Discos
Voyages, música de cámara con saxofones
Juan Carlos Tellechea
Formado en 2017 por estudiantes que se conocieron en el Conservatorio de Música y Danza de Colonia, el laureado cuarteto de saxofonistas Eternum Quartet ha ganado rápidamente una reputación envidiable como grupo que cultiva un repertorio ecléctico, particularmente música de los siglos XX y XXI, pero también histórica.
En este, su primer CD, titulado Voyages(sello Genuin), el Eternum Quartet, realiza un singular periplo sonoro, incluyendo una obra de Johann Christian Bach, en la transcripción para sus instrumentos de Albert Meijns; el Cuarteto de saxofones op 109, la última obra de Alexander Glazunov; y dos composiciones encargadas a autores modernos: Konstantia Gourzi (Voyager 1 op 98); y Helena Cánovas i Parés (Soñé que me había dormido en el mismo jardín y sentía el aliento de alguien en mi mejilla).
Destinado por su inventor, el belga Adolphe Sax, a la orquesta sinfónica, el saxofón ha tenido una historia accidentada. Ahora, como instrumento clásico, está experimentando un renacimiento con la fundación de numerosos cuartetos, volviendo así a sus raíces, por así decirlo. En 1840 Sax imaginaba a su recién inventado instrumento principalmente como elemento sonoro de la orquesta clásica. Pero no fue hasta principios del siglo XX cuando el saxofón pudo establecerse... ¡en el jazz!
La relación entre el jazz y el saxofón es desastrosa, al menos para este último. Sin el jazz difícilmente se habría hecho tan popular. Por otra parte, su propósito original de ser utilizado en la música seria quedó rápidamente eclipsado como consecuencia de ello. Solo unos pocos compositores siguieron trabajando con él, incluso después de que Maurice Ravel demostrara de forma impresionante las sutilezas del saxofón con su ballet-sonoro experimental Boléro. Hasta entonces había sido tratado con bastante negligencia por los autores "clásicos".
Hermafrodita
En las orquestas sinfónicas, el instrumento hermafrodita -cuerpo de metal y boquilla de caña- de los vientos-maderas sigue haciendo raras apariciones. Hubo que esperar hasta la segunda mitad del siglo XX para que se apreciara su versatilidad, su carácter casi camaleónico con un sonido claro y conciso.
En los últimos años ha surgido un movimiento diferente: los cuartetos de saxofones clásicos surgen como setas: el Eternum Quartet es uno de ellos. Todos ellos se benefician del trabajo pionero del legendario saxofonista clásico Sigurd Raschèr (1907-2001), quien inspiró a muchos compositores para escribir obras y fundó su Cuarteto de Saxofones Raschèr en 1969, que sigue existiendo hoy en día (han pasado por él varias generaciones de músicos) y ha dejado su impronta en muchos cuartetos más jóvenes.
El trabajo del Eternum Quartet no puede valorarse lo suficiente, sobre todo porque los cuatro instrumentistas de formación clásica tienen mucho que ofrecer tanto técnica como musicalmente, además de formar un conjunto extremadamente homogéneo y coherente. Está integrado por Mari Ángeles del Valle Casado (en esta grabación por Anna Maria Schäfer) (saxofón soprano), Eva Kotar (saxo alto), Ajda Antolovič (saxo tenor) y Filip Orlović (saxo barítono, todos alumnos de los profesores Daniel Gauthier, Han-An Liu y Annette Reisinger en el citado conservatorio.
No es descabellado comparar sus cualidades de conjunto con las de un cuarteto de cuerda, ya que la producción tonal de los instrumentos es idéntica y tan aterciopelada. El conjunto, uno de los más solicitados de Alemania, ostenta la fusión perfecta de los cuatro instrumentos. El sonido cálido y colorido, así como la sensibilidad de sus inusuales interpretaciones caracterizan su forma de tocar.
La violinista Annette Reisinger (del Minguet Quartett) los está apoyando ahora en el lanzamiento y la difusión de este disco compacto. Más allá de sus estudios conjuntos en Colonia, los saxofonistas del Eternum Quartet recibieron otros impulsos musicales de los profesores Georg Klütsch, Koryun Asatryan, Friedemann Berger, Konstantia Gourzi, Christian Wetzel y Barnabas Kelemen, entre otros.
Galardones
En 2021, el grupo ganó el 2º premio en el "Concurso August Everding para cuartetos de saxofones" en Múnich; en 2020 fue seleccionado para el "WDR 3 Campus Concert" como representante de su universidad, así como para la serie de conciertos "Best of NRW" (Renania del Norte-Westfalia). El conjunto contó con el apoyo de "Yehudi Menuhin - Live Music Now Köln e.V." de 2016 a 2022 y de "Werner Richard - Dr. Carl Dörken Stiftung" en 2018. El cuarteto también realiza giras por Alemania y otros países europeos. Se presenta en importantes salas de concierto como la Konzerthaus de Berlín, la Allerheiligen Hofkirche de la Residenz de Múnich y la Beethovenhaus de Bonn.
Johann Christian Bach
La cercanía al cuarteto de cuerda se confirma desde un comienzo en los tres movimientos (el magnífico Allegro assai; el lírico Andante; y el alegre rondó de caza del Presto final) de la Sinfonía en si bemol mayor op 18 nº 2 de
Representar sus colores orquestales con el saxofón fue una tarea gratificante para el Eternum Quartet, el primer conjunto que ha asumido esta obra en una producción de CD. Las maderas claramente inspiradas en Johann Christian Bach, las características trompas y las brillantes cuerdas adquieren en la versión para cuarteto de saxofones un nuevo y excitante rostro, al mismo tiempo unificado y colorista. El conjunto subraya el carácter del original, siguiendo consecuentemente los principios de la práctica interpretativa histórica. Nada puede estar más cerca de la práctica interpretativa del "Bach londinense" que un arreglo que insufla nueva vida a una pieza musical, dándole un nuevo recorrido y nuevos encuentros.
Helena Cánovas i Parés
El contraste con las peculiares imágenes oníricas de Helena Goran Petrović; una historia en la que sueño y realidad se entremezclan y en la que el protagonista se pierde literalmente en su lectura.
Soñar, durmiendo, no es un proceso lineal; es más bien un viaje a la deriva, de apertura a nuevos espacios y de repetición circular. En esta composición el centro es la pintura u observación de un jardín sin orden perceptible, en un sueño colorido, vívido y que parece real, hasta que alguien con su respiración rompe el encancto, infinitamente delicado. Los frágiles gestos del comienzo son absorbidos hasta que casi no queda nada de ellos, pero el silencio conduce a la imaginación del oyente más allá de los límites de la realidad.
Alexander Glazunov
Entre los surcos 5 y 12, el conjunto incluyó el Cuarteto de saxofones op 109 (1932) de Alexander Glazunov. He aquí un típico ejemplo de que la persistencia da sus frutos. Sigurd Raschèr acosaba a
La obra se orienta hacia el cuarteto de cuerda y su lenguaje tonal está claramente enraizado en el Romanticismo. En una época que ya ha presenciado el nacimiento de la música dodecafónica, que conoce el jazz y el music hall, uno de los últimos grandes románticos emprende un nuevo y apasionante proyecto, un viaje en el tiempo que conecta el lenguaje del pasado y el instrumento del futuro.
Con Schumann y Chopin a cuestas
El primer movimiento (Allegro) es un delicado compás de tres por cuatro, no tanto un vals como una reminiscencia flotante en la que los énfasis de compás se anulan repetidamente. El segundo movimiento (Canzona variée, Andante) es una secuencia de variaciones que es en sí misma un viaje en el tiempo, ya que las sencillas líneas del tema, que parecen proceder de un coral o de una melodía de iglesia ortodoxa, se visten con los ropajes de los grandes antepasados.
La primera variación (L'istesso tempo) es contrapuntística, la segunda (Con anima) es un aria para saxofón barítono, la tercera variación (à la Robert Schumann, grave) -o uno de sus fantásticos alter egos- hace los honores antes de que en la cuarta variación (à la Frédéric Chopin) el espíritu de éste se cierna sobre un balanceante compás de 6⁄8. En la quinta y última variación (Scherzo, Presto), el ingenioso scherzo tiende el puente hacia el Finale, Allegro moderato, interpretado en la buena tradición rusa de la música folclórica y en el que el conjunto puede brillar con virtuosismo. Siempre asoma del "viejo" Bach a la vuelta de la esquina cuando Glazunov yuxtapone contrapuntísticamente los elementos folclóricos.
Konstantia Gourzi
En su Voyager 1, op 98 para cuarteto de saxofones, la compositora griega Konstantia , ilustre y creativa profesora del Conservatorio de Música y Teatro de Múnich, se inspira (con admiración) en la sonda espacial estadounidense que en la primavera de este año se encontraba a 24.000 millones de kilómetros de la Tierra (¡se dice pronto!). Hay muchas formas de ver este milagro de la tecnología humana, que hasta ahora ha sido el que más se ha adentrado en las profundidas del Universo (y sin embargo no ha pisado ni siquiera su umbral).
El Voyager 1 es un instrumento de medición científica lanzado al espacio desde Cabo Cañaveral (Florida) en septiembre de 1977. Lleva consigo un testimonio cultural de este planeta con imágenes, piezas musicales y textos; un mensaje de paz. una expresión de esperanza para el eventual encuentro con seres diferentes (o parecidos) al Hombre.
No debería extrañar que la sonda sea a su vez una inspiración para un nuevo arte y, por tanto: para nuevos viajes, porque solo con el espíritu se pueden recorrer distancias aún mayores que las de la de este artefacto y su hermano, el Voyager 2, que, en contra de lo que cabría esperar, voló al infinito antes que Voyager 1; éste sigue enviando datos a la Tierra después de más de cuarenta años. Los científicos continúan intercambiando con esta sonda de forma nueva y diferente en cada contacto. Lo mismo ocurre con nuestros encuentros con la música: la absorbemos una y otra vez de forma nueva y diferente, y sus huellas resuenan en nosotros durante mucho tiempo cuando la absorbemos despiertos.
La idea
La compositora Konstantia Gourzi se inspiró en esta idea cuando recibió dos encargos para piezas de conjunto: una para octeto de trompas y otra para cuarteto de saxofones. Se trata, en definitiva, de la cuestión de qué mueve a la gente incluso en el siglo XXI, qué impulsos podría dar el arte para desencadenar el movimiento en nuestros corazones y cerebros.
Gourzi está al principio de su viaje de investigación compositiva. Y así envió primero a Voyager 2 (para ocho trompas) en su viaje -como ocurrió con las sondas espaciales- y después a Voyager 1, grabada por primera vez en este CD por el Eternum Quartet.
Voyager 1 puede dividirse en tres grandes unidades, que a su vez constan de partes más pequeñas: Las tres primeras secciones permiten que el mundo sonoro de la pieza emerja libremente en un tono de himno. En un tempo deliberado, el color de cada acorde florece claramente. Y cada acorde tiene una fuerte vida propia, a veces sin una orientación tonal concreta, pero otras veces con reminiscencias de jazz o incluso de un lenguaje tonal romántico.
Las partes cuarta y sexta son en cierto modo prólogos y epílogos palpitantes, elocuentes y ruidosos de la quinta parte, el corazón de la pieza, una serie de variaciones sobre un tema rítmico vivo y jazzístico, como si estas dos partes fueran una especie de carga y descarga de nuestra sonda espacial. Cuando esa energía se agota, solo queda el epílogo, la séptima miniatura. Primero, retazos de tema lanzados a la superficie, luego un coral: tocado tres veces como en un ritual misterioso, cada vez más tranquilo, desvaneciéndose en la distancia y en el silencio del espacio sideral.
Los músicos del Eternum Quartet interpretan todo esto con una consagración que no deja nada que desear. Son imbatibles al saxofón, ya sea soprano, alto, tenor o barítono, y este CD es un festín sonoro. Ni que decir tiene que la combinacion de fuerzas es incandescente. Tanto más cuanto que la grabación (ingeniero de sonido Karsten Zimmermann), que se realizó en la Kupferhaus Planegg (distrito de Múnich, Alta Baviera), es muy apreciable y perfectamente adaptada al estilo de esta música tan seductora.
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