Sin estar ante una obra maestra, ‘L’aio nell’imbarazzo’ es una obra hoy poco frecuentada que merece claramente una reposición más frecuente a condición de encontrar intérpretes adecuados
Alessandro Corbelli resultó el más completo del reparto.Guardo siempre su recuerdo como Malatesta en una versión de hace más de veinte años en el Covent Garden.La voz es más ‘veterana’, como es lógico, pero el estilo y la técnica siguen siendo perfectos, y me tengo que remontar a Giuseppe Taddei para recordar a uno que le haga sombra como Don Pasquale.
La propuesta de Villazón es tan audaz como compleja, y triunfa como una excesiva, pero irresistible, sucesión de gags y trucos escénicos que solo un cantante vuelto 'regisseur' puede evocar como fruto de esas experiencias propias.
Con el pasar del tiempo mi voz y yo nos vamos entendiendo.Como un matrimonio.Con respeto, tolerancia y paciencia.Entiendo qué cosas me cuestan más, qué roles podrían ser los justos y cuáles debo probar o no.
Hay muchos teatros en Europa donde no solo se canta bien sino que da gusto trabajar por el respeto con el cual emprenden su actividad.La ópera de Dresde creo que tiene la mejor acústica europea conjuntamente con la Staatsoper de Viena al cual se le suma la ventaja de poder ofrecer un título distinto todos los días del año.
Cada vez más se observa que varios cantantes parecen no tener idea del repertorio y, peor todavía, de las posibilidades de sus respectivas cuerdas.No sé si los maestros tienen algo que ver, pero encontrarse con un barítono que elige el aria de Fiesco del Simon Boccanegra verdiano bastaría para descalificarlo
Esta es una regie ocurrente y con algunos detalles geniales, por ejemplo, la confusión inicial de los obreros que al final del segundo acto envuelven al protagonista junto al vetusto reloj de pie que la falsa Sofronia ordena sacar de la sala de estar junto a los otros muebles.
La producción es puro teatro, Moshe Leiser y Patrice Caurier encajan perfectamente con Cecilia Bartoli.Isabella encarna en todo momento la mujer independiente y empoderada que reclama el Feminismo, aunque juega sus cartas astutamente, según dictaban las convenciones en el momento del estreno.
Loy colaboró con Antonio Pappano, para presentarnos una Forza de excepcional unidad dramática y musical.Siguiendo una propuesta de sólida tradición en materia teatral, el regisseur mantuvo la mesa del comedor como centro épico de los dos primeros actos y fiel a los cánones del Musiktheater alemán, no dejó un solo compás sin movimiento acorde con la música y el texto.
Las reediciones traen habitualmente buenas oportunidades, en este caso encontrar a un precio más accesible dos producciones que han tenido una acogida excelente en el mundo anglosajón.No en vano, Glyndebourne ha sido uno de los templos de Rossini desde la segunda posguerra mundial, proponiendo producciones históricas, batutas y repartos cuanto menos sólidos y en ocasiones sobresalientes.