Argentina

El Tríptico en el infierno

Gustavo Gabriel Otero
martes, 6 de mayo de 2025
Puccini, Gianni Schicchi. Regie de Maestrini © Prensa Teatro Colón / A. Colombaroli Puccini, Gianni Schicchi. Regie de Maestrini © Prensa Teatro Colón / A. Colombaroli
Buenos Aires, viernes, 2 de mayo de 2025. Teatro Colón. Giacomo Puccini: Il Trittico. Tres óperas en un acto: Il Tabarro, Suor Angelica y Gianni Schicchi. Libreto de Giuseppe Adami y Giovacchino Forzano. Pier Francesco Maestrini, dirección escénica. Nicolás Boni, escenografía. Stefania Scaraggi, vestuario. Nicolás Boni y Matías Otálora, diseño de vídeo. Daniele Naldi, iluminación. Producción original del Teatro Comunale de Bolonia. Fabián Veloz (Michele); Carla Filipcic Holm (Giorgetta); Mikheil Sheshaberidze (Luigi); Marta Torbidoni (Suor Angelica); Guadalupe Barrientos (la Frugola, la zia principessa y Zita), Ricardo Seguel (Gianni Schicchi); Jaquelina Livieri (Lauretta); Santiago Martínez (Rinuccio), Mario De Salvo (Talpa y Simone); Fermín Prieto (Tinca), María Luján Mirabelli (la abadesa); Cecilia Díaz (maestra de novicias), Daniela Prado (la celadora); Laura Polverini (Sor Genoveva); Marina Silva (Nella); Juan Salvador Trupia (Betto di Signa), Juan Font (Marco), Eugenia Fuente (la Ciesca); Carlos Ullán (vendedor de canciones y Gherardo) y elenco. Orquesta, Coro de Niños y Coro Estable del Teatro Colón. Director del Coro de Niños: Helena Cánepa. Director del Coro: Miguel Martínez. Dirección Musical: Beatrice Venezi.
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Luego de repetir en los últimos años La Boheme (2003, 2006, 2010, 2018 y 2022), Tosca (2003, 2016 y 2022), Madama Butterfly (2000, 2014 y 2023) y la póstuma Turandot (2006, 2019 y 2024) el Teatro Colón salió de la rutina con la que programa las óperas de Giacomo Puccini y luego de 14 años ofreció, en nueva puesta en escena, Il Trittico cuyas últimas versiones integrales fueron únicamente en 1974, 1983, 1997 y 2011. Entre las óperas del maestro de Lucca largamente postergadas por el teatro de la calle Libertad podemos mencionar a Le Villi, solo ofrecida en 1967, La Rondine, ausente desde 1990, La Fanciulla del West, vista por última vez en 2002, o Manon Lescaut, presentada por última vez en 2004. Caso aparte el de Edgar, única ópera del maestro de Lucca que nunca se ofreció en el escenario del Teatro Colón a pesar de que su versión definitiva fue estrenada mundialmente en Buenos Aires, en presencia del compositor, en el desaparecido Teatro de la Ópera en julio de 1905 hace casi exactamente 120 años.

La nueva puesta escénica de Il Trittico de Puccini, ideada originalmente para el Teatro Comunale de Bolonia y que se ofreció, además, en Triste firmada por Pier Francesco Maestrini, ubica todas las acciones dentro de la Divina Comedia de Dante: todos los protagonistas ya están muertos y recuerdan su vida o son zombis. En una idea fallida y confusa que vuelve sobre la cuestionable tesis de Mosco Carner -publicada originalmente en 1958- que sostiene la correspondencia entre las tres obras del Tríptico y la Commedia de Dante: así solo para Carner Il tabarro correspondería al infierno, Suor Angelica al purgatorio y Gianni Schicchi al paraíso, tesis que ninguna fuente avala y casi ningún estudioso contemporáneo adhiere. Esta transposición requiere un exhaustivo conocimiento de la obra de Alighieri difícil de encontrar en públicos fuera de Italia o comprender las larguísimas explicaciones de Maestrini en el programa de mano (para las cuales utiliza ocho páginas) y siempre queda claro que cuando el puestista explica demasiado es porque la propuesta no es comprensible.

'Gianni Schicchi' de Puccini. Dirección musical: Beatrice Venezi. Dirección escénica,  Pier Francesco Maestrini. Buenos Aires, Teatro Colón, mayo de 2025. © 2025 by Prensa Teatro Colón / Lucia Rivero.'Gianni Schicchi' de Puccini. Dirección musical: Beatrice Venezi. Dirección escénica, Pier Francesco Maestrini. Buenos Aires, Teatro Colón, mayo de 2025. © 2025 by Prensa Teatro Colón / Lucia Rivero.

La versión de Pier Francesco Maestrini, con escenografía de Nicolas Boni, vestuario de Stefania Scaraggi, vídeos de Nicolás Boni y de Nicolás Boni y Matías Otálora para Suor Angelica, con iluminación de Daniele Naldi, se inspira más en La divina comedia, y más concretamente en las 136 ilustraciones de Gustave Doré sobre la misma, que en los libretos de las tres óperas de Puccini. La visión general además de fallida resulta algo monótona y con actuaciones deliberadamente apáticas.

Al fondo de la escena una pantalla con proyecciones acordes al momento, una gran puerta a la izquierda, evidentemente la puerta del infierno, que permanecerá todo el tiempo, y un peñasco a la derecha es la escenografía básica. En Tabarro se adiciona la barca, en Angelica un árbol y por detrás restos de una construcción con visos de gótica y en Schicchi una gran cama. Un gran trabajo de Nicolás Boni de una belleza sobrecogedora y a la vez inquietante tanto en la escenografía como en las proyecciones.

Monocorde en tonos apagados el vestuario que firma Stefania Scaraggi y que no permite diferenciar ni a las monjas en Angelica ni a los parientes en Schicchi. Adecuada la iluminación de Daniele Naldi.

Pier Francesco Maestrini hace del transportador fluvial, Michele, un remedo de Caronte, para justificar las bocinas de los barcos previstos en la partitura se recurre a la proyección de Nembrod que toca el cuerno. Las bocinas de los autos, también prevista, ha desaparecido o no se escucharon, naturalmente no hay automóviles en el infierno. El trabajo interminable de Luigi y los otros estibadores recuerda el tormento de Sísifo replicado en las proyecciones. Con todo, la visión no molesta demasiado y la marcación actoral es fría pero razonable.

'Suor Angelica' de Puccini. Dirección musical: Beatrice Venezi. Dirección escénica,  Pier Francesco Maestrini. Buenos Aires, Teatro Colón, mayo de 2025. © Prensa Teatro Colón / Juanjo Bruzza.'Suor Angelica' de Puccini. Dirección musical: Beatrice Venezi. Dirección escénica, Pier Francesco Maestrini. Buenos Aires, Teatro Colón, mayo de 2025. © Prensa Teatro Colón / Juanjo Bruzza.

El claustro de Suor Angelica aparece como la playa del Antepurgatorio, no hay capilla o fuente, solo un árbol en medio del escenario. Por detrás un lago o mar en casi toda la obra; cuando parece llegar la salvación el cielo se ilumina de estrellas, en el envenenamiento que predice la condenación, aparece el bosque de los suicidas y el alma de Angélica se convierte en árbol por lo cual la cantante debe ingresar dentro del árbol de la escenografía, el milagro es otra proyección donde el bosque muta en nubes y la soprano sale del árbol. La tía Princesa tiene un alter ego que según Maestrini es su alma, Angelica jamás mira a su tía sino a su doble. Las ideas de la puesta se ven más alejadas de Puccini-Forzano, la concepción comienza a molestar a pesar de la belleza de la escenografía y de las proyecciones.

En Gianni Schicchi la puesta muta en confusa y de mal gusto. Los Donati visten capas doradas por fuera y de plomo por dentro como los hipócritas en Dante, pero ellos son zombis que comen restos de cuerpos humanos y se arrancan las orejas, en una desagradable metáfora, y se mueven en círculos sin sentido. La escena muestra una enorme cama y muchísimos cuerpos desnudos apilados, los diablos merodean. Tanto el médico como el notario y los testigos saldrán de entre los cuerpos apilados para cantar sus partes. Lauretta no irá a la terraza a dar de comer a los pájaros, sino que desde un costado alimentará a un animal infernal. El testamento está en la piel de Donati y es arrancado del cadáver, de la misma forma el diablo escribe el testamento falseado en la carne de la espalda del notario. La visión de Florencia es atravesada por el fuego y antes de caer el telón vemos un demonio que se posa sobre una de las barandas de la cama de Buoso y apunta con su trasero, según las palabras de Maestrini: “la flatulencia más famosa de la literatura”. De esta manera concluye un Schicchi sin comicidad, confuso y de mal gusto.

En el plano musical las cosas fueron mejores, aunque una platea a casi doscientos dólares es abusiva para un teatro como el Colón que está fuera del primer circuito internacional y que ofrece elencos casi enteramente locales.

Beatrice Venezi condujo la Orquesta Estable, logrando una muy buena versión musical, sólida, potente, homogénea y sin fallas. La relación de sonido entre el foso y el escenario fue excelente. El único punto débil fue el canto de los parientes de Donati en Schicchi en el principio de la obra, que probablemente por los movimientos en círculos resultaron poco homogéneos.

Triunfadores de la noche resultaron Fabián Veloz (Michele); Mikheil Sheshaberidze (Luigi); Marta Torbidoni (Suor Angelica), Ricardo Seguel (Gianni Schicchi); Jaquelina Livieri (Lauretta), Santiago Martínez (Rinuccio), y Guadalupe Barrientos (principalmente como la zia principessa).

'Il Trittico' de Puccini. Dirección musical: Beatrice Venezi. Dirección escénica,  Pier Francesco Maestrini. Buenos Aires, Teatro Colón, mayo de 2025. © 2025 by Prensa Teatro Colón / Lucia Rivero.'Il Trittico' de Puccini. Dirección musical: Beatrice Venezi. Dirección escénica, Pier Francesco Maestrini. Buenos Aires, Teatro Colón, mayo de 2025. © 2025 by Prensa Teatro Colón / Lucia Rivero.

Fabián Veloz fue un Michele de sólidos acentos, buena presencia, compenetración vocal y calidad general. No en vano es uno de los argentinos residentes en el país con verdadera carrera internacional.

El personaje Giorgetta sobrepasó las posibilidades de Carla Filipcic-Holm en un rol, un estilo y un compositor que parece no estar dentro de la vocalidad y los intereses de la muy buena soprano argentina.

El personaje de Luigi en Il Tabarro es complicado e ingrato, se tiende a cantarlo gritado, forzado y hasta rústicamente. El tenor Mikheil Sheshaberidze fue una grata sorpresa. Nada de los habituales vicios con los que se interpreta este personaje estuvieron en el canto del artista nacido en Georgia. Una voz para volver a escuchar.

Guadalupe Barrientos tuvo algunos problemas en la zona aguda como la Frugola, fue impactante como la zia principessa, y muy correcta en Zita, un balance plenamente satisfactorio.

La soprano italiana Marta Torbidoni comenzó a cantar el rol de Sor Angelica con cuidado profesionalismo y a partir de la escena con la Tía Princesa demostró toda su valía. Posee buen volumen y adecuada proyección, maneja con inteligencia las gradaciones y logra conmover en la gran escena final.

El chileno Ricardo Seguel el papel protagónico de Gianni Schicchi se destacó por sus medios vocales, por la gran creación de la falsa voz de Buoso Donati y logró dar realce actoral a la parte a pesar de las absurdas marcaciones de la puesta.

En un rol pequeño, pero de gran lucimiento como el de Lauretta, Jaquelina Livieri volvió a brillar e hizo pensar le pena que da que el papel sea tan breve.

Santiago Martínez (Rinuccio), se conjugó perfectamente con su amada en la ficción (Lauretta) y volvió a demostrar que es un tenor confiable, de agudo firme y calidad actoral.

En los roles menores sobresalieron Mario De Salvo como Talpa, Fermín Prieto (Tinca), Laura Polverini (Sor Genoveva); Daniela Prado (la celadora) y Luis Gaeta (maestro Spinelloccio). Muy correctas y ajustadas tanto María Luján Mirabelli (la abadesa) como Cecilia Díaz (maestra de novicias). Con buenas prestaciones individuales pero irregulares en los conjuntos los parientes de Buoso Donati: Marina Silva (Nella); Pablo Urban (Gherardo), Juan Salvador Trupia (Betto di Signa), Juan Font (Marco), Eugenia Fuente (la Ciesca) y Mario de Salvo (Simone).

Correcto el resto del numeroso elenco, así como los coros en las intervenciones internas.

En suma: con sus más y con sus menos una buena noche de ópera.

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