Atronadoras ovaciones al final para lo que debe considerarse una versión deslumbrante de esta obra tremendamente exigente;a la altura de cualquier teatro internacional y bastante por encima de lo que se ve habitualmente en los escenarios madrileños propiamente dedicados a la ópera –esto es tan cierto como irónico.
En el Teatro Real, en su estreno de 'Siberia' de Giordano en versión de concierto, se pudo asistir a una función de verismo en estado puro.La veteranía y la juventud se aunaban de forma natural en el reparto propuesto
De la combinación de mala música y peor literatura, sería raro prodigio que pudiera salir buen teatro musical, y de impedirlo a cualquier precio se encargan una escritura vocal de enorme dificultad, una orquestación de brocha gorda, una técnica compositiva menos que básica y unas ideas musicales que brillan por su ausencia.
Es evidente que Curro Carreres está enamorado de Entre Sevilla y Triana y ha dedicado mucho tiempo y trabajo al rescate de la obra de los archivos de la SGAE.Pero el enamoramiento no es garantía de comprensión del ser amado y el tiempo y el trabajo empleados no garantizan el buen resultado final.
A lo largo de toda la velada Yoncheva exhibió un sobresaliente y meritorio manejo de la dicción, hasta el punto de contagiarse del dialecto andaluz en páginas como las Carceleras de «Las hijas de Zebedeo» de Chapí o el garboso dúo de «El gato montés» de Penella, en el que contó con la participación estelar del tenor Alejandro del Cerro.
La Luisa Fernanda que encargó en su día el coliseo de la calle Jovellanos al exdirector artístico del Palau de les Arts de Valencia, Davide Livermore, es uno más de los absurdos y estrepitosos fracasos que aumentan la nómina de la era Daniel Bianco.
Si a esto se le suma una versión musical tirando a plana, el bostezo está a la vuelta de la esquina y se explica que los fandangos hayan galvanizado al público, bastante numeroso aunque no agotaba las localidades.
No podían la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid bajo la dirección de su titular, Víctor Pablo Pérez, haber hilado más fino para la apertura de su temporada por medio de este muy bien definido y elaborado programa conformado por tres obras patrias que tocaban por primera vez.
La parte visual pese a lo acertado de su dosificación lumínica, lo preciso de su rico vestuario, lo ajustado del recurso videocreativo o el realismo de su escenografía, no dejaba de evidenciar el engaño, es decir, el cartón piedra, constatación que también se apoderaba de la dirección escénica.
Teatro Real.Lucia di Lammermoor (Teatro de San Carlo, Nápoles, 26 de septiembre de 1835), libreto de Salvatore Cammarano y música de G.Donizetti.Escenografía: Charles Edwards.Vestuario: Brigitte Reiffenstuel.