Vuelve
el Festival d’Aix-en-Provence, como cada verano, y casi como cada verano,
vuelve Dmitri Tcherniakov con una de sus propuestas. Reconozco que tras el
inenarrable atentado que supuso el Così
fan tutte del año pasado, mi nivel previo de tolerancia a las ocurrencias
del ruso estaba en niveles bajísimos, pero no me gusta acudir con prejuicios a
la ópera, así que decidí, como siempre, que me iba a basar únicamente en lo que
viera ayer en el teatro, como si fuera esta mi primera experiencia
tcherniakoviana.
Y
lo primero que tengo que decir es que la experiencia fue larga: el director nos
presenta dos óperas en vez de una, con un entreacto de hora y media que los
restaurantes de los alrededores agradecieron sin duda. La duración total del
espectáculo, con pausa incluida, se fue a más de cinco horas, lo que un Wagner
cualquiera, por lo que…
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