Alemania

Gershwin, altisonancia y ruido

J.G. Messerschmidt
viernes, 24 de noviembre de 2023
Gershwin en 1937 © 2023 by CC / Wikipedia Gershwin en 1937 © 2023 by CC / Wikipedia
Múnich, domingo, 12 de noviembre de 2023. Isarphilharmonie. George Gershwin (arreglos de Robert McBride, Robert Russell Bennett, Christoph Müller, Thilo Wolf, Lars Lange, Michael Flügel y Alexander Bühl): Girl Crazy (obertura), Gershwin en Hollywood (suite), Un Americano en París (suite), Summertime, I Got Rhythm, They Can’t Take That Away, Someone to watch over me, The Man I Love, Somebody Loves Me, Embraceable You, It Ain’t Necessarily So, Fascinating Rhythm, I Loves You Porgy. Intérpretes: Thilo Wolf Jazz Quartett (Thilo Wolf, piano; Norbert Nagel, saxofón y clarinete; Markus Schieferdecker, contrabajo; Jean Paul Höchstädter, batería). Orquesta de la Radio de Múnich, Enrique Ugarte, dirección y acordeón.
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La Orquesta de la Radio de Múnich es un conjunto muy versátil, una de cuyas especialidades es la música ligera de calidad. En este sentido, la obra de Gershwin encaja bien en el repertorio de la orquesta, que en esta ocasión actuaba con el Thilo Wolf Jazz Quartett. La velada prometía ser despreocupada y amena. La primera obra del concierto fue la popular obertura de Girl Crazy y con ella empezaron los equívocos. La dirección orquestal de Enrique Ugarte resultó desde esta primera intervención bastante desafortunada.

Evidentemente se pretendió ofrecer interpretaciones al estilo de las que podría haber hecho alguna de las grandiosas orquestas de música ligera activas entre las décadas de 1950 y 1980, como las de Paolo Mantovani, Edmundo Ros, etc. Pero aunque los músicos de la Orquesta de la Radio de Múnich son ideales para ello, sin una adecuada dirección no se llega, ni mucho menos, a buen puerto y la cosa se queda en un precario remedo.

La orquesta sonó estridente, apelmazada, sin diferenciación de planos sonoros. Faltaron matices en el fraseo y en la dinámica, mientras que la faceta rítmica fue resuelta de manera bastante tosca. El resultado fueron versiones al mismo tiempo ampulosas, ensordecedoras y con un inapropiado sobrepeso de los metales. Es una pena que una orquesta tan buena sea tan mal dirigida: como diría el Cantar de mío Cid “qué buen vasallo si oviesse buen señor”.

El Thilo Wolf Jazz Quartett, por su parte, resulta igualmente decepcionante. Sus rutinarias interpretaciones adolecen de una cierta rigidez y de una notable ausencia de swing. Los arreglos a los que se recurrió, varios de ellos del propio Thilo Wolf, no pueden ser considerados convincentes. En conjunto en el concierto faltaron tanto sensibilidad estilística como un concepto estético coherente, lo que condujo a versiones grandilocuentes, fallidamente eclécticas, contradictorias y musicalmente insatisfactorias.

Un factor que contribuyó a echar a perder la velada fue el uso de amplificadores. Desgraciadamente está bastante generalizada la abstrusa creencia de que en todo concierto de jazz, independientemente de la acústica del espacio en el que tenga lugar, se debe utilizar amplificadores de sonido, aparatos que siempre desvirtúan la calidad musical de una interpretación, por lo que debería recurrirse a ellos sólo cuando se renuncia a pretensiones estéticas y si no queda otro medio de hacerse oír. Emplearlos en una sala de excelente acústica, que por sí misma amplifica el sonido, y más aún cuando detrás de los solistas toca una orquesta sinfónica, simplemente es destrozar la música.

Para colmo, las piezas se interpretaron en un orden diferente al que figuraba en el igualmente desafortunado programa de mano.

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