlo desde fuera hacia dentro.
Recuerdo aquella curiosa sensación que me recorría el cuerpo a medida que, en lugar de retratar el jarrón tal y como era, lo dibujaba extrayéndolo de algún rincón de mi subconsciente o, mejor dicho, del perverso inconsciente colectivo; ya que, según Carl G. Jung, ni siquiera el inconsciente nos pertenece en su totalidad.
Lentamente emergió en aquella hoja de papel un jarrón en parte surrealista, en parte cubista y quizá impresionista; pero nunca impresionante, a juzgar por mis primeras críticas.
Es decir, aquel jarrón era una soberana bazofia, pero era mi bazofia. Mi dibujo no tenía nada que ver con el jarrón que mis padres nos habían pedido copiar. Eso era cierto. Era una especie de jarrón extraído de lo que ahora llamamos metaverso. Mi hermana se lo hizo saber a ellos enseguida.
Hermana (a padres): Ha hecho trampa. No sabe dibujar.
Ella se llevó los laureles, sí, pero curiosamente nunca volvió a dibujar. La quiero con locura y me apena que ese enorme talento creativo se echara a perder.
Por el contrario, ese descubrimiento me hizo arrancar el motor con el que seguir creando hasta encontrar mi propia voz, fuera cual fuese: desde aquel instante, al igual que ocurrió con el jarrón que había en el mueble del salón, empecé a hacer pasar cada objeto por el filtro de mi visión particular y de la realidad subjetiva que yo ya estaba comenzando a percibir como una vivencia propia.
Crear es la actividad más placentera de la vida. Dicen que todo está ya hecho, que todo está creado, pero a mí me sigue moviendo la ridícula idea de hacer algo nuevo, algo diferente, algo que sólo yo pueda descubrir. Me temo que ni yo mismo sé identificar ese comportamiento y ponerle nombre a lo mío; aunque, sea lo que sea, consigue que me pueda agarrar a algo que me hace sentir completamente vivo.
Cuando uno ha tenido el atrevimiento de pasarse la friolera de diez meses dentro del útero materno plantándole cara a la vida ya desde su inicio, hasta el punto de llegar con retraso a su primer encuentro con ella, digo yo que se puede permitir este tipo de licencias -como la de pensar que puede aportar algo diferente al mundo- para el resto de sus días.
Funde a blanco.
*Entrevista Intrapersonal Confrontada (O cómo responder y después preguntar)
La entrevista es un género periodístico fundamental. De hecho, se podría considerar su piedra angular, porque permite al periodista confirmar, acceder y conocer los hechos de manera directa, sin intermediarios, hablando con la fuente y estableciendo un diálogo con los protagonistas.
Lamentablemente, y salvo honrosísimas excepciones, la entrevista, ese momento excepcional que combina conversación, reto y seducción, se ha convertido en un acto seco, forzado, en el que demasiado a menudo el entrevistado no quiere responder y al entrevistador le da lo mismo que no quiera. El momento sublime que permite al periodista ejercer su derecho a preguntar se transforma en un trámite, una penitencia o directamente un combate tosco y sin ningún vencedor.
En otras ocasiones, los entrevistados han tenido una clase por parte de sus asesores para evitar, rodear o directamente eliminar preguntas incómodas, que suelen ser precisamente las que el periodismo debe y puede hacer. El resultado, nuevamente, queda en un limbo de medias verdades y frases insulsas. Por no hablar de las entrevistas promocionales asociadas a algún producto cultural, tipo cine, literatura y música, donde la superficialidad es tan apabullante que se podrían mantener las preguntas hechas años antes y tendríamos la certeza de encontrar las mismas respuestas.
Ante este panorama, desolador y habitual en demasía, el artista y creador Omar Jerez propone una nueva fórmula, una nueva aproximación al género que exige una complicidad de ambas partes (tomando como inspiración las entrevistas noveladas que hizo durante años Milan Kundera) para generar un contenido atractivo, valiente, que enriquezca al lector y que suponga una aventura donde ni el camino ni el destino queda prefijado.
El nuevo concepto se llama Entrevista Intrapersonal Confrontada, (EIC), y tiene como cimiento inamovible la siguiente premisa: el entrevistado genera un discurso a priori, provocado y sugerido (o no) por el entrevistador, y posteriormente el periodista edita y da forma periodística a ese contenido. Se crea una arcilla pura que será moldeada por las manos expertas del entrevistador, a posteriori.
A continuación se exponen los 10 puntos que definirán cualquier EIC que se haga a partir de ahora, y que creemos supone una innegable revolución en este género. Es tan sencillo como invertir el orden para recuperar la pureza que nunca debió perder.
Decálogo para una Entrevista Intrapersonal Confrontada (EIC)
- Cualquier persona, tenga o no relevancia pública, podrá solicitar a un periodista la realización de una EIC. Igualmente, cualquier periodista podrá solicitar la realización de una EIC a cualquier persona o personaje.
- Cualquier EIC tiene como base fundamental la relación que se establece entre el periodista y el entrevistado, así como la reinterpretación del concepto de entrevista para el siglo XXI.
- Una vez aceptada la realización de la EIC, se propondrá, por cualquiera de las partes, un tema sobre el que girará la narración, así como su extensión. Igualmente podrá ser de libre elección si así se decide de mutuo acuerdo.
- El entrevistado construirá libremente una narración sobre la temática escogida, que podrá ser creada en cualquier formato: texto, audio, vídeo, ilustración, así como cualquier combinación entre estos. El periodista no intervendrá nunca en esta parte del proceso.
- El periodista recibirá esa narración y a partir de ahí construirá una EIC en la que se compromete a mantener el sentido del texto original, y podrá modificar, eliminar, ampliar o extender la entrevista para tratar de llegar a la naturaleza real del entrevistado. Podrá solicitar más información al entrevistado, así como convertirla a otro formato.
- Bajo ningún concepto el periodista podrá utilizar la información en bruto para difamar o menoscabar la figura o reputación del entrevistado.
- El periodista deberá entregar una copia de la EIC antes de su difusión al entrevistado para que la confronte y certifique que se ha mantenido el sentido original, no entrando éste en consideraciones de estilo y forma.
- El periodista puede declarar la EIC nula si percibe que está falseada o que el entrevistado se aleja del objetivo principal, que es un ejercicio de honestidad consigo mismo.
- El espectador, para poder completar la experiencia, debería tener acceso al discurso en bruto enviado por el entrevistado y la EIC definitiva, para comparar y enriquecer la lectura/visionado/escucha del proceso.
- Al contrario que en la entrevista clásica, en cualquier EIC la búsqueda de la verdad queda supeditada a la experiencia compartida, confrontada y colaborativa entre las dos parte
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