Portugal
Echo Rising StarsECHO 1: viola y percusión
Maruxa Baliñas

Llevaba años queriendo asistir a estos conciertos de ECHO Rising Star y por fin este año lo he conseguido. Organizados por la European Concert Hall Organisation, con sede en Bruselas, desde la temporada 1995-96 los conciertos de ECHO Rising Star han ofrecido la ocasión a más de 150 intérpretes, normalmente seis cada año, para presentarse en las diversas salas europeas que forman parte de la asociación. Según su página web, cada año se ofrecen unos 110 conciertos y unos 70 proyectos con los jóvenes artistas seleccionados como 'estrellas emergentes'.
Además cada uno de los seis artistas seleccionados recibe una dotación económica para encargar una pieza propia a un compositor que luego estrenan en sus conciertos, por lo que además de poder disfrutar de los jóvenes intérpretes se presenta un interesante panorama de la composición más actual (al menos un 50% deben ser encargos a compositoras femeninas o de 'género expandido').
Y el primer concierto de los cuatro presentados en la Casa da Música de Porto no ha sido en absoluto una decepción. El violista franco-holandés (aunque el programa diga franco-alemán) Sào Soulez Larivière (París, 1998) fue acompañado por el percusionista luxemburgués Christoph Sietzen (Salzburgo, 1992), quien a su vez había sido ECHO Rising Star en la temporada 2017-18.
El curriculum de Sào Soulez Larivière es impresionante, desde su infancia en la Yehudi Menuhin School de Inglaterra, pasando por la Hochschule Hanns Eisler y la Academia Kronberg, y actualmente es ya profesor de la Universidad Mozarteum de Salzburgo. En este ciclo Sào Soulez Larivière es presentado por la Elbphilharmonie de Hamburgo, el Festspielhaus de Baden-Baden, el Müpa de Budapest y el Barbican Centre de Londres.
La obra de encargo de Soulez Larivière fue Cloth, para viola y electrónica (en concreto ocho partes de viola pregrabadas por el propio intérprete que se van entremezclando con la interpretación en directo), de Julia Wolfe (Filadelfia, EEUU, 1958), quien no lo tenía a priori fácil, pues sonó entre la impresionante Sonata para viola sola (1991-94) de György Ligeti y Naturale (1985), para viola, percusión y electrónica de Luciano Berio.
En general el recital ofreció una panoplia de las relaciones de la viola con diversas tradiciones musicales, desde la Armenia de Komitas hasta la Sicilia de Berio, pasando por la Rumanía de Ligeti. Tradiciones que también impregnan la obra de Julia Wolfe, quien parte de los procedimientos codificados por Steve Reich en Violin phase (1967) para -sin renunciar a las polifonías reichianas tan queridas por Ligeti- llegar a un mundo nuevo emparentado tanto con Ligeti como con la composición más actual. En la obra de Wolfe también hay parentescos con las corrientes utópicas americanas, de modo que la obra, además de ser muy empática, no renuncia a la austeridad del pensamiento utópico que está profundamente enclavado en el estoicismo. Así Cloth se convirtió en un perfecto puente entre la introspección de la Sonata de Ligeti y el vitalismo exultante de Naturale de Berio.
Cloth se estructura en tres partes: una primera muy movida y contrapuntística, la segunda con un comienzo suave y relativamente sencillo que se va complicando progresivamente para construir un fascinante 'juego de espejos', y una tercera donde Wolfe parece centrarse en juegos de sonido y afinación. No es una obra sencilla ni para el intérprete que debe mantener una concentración férrea sin perder la musicalidad, ni para el oyente que se enfrenta a una escucha concentrada y 'difícil'.
En las notas al programa del concierto se incluye un pequeño comentario de Wolfe sobre Cloth [Ropa]. Wolfe considera a la viola como una heroína poco valorada a pesar de ser "robusta, fuerte y constante". Y es la viola quien "entrelaza extravagantemente una tela de arpegios, como los hilos que se cruzan en un telar".
Aunque no es a eso a lo que se refiere Wolfe, no pude menos de evocar la exposición que presenta actualmente Mounira Al Sol (Beirut, 1978) en la Fundación Serralves de Porto, donde cuelgan decenas de prendas de ropa con agujeros bordados evocando la dura infancia de Mounira Al Sol, quien durante los bombardeos a menudo agujereaba su ropa para luego, incitada por su madre, "bordar alrededor de esos agujeros transformando esa actividad en un ritual calmante", en una práctica meditativa que le "permitía encontrar breves momentos de paz en medio del caos".
La danza armenia que ofrecieron como bis Soulez Larivière y Sietzen (tocando un simple pandero) fue un buen broche de cierre para un recital que ya había comenzado con Armenia, en concreto con Krunk (1911) de Komitas Vardapet (Kütahya, actual Turquía, 1869; París, 1935) en un arreglo para viola y percusión, una preciosa canción que muchos artistas de origen armenio han interpretado pero no es habitual en el repertorio. Le siguió Havik (1998), para viola y percusión, del también armenio Tigran Mansurian (Beirut, 1939), profesor y luego director del Conservatorio Komitas de Yerevan. Ambas obras -desde lenguajes distintos, lógicamente- comparten la idea del extrañamiento, el exilio, el echar de menos una tierra que ya no existe.
Ya desde estas dos pequeñas piezas iniciales, apenas cinco minutos cada una, se anticipó que este iba a ser un gran concierto. Sào Soulez Larivière tiene un sonido precioso y por supuesto una afinación impecable, pero sobre todo tiene la capacidad de expresión que a veces le falta a otros artistas -en este ciclo se ha visto- igualmente preparados.
La sorpresa fue Sietzen, a quien escuchaba por primera vez y que resultó ser un artista de la categoría de Soulez Larivière. Su participación en Naturale -para viola, percusión y voz grabada- de Berio fue impresionante, por su dominio técnico de los variados recursos y efectos que pide Berio pero sobre todo por su expresividad. No es que desplazara o disminuyera a Soulez Larivière, pero si compitió sanamente con él y entre los dos, más la voz grabada, alcanzaron momentos excepcionales.
Sin embargo, y sin desmerecer el resto del programa, la 'gran obra' del concierto fue la Sonata para viola de Ligeti, donde Soulez Larivière tuvo ocasión de mostrar su categoría musical. La obra incluye desde una preciosa canción rumana en el primer movimiento, donde Soulez Larivière tuvo -entre otras cosas- que imitar con su viola en armónicos el sonido de una flauta tradicional muy aguda y diversos recursos vocales además de microtonos un poco 'espectrales' (impecable afinación); pasando por un 'Loop' (el segundo movimiento) entre lo minimal y lo jazzístico, donde además la viola tiene que tocar sistemáticamente en dobles cuerdas e incluso triples; el endiablado 'Presstisimo con sordina', todo un alarde de técnica; y el precioso 'Lamento', quinto movimiento (aunque el programa tenía una errata y no se indicó el tercer movimiento 'Facsar'), con una melodía que evoca su estudio para piano 'Otoño en Varsovia'. Curiosamente el sexto movimiento y final, la 'Chaconne chromatique', aunque me resultó muy atractiva desde el punto de vista armónico, y concluye bien esta Sonata tan barroca, me resultó menos atractivo, quizá porque hay muchas obras maravillosas a partir del bajo de chacona.
Primer concierto de los cuatro de ECHO Rising Star que se presentaron en menos de 48 horas en la Casa de la Música de Porto. En próximos día iremos comentando los demás.
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