Alemania

Magia sonora, Măcelaru y Kanneh-Mason

Juan Carlos Tellechea
miércoles, 25 de septiembre de 2024
Cristian Măcelaru © 2024 by ARDFotogalerie Cristian Măcelaru © 2024 by ARDFotogalerie
Colonia, sábado, 21 de septiembre de 2024. Gran sala auditorio de la Kölner Philharmonie. Miriam Khalil (soprano), Sheku Kanneh-Mason (violonchelo). Orquesta Sinfónica de la WDR. Director Cristian Măcelaru. Karim Al-Zand, Al Hakawati (estreno en Alemania; obra encargada por la WDR, la Orquesta Nacional de Francia y el Festival de Música Contemporánea de Cabrillo). Dmitri Shostakóvich, Concierto nº 1 en mi bemol mayor para violonchelo y orquesta op 107. Nikolai Rimski-Korsakov, Sheherazade op 35. Concierto: Magia sonora - Măcelaru & Kanneh-Mason. 100% del aforo.
0,0008778

La Orquesta Sinfónica de la WDR, dirigida por Cristian Măcelaru, y el violonchelista Sheku Kanneh-Mason llevaron al delirio al público con el Concierto nº 1 en mi bemol mayor op 107 de Dmitri Shostakovich, ovacionado y vivado frenéticamente este sábado en la gran sala auditorio de la Filarmónica de Colonia, colmada hasta el techo.

El recital, titulado Magia sonora - Măcelaru & Kanneh-Mason, marcó el comienzo de la temporada 2024/2025 de la WDR Sinfonieorchester.

Invitado por primera vez por este colectivo musical, Sheku Kanneh-Mason interpretó aquí en su Matteo Goffriller de 1700 de forma extraordinariamente dinámica y cargada de energía la pieza que lleva directamente al corazón de la tragedia de Shostakovich.

Para el compositor, su maldición personal llevaba el nombre del monstruoso Iosif Stalin, como hoy lo es también el del engendro Vladimir Putin para muchos artistas rusos. La imprevisible crueldad de Stalin atemorizaba profundamente a Shostakovich.

Desarrollo

El primer movimiento (Allegretto) se caracteriza por el motivo que Shostakóvich derivó de sus iniciales DSCH (re-mi bemol-do.si). Además, hay una marcha que compuso en 1948 para la escena musical de una película, en el camino hacia una ejecución.

En el segundo movimiento (Moderato), el violonchelo entona una triste canción, casi fúnebre, a partir de la cual se desarrolla un lamento opresivo. A este lamento elegíaco del movimiento lento le sigue una extensa cadencia, casi un movimiento aparte para violonchelo solo. La profundidad expresiva que puso Kanneh-Mason en ella fue impresionante.

Esta cadencia es un gran reto para el solista, una especie de monólogo, un autoexamen del tema, que luego desemboca en un gran arrebato. En la segunda parte de este tercer movimiento se sale de la nada y Shostakovich prácticamente pierde la cabeza hacia el final. Resulta increíble que en únicamente dos minutos se produzca una acumulación de tan alto grado.

Ironía y sarcasmo

La cadencia da paso al final, que retoma el tema principal del primer movimiento, siempre con un matiz irónico y sarcástico. Éste cita amenazadora y significativamente la canción popular georgiana Suliko, bastante superficial, pero que había que tocarla siempre y en todas partes en aquellos nefastos tiempos porque era la favorita de Stalin. Muchos compositores la satirizaron, incluido Shostakovich en este concierto para violonchelo, aunque ocultándola muy bien, tanto para los músicos como para los oyentes.

Los colores orquestales fueron nítidos en todo momento esta tarde, especialmente en las maderas, pero no menos en las cuerdas. Los violonchelos de la WDR Sinfonieorchester se unieron a Kanneh-Mason con magnificencia en la ejecución.

Ante las efusivas aclamaciones del público, Sheku Kanneh-Mason interpretó en el bis uno de los temas más enternecedores de la velada: el arreglo casi improvisado del clásico She Used to Call Me de Bob Marley para violonchelo solo, personal y conmovedor en su parquedad.

Estreno

El concierto arrancó, entre grandes aplausos, con el estreno en Alemania de Al Hakawati (El narrador de historias), una nueva obra para soprano y orquesta del compositor Karim Al-Zand, interpretada por primera vez mundialmente el 2 de agosto pasado en el Cabrillo Festival of Contemporary Music de Santa Cruz, California, con la cantante Miriam Khalil y el director Cristian Măcelaru.

El compositor Karim Al-Zand presenció personalmente el recital este sábado en la Filarmónica de Colonia y fue calurosamente recibido por los miles de asistentes al término de la ejecución.

Al Hakawati, obra comisionada por el referido festival, la WDR Sinfonieorchester y la Orchestre National de France, presenta fragmentos de una ópera en proceso titulada The Book of Tales (El libro de los cuentos), inspirada en un reciente descubrimiento sobre el origen de la colección de Los cuentos de las mil y una noches.

La procedencia exacta de estos cuentos árabes medievales, conocidos propiamente como Alf Laylah wa-Laylah (Las mil y una noches), siempre ha sido un misterio. Todo cambió en 1993 cuando se encontró en la Biblioteca del Vaticano un manuscrito árabe olvidado del siglo XVIII. Se trataba de unas memorias de viaje escritas por un narrador sirio maronita de 75 años llamado Antun Yusuf Hanna Diyab.

Apropiación

En 1707, el entonces joven Diyab había emprendido un extraordinario viaje de varios días a Europa. Sus increíbles aventuras culminaron con un encuentro con Luis XIV, el rey Sol, en los salones de Versalles. Diyab contó sus fascinante historias a todas las personas que conoció en sus periplos, incluido Antoine Galland, orientalista, traductor y arqueólogo en París.

Fue Galland, quien en 1710 presentó por primera vez a los lectores occidentales las historias de Alí Babá y Aladino en Les Mille et une Nuits, aunque sin mencionar al narrador. Diyab regresó a Siria en 1709 y acabó convirtiéndose en un próspero comerciante de telas en Alepo. Al parecer no tenía entonces ni dea de lo lejos que habían llegado sus cautivadoras historias.

La ópera conecta historias y narradores a través del tiempo y el espacio, desde el presente hasta el Ancien Régime francés, pasando por el mundo imaginario de Sheherazade. Los fragmentos de Al Hakawati comprenden cuatro escenas (I. I shiver, I tremble; II. He sleeps, this one; III. Dance of the seven swords; IV. For all I know), y aunque la historia que sirve de marco es la de Diyab, los personajes principales y más significativos de la ópera son mujeres.

Encanto

La interpretación de la soprano Miriam Khalil fue maravillosa. Su voz es lustrosa y aterciopelada, grande sin ser retumbante, y notablemente uniforme en toda su gama. Las notas altas son afelpadas, pero lo que destaca es su registro grave, bellamente apoyado. Hay algo en su timbre seductor y sensual e incluso en su semblante que a muchos puede recordar quizá a la joven Victoria de los Ángeles.

La fascinante música de Karim Al-Zand refleja una gran variedad de intereses, temas e influencias. Explora las conexiones entre la música y otros medios y se inspira en el arte gráfico, los mitos y las fábulas, la música folclórica de todo el mundo, el cine, la palabra hablada, el jazz y su propia herencia de Oriente Próximo.

Clímax

En la primera escena (“Tiemblo, tiemblo”), la famosa narradora Sheherazade reflexiona sobre su precaria situación, todas las noches cuenta historias al asesino Shariar para retrasar su ejecución. En la segunda (“Duerme”) Shariar por fin se ha dormido. Llena de rabia, Sheherazade se dispone a prender fuego a su cama.

En la escena número tres (“La danza de las siete espadas”), Murjana baila para su marido, Alí Babá, y un mercader. Solo ella ha reconocido la verdadera identidad del invitado; se trata de Nadir, el líder de una banda de ladrones. Nadir planea matar a su irreflexivo marido, que ha robado tontamente su tesoro, pero en el clímax de la danza, ella acaba con el villano.

Finalmente en la cuarta escena (“Hasta donde yo sé”), Tarina Safar, una ficticia estudiosa del árabe medieval, ha descubierto el manuscrito de Hanna Diyab en la Biblioteca del Vaticano, y se maravilla ante el poder de las historias y los narradores.

Sheherazade

En síntesis, las referencias a Los cuentos de las mil y una noches abrieron y clausuraron esta velada. Tras el intervalo la WDR Sinfonieorchester, bajo la dinámica égida de Măcelaru, interpretó impecablemente la suite sinfónica Sheherazade op 35 de Nikolai Rimski-Korsakov.

Sheherazade cautivaba a sus oyentes no con canciones seductoras como las sirenas, sino con historias apasionantes. Cristian Măcelaru condujo a la orquesta con exquisita delicadeza y sensibilidad. Permitió escuchar con claridad y diafanidad la ironía bajo el orientalismo al comienzo de la historia del príncipe Kalendar, y la ingenuidad así como la pasión en las declaraciones de amor entre el príncipe y la princesa.

Magia

Toda la suite estuvo envuelta aquí en ese fascinante halo de dramatismo, emoción, sensación de misterio y aventura que la hace digna de ser llevada al disco por esta orquesta y su director saliente. La fenomenal habilidad de Rimski-Korsakov como colorista orquestal brilla en ella como en ninguna otra obra.

Los fantásticos solos de violín, fagot, oboe, flauta, clarinete...la atmósfera y las melodías suenan orientales, pero a la vez apasionantemente rusos. Las cálidas cuerdas de la Orquesta Sinfónica de la WDR y los extrovertidos metales captan estupendamente y sin estridencias ese mágico ambiente en una multitud de matices muy bien logrados.

El concierto de esta tarde no solo fue grabado para ser transmitido directo en streaming, sino que puede ser escuchado el próximo 6 de noviembre a las 20:04 horas (del centro de Europa) en la emisora de radio WDR 3.

Comentarios
Para escribir un comentario debes identificarte o registrarte.