Alemania

El vals tiene que sonar como un vals

Juan Carlos Tellechea
miércoles, 27 de diciembre de 2023
Yulianna Avdeeva © Círculo de Bellas Artes Yulianna Avdeeva © Círculo de Bellas Artes
Colonia, viernes, 15 de diciembre de 2023. Gran sala auditorio de la Filarmónica de Colonia. Concierto Honeck & Beethoven. Erwin Schulhof / Manfred Honeck y Tomáš Ille, Cinco piezas para cuarteto de cuerda en la transcripción para orquesta. Ludwig van Beethoven, Concierto nº 4 en sol mayor para piano y orquesta op 58. Franz Schmidt, Sinfonía nº 4 en do mayor. Solista Yulianna Avdeeva (piano). WDR Sinfonieorchester. Director Manfred Honeck. 90% del aforo.
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El maestro Manfred Honeck y la laureada pianista Yulianna Avdeeva fueron aclamados esta tarde en el concierto de la WDR Sinfonieorchester titulado, “Honeck & Beethoven”. En tiempos de graves conflictos, este concierto podría dar ejemplo con un tímido gesto. El compositor Erwin Schulhoff, nacido en Praga en 1894, fue víctima de los nazis, a quienes Franz Schmidt rindió a su vez homenaje al final de su vida. Un conflicto irresoluble y, sin embargo, Manfred Honeck ha decidido incluir obras de estos dos compositores en el programa del concierto de este viernes, transmitido en vivo por la emisora de radio WDR 3 y grabado por el canal de televisión regional de Renania del Norte-Westfalia WDR para su emisión posterior.

Como un impulso musical que tematiza la reconciliación. Schulhoff fue uno de los compositores más versátiles de su generación. Elogiado cuando tenía siete años por Antonín Dvořák y formado por Max Reger, entre otros, Schulhoff, conocido por su especial afición a los bailes, estaba convencido de que la música debía "ante todo crear bienestar físico, incluso éxtasis, a través del ritmo; nunca es filosofía".

Esta actitud básica hizo que el compositor se abriera a una gran variedad de influencias, de modo que utilizó muchos géneros, estilos y técnicas. Fascinado por el dadaísmo, se decantó por este movimiento artístico durante un tiempo. Más tarde se añadió la técnica dodecafónica y, sobre todo, el jazz. Para sus contemporáneos, la música de Schulhoff era difícil de clasificar, ya que fusionaba tantas influencias en su propio cosmos sonoro.

Tango milonga

Sin ir más lejos en el Andante, Alla Tango milonga, cuarta de las Cinco piezas para cuarteto de cuerda (dedicada a Darius Milhaud), transcrita por Manfred Honeck y Tomáš Ille para orquesta sinfónica, se sumerge a través del género rioplatense (Buenos Aires-Montevideo), elegante, sutil y sosegadamente interpretado por la WDR Sinfonieorchester, en las profundidades ancestrales de sus fuentes. Schulhoff muestra no solo las habilidades solistas de varios instrumentos, entre ellos el clarinete, la flauta y el violín solista, sino el hecho de que esta danza está impregnada en todo momento de una sensualidad subconsciente, reflejando la visión cosmopolita de Schulhoff.

El compositor anota Sempre strictissimo in tempo en el compás 24, donde se utilizan las castañuelas, la clave afrocubana y el tamburo piccolo además del violín solista que toca libremente. El movimiento llega a un final especialmente delicado con un acorde racimo mayor-menor que se mantiene, mientras el arpa parece guiñar un poco el ojo con su arpegiado final. Así, con rigor y pasión dirige Honeck a la WDR Sinfonieochester, que da todo de sí.

Fuentes

Schulhoff no solo explora aquí la habanera, sino también la mágica clave afrocubana, hija mestiza del bastón rítmico del babalawo en las sagradas ceremonias de la santería en la mayor de las Antillas (hasta hoy). Como dice el etnólogo y antropólogo cubano Fernando Ortiz “hay algo en este sonido único y reiterativo (de la clave) que acerca a lo sacro (…) llama al misterio con dulzura, con suavidades de naturaleza preanimal. (…) es un beso que inicia una melodía expresiva del espíritu. El sonido de la clave dará a las grandes orquestaciones futuras acentos de magia primeval“, vaticina Ortiz en su monografía La clave xilofónica de la música cubana (de la prestigiosa Editorial Letras Cubanas, de ciudad de La Habana, Cuba, 1984).

Vals vienés

La primera estas Cinco piezas para cuarteto de cuerda de Schulhoff arregladas para gran orquesta, un vals vienés, es ya curiosa en el sentido de que no se mantiene constantemente en compás de 3/4. Schulhoff añade una nota a pie de página, quizá un tanto sarcástica, en la que dice que, aunque es consciente de que el vals a veces se escribe en compás de 4/4, tiene que sonar como un vals. Cabe destacar que hay varios portamenti animados, casi grotescos, así como ritmos de vals vienés bastante forzados, que son un poco más descarados de lo que cabría esperar.

La segunda danza, Alla Serenata, se desarrolla en compás de 5/8 y es más inquietante que encantadora. Desde el principio, los bajos y la percusión (tamburello y caja de madera) colorean la pieza de forma bastante oscura, con un ritmo casi constante. Los staccati se escriben de forma muy diferente pero punzante en las maderas, igual que en los violines de la versión original.

Toques orientales

Los violines, violas, flautas y oboes flotan ligeramente como una nube de fragancia antes de que, como un grito, toda la orquesta proporcione un gran dramatismo con la marca subito fortissimo. Varios estallidos adicionales de este tipo en la dinámica ff se suman al ambiente inquieto que no tiene nada de serenata. El compás 56 aporta un toque del exótico mundo sonoro del Oriente antes de que el movimiento termine de forma irónica e ingeniosa.

La tercera danza es una polca checa. Aquí, Schulhoff imita a una imprecisa banda de música con la adición de un acento en las corcheas de acompañamiento al final de cada compás. Es casi una divertida parodia de la cultura de las bandas de música. Cabe destacar el compás 26, que evoca una exuberante bevuta, mientras que el compás 45 recuerda algunas de las divertidas escenas de La novia vendida, de Smetana. El movimiento termina con un accelerando escrito, pasando de poco a poco stringendo a finalmente un Presto (extremadamente rápido) para los tres compases finales que saltan de la página.

Rumbo a Italia

El quinto y último movimiento es una tarantela con tempos muy rápidos. En esta danza Schulhoff va un paso más allá y anota "Prestissimo con fuoco". Escribe este movimiento en un compás muy rápido de 6/8 que avanza en oleadas. No hay un solo compás en el que no haya un movimiento cinético de corcheas. Inquieto hasta el final, Schulhoff conduce musicalmente casi hasta el caos, anotando tumultuoso en el compás 154.

Aquí tanto Manfred Honeck como Tomáš Ille lo tenían muy claro: debían utilizar un tam-tam. El movimiento gira hacia delante antes de terminar furiosamente con salvajes glissandi en los trombones y un espíritu fff, muy muy alto y de gran energía.

Las Cinco piezas para cuarteto de cuerda de Erwin Schulhoff son un ejemplo de su enfoque del arte. El compositor se presentó en el círculo de la vanguardia musical de la época con el estreno en 1924 en el festival de la Sociedad Internacional de Música Nueva. El arreglo orquestal de Manfred Honeck y Tomáš Ille subraya el gran colorido de estas miniaturas inspiradas en la música de baile, magníficamente interpretadas por la WDR Sinfonieorchester.

Revolucionario

Ludwig van Beethoven fue un revolucionario que escribió música con gestos heroicos y los conflictos más agudos. Pero también tenía su lado más lírico. Este es el caso de su Concierto nº 4 para piano, una obra de minuciosas transiciones y diálogos casi camerísticos entre orquesta y piano.

En su extraordinaria interpretación, Yulianna Avdeeva le añadió a su fuerza poética una lectura y una luminosidad especial, ya que la pianista se ha dado a conocer sobre todo con Chopin y Schubert. La visión de Avdeeva coincide con la del maestro Honeck o quizá sea al revés, tan palpable es la simbiosis entre los dos artistas, y con la orquesta: una concepción de clasicismo rabioso.

Desde el desenfadado Allegro moderato, pasando por la asombrosa introducción del teclado solista, maravilla la fluidez innata y los mágicos pianissimos del desarrollo, la delicadeza de los intercambios entre el piano y las maderas (incluida la magnífica flauta), así como la cadencia imaginativamente desarrollada. Los majestuosos acordes que abren el Andante con moto, preludio de la entrada de la solista, anuncian un momento excepcional, porque Yulianna Avdeeva amasa la nota, como en el crescendo sobre los acordes envolventes de las cuerdas.

Virtuosismo

La cadencia de trinos tumultuosos concluye este intenso episodio, puntuado por una orquesta apagada. El ataque en el final, Rondo. Vivace – Presto es articulado pero no excesivo, y esto se refleja en la interpretación de la laureada solista, extremadamente sutil e impregnada de una fuerza serena en el desarrollo y la cadencia. El reprise, con sus líneas de clarinete, conduce a una rápida peroración, plena de alegre optimismo y ligereza radiantes.

El Concierto nº 4 de Beethoven, forma parte de una serie de obras realizadas por el genio de Bonn entre 1805 y 1806. En 1806, Beethoven compuso no solo su Sinfonía nº 4 en sol mayor, sino también los Cuartetos Razumovsky, Op. 59 nº 7, 8 y 9. Con este Concierto para piano nº 4, Beethoven rompió con la tradición de preceder la entrada del piano con una larga introducción orquestal. Beethoven optó por dejar que entre primero el (la) solista, y solo después la orquesta, provocando así una cierta consternación en el público vienés de 1808 ante la novedad imaginada por el compositor.

La ejecución de Yulianna Avdeeva, acompañada por Honeck al frente de los músicos de la WDR Sinfoniorchester, fue tan impecable e inspirada que el público le tributó efusivos aplausos y exclamaciones de aprobación. Ella los agradeció en tres oportunidades antes de tocar como bis y con admirable dinamismo la Giga de la Partita en si bemol mayor, de Johann Sebastian Bach, BWV 831.

Honda pena

La Sinfonía nº 4 de Franz Schmidt, escrita en 1933, se inspiró en una trágica experiencia personal: la pérdida de su joven hija. Iba a ser el canto del cisne del músico, al menos para la orquesta. Tal vez la obra señale también el final del género de las grandes sinfonías en Austria. El modo introspectivo inducido por lo que el músico llama un "Réquiem por mi hija" sigue exigiendo una rica orquestación a lo largo de sus cuatro movimientos, interpretados en secuencia y construidos simétricamente.

Introducido por un solo de trompeta hondamente triste, el primer movimiento presenta un segundo tema de estilo húngaro muy expresivo, sostenido por una inquietante escansión de bombo que destila un dramatismo innegable. El discurso se vuelve más complejo hasta la aparición de un solo de corno inglés que anuncia una sección lírica que se expande hasta alcanzar el clímax. Esta sección, marcada Passionato, tiene el aroma de un final anunciado.

Resignación

En forma tripartita, el Adagio presenta un melódico solo de violonchelo que se expande para incluir a todos los violines y maderas, seguido de una grandiosa marcha fúnebre y, finalmente, el retorno de la canción del violonchelo. El Molto vivace es un momento alegre y animado como el de la Tercera Sinfonía. El final repite los elementos del primer movimiento, pero a la inversa. El dolor de hondura abisal parece dar paso a la resignación y la esperanza, la tensión vuelve a su punto de partida, para desvanecerse en el mismo solo de trompeta.

Manfred Honeck y las fuerzas de la WDR Sinfonieorchester, aportan su maestría a esta música de sonoridades exuberantes que pueden llevar a la compactibilidad en sus pasajes más complejos. El director austríaco sabe mantener la cabeza fría y evitar este escollo. Es bien conocida la larga experiencia de este colectivo musical en el gran repertorio tardorromántico, con Anton Bruckner y Gustav Mahler en particular. Sus interpretaciones muestran un trabajo extremadamente fino de la orquesta y del suntuoso conjunto de cuerda. ¡Enhorabuena!

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