Al contrario de lo que ocurre con los buenos vinos y con los buenos
recuerdos, con el paso del tiempo esta puesta en escena no mejora, sino que se
percibe como cada vez más fastidiosa. Al cabo de sólo cinco meses de su estreno
la experiencia de verla por segunda vez resulta fatigosa y molesta. Si no fuera
por la música, resultaría difícil permanecer sentado en la butaca hasta la
llegada del primer entreacto. No comentaremos más, para los pormenores nos
remitimos a la crítica del pasado 9 de febrero.
En el aspecto musical, sin embargo, esta función del Festival de Ópera de
Múnich ofrecía el gran aliciente de presentar a Lise Davidsen en el papel de
Lisa, que en el estreno de febrero había estado a cargo de una muy acertada
Asmik Grigorian. Lise Davidsen posee una voz de gran potencia y amplio
registro. Pero evidentemente ni éstas ni muchas…
Comentarios