Contra lo que algunos puedan creer, no son mi especialidad las necrológicas ni, mucho menos, es de mi gusto tener que sentarme a escribirlas. Pero, por otra parte, es un modo de rendir un modesto homenaje a alguna figura entrañable que se marcha y que algo nos ha dejado, y, sobre todo, de luchar contra olvidos injustos, apresurados, que en muchos casos sirven para ‘convencer’y convencernos de que, de todos modos, la función sigue y los de ahora son los que importan porque son los que están. Con eso se pierde absolutamente la posibilidad de referencia (aunque haya un sello caro de discos que se llama así), no por el gusto de la ‘comparación’ sino para saber cuándo nos quieren dar gato por liebre o cuándo, en cambio, nos encontramos delante de un auténtico gran intérprete.
No estoy muy seguro, aunque el mundo de los instrumentistas es más…
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