El 5 de octubre de 1783 se inauguró el Gran Teatro de San Petersburgo, antecedente del actual Teatro Mariinski.Para celebrar sus 240 años se han organizado diversas celebraciones en los próximos días, incluyendo una gran gala de ópera y ballet que tendrá lugar el mismo 5 de octubre.
Davidsen no sólo emitió cautivantes diminuendos en medio de agudos sólidamente colocados sino que articuló un buen italiano con una sensibilidad contagiosa por el sentido de su fraseo y su consustanciación dramática.
Antonio Pappano triunfó con una antítesis al desastre escénico gracias a una interpretación luminosa por la urgencia de sus tiempos, la diferenciada claridad de matices y un apoyo a las líneas vocales.
Lo escénico no fue en absoluto lo más importante en esta ocasión.La dirección musical de Gergiev fue impresionante: siempre es un director muy controlador, que impone su criterio, para bien y para mal, y en este caso acertó plenamente.
Para la ocasión se había convocado a varios de los mejores cantantes del Mariinski.Empezando por el final, las ocho walkirias fueron un auténtico lujo que muy pocos teatros pueden permitirse.Como las cantantes ya residen en San Petersburgo, es muy fácil convocarlas para uno de estos papeles mínimos, que además se considera un descanso, así que allí estaban Shilova, Krapivina, Yevstafieva y otras cantantes como Solovyova, Matochkina o Kiknadze que he visto en ocasiones anteriores y/o veré en los próximos días.
Gran Teatre del Liceu.Tristan und Isolde (Munich, 10 de junio de 1865, Hoftheater), libreto y música de R.Wagner.Versión de concierto.Intérpretes: Robert Gambill (Tristán), Larisa Gogolevskaya (Isolda), Yulia Matochkina (Brangania), Evgeni Nikitin (Kurwenal), Mikhail Petrenko (Marke), Yuri Alexeyev (Melot), Dmitry Voropaev (pastor/marinero) y Miquel Rosales (El timonel).
Sala de conciertos del Teatro Mariinski.Rusalka, cuento de hadas en tres actos de Antonin Dvorák con libreto de Yaroslav Kvapil (estreno, Teatro Nacional de Praga, 1901).Alexei Maskalin, director escénico.