DVD - Reseñas
Daenerys Targaryen en Corinto
Raúl González Arévalo

Conocido principalmente como maestro de Gaetano Donizetti, el catálogo lírico de Giovanni Simone Mayr va saliendo con cuentagotas a la luz: precisamente hace muy poco comentaba en estas mismas páginas el reciente lanzamiento de I Cherusci (Naxos). Como tantos compositores alemanes que asimilaron las formas de la ópera italiana, desde Händel hasta Mozart siguiendo con Paër, Meyerbeer y tantos otros, la obra de Mayr presenta una mezcla de cantabilità italiana y solidez instrumental germana. De hecho, su tejido orquestal con frecuencia se muestra más original, imaginativo y cuidado que el de su ilustre discípulo, como demuestran las introducciones a cada una de las arias, con motivos que no se repiten posteriormente en la parte vocal.
Medea in Corinto, a partir de la tragedia de Eurípides, ha estado muy presente en la historia de la ópera y es la mejor obra lírica de su autor. Compuesta para un trío mítico de cantantes asociados a Rossini –Isabella Colbran, Andrea Nozzari y Manuel García– en una ciudad a la vanguardia musical europea –Nápoles– y con una de las mejores orquestas del continente, presenta recitativos acompañados, siguiendo los dictámenes franceses que imponía la ocupación napoleónica (se estrenó en 1813, reinando aún el ex general Joaquín Murat).
La obra conoce ya una discografía importante, con protagonistas del calibre de Marisa Galvany (magnífica en Vanguard Classics) y Leyla Gencer (Myto, pasado su mejor momento, pero siempre a sus anchas en la tragedia clásica). Opera Rara la grabó en estudio con un reparto espectacular, con Bruce Ford (Giasone), Raúl Gimenez (Egeo) y Yvonne Kenny (Creusa) insuperables. La elección de la wagneriana Jane Eaglen como protagonista despertaba más de una perplejidad, pues se trataba de una voz ancha, pesada en las agilidades, aunque cumplía con el carácter fuertemente dramático del personaje, en unas cotas que ni la Ermione ni la Armida rossinianas llegaron a exigir a la Colbran.
A pesar de que la carátula de Dynamic luce la etiqueta de World Première on DVD, el mérito lo tenía Arthaus Musik, que grabó en Munich en 2010 la edición crítica de la partitura, la misma empleada en el Festival della Valle d’Itria de Martina Franca en 2015, que sirve de base para la grabación del sello italiano, aunque no hay diferencias apreciables con la edición preparada por Opera Rara. Para la producción muniquesa se recurrió a Ramón Vargas, excelente como Giasone sin ser un verdadero baritenor; al rossiniano Alek Shrader, de canto matizado y físico perfecto; y a una protagonista de currículum tan wagneriano y straussiano como el de la Eaglen, Nadja Michael, más dúctil en la coloratura que la británica, más cómoda en una tesitura anfibia habiendo empezado su carrera como mezzosoprano, con un registro de pecho impresionante y un canto mucho más musical que el de su reciente Lady Macbeth, de modo que ponía de relieve la conexión directa con la Médée de Cherubini, que también había grabado.
Este es el panorama en el que se presenta el DVD de Dynamic. Como en tantos otros títulos, estas reposiciones solo se justifican por la posibilidad de contar con intérpretes capaz de hacer justicia a los protagonistas. Y Davinia Rodríguez lo hace de un modo sobresaliente. De entrada, la soprano canaria tiene una mayor adecuación vocal que Jane Eaglen, que a pesar de resultar más poderosa era menos apropiada por la menor flexibilidad y un acento un tanto bárbaro. Pero también que Nadja Michael, a la que supera en maneras belcantistas, en facilidad y seguridad en el registro agudo, homogeneidad del instrumento y pertinencia en el estilo y el acento italianos. De hecho, vocalmente la Medea de Rodríguez es lo más parecido que hay a la aproximación electrizante de Galvany. El registro medio es sólido, el timbre ligeramente velado, sobre todo en el centro y el grave, lo que rememora ecos callasianos y le permite una muy buena invocación en el segundo acto, con un “Antica notte” de gran efecto dramático, culmen de toda la parte. Sobre el escenario la intérprete está magnética, domina el espacio con autoridad y exhibe una gestualidad medida para transmitir toda la fiereza que va dejando salir. La caracterización, con Daenerys Targaryen como modelo evidente, corona un retrato de gran poderío.
Michael Spyres es el único baritenor que se puede considerar tal activo hoy día. Heredero y sucesor de la estirpe americana que ha resucitado las glorias de Andrea Nozzari –Chris Merritt, Bruce Ford y Gregory Kunde–, el tenor tenía una experiencia preciosa con los papeles que le destinó Rossini –Otello, Roderigo di Dhu, Pirro– de modo que no sorprende el excelente Giasone de Mayr, que trata de tú al antológico de Bruce Ford. Sus intervenciones son momentos álgidos de la grabación, tanto en su cavatina de presentación como, sobre todo, los dúos con Medea y Creusa. Egeo está más desdibujado como personaje, pero tiene importantes demandas igualmente y Enea Scala está perfectamente cómodo y apropiado en la tesitura más aguda. Por su parte, Mihaela Marcu no tiene mucho que hacer como Creusa –el aria y el dúo del segundo acto son lo más relevante– y aunque la intérprete es menos singular, cumple con seguridad y solvencia su cometido.
Fabio Luisi vuelve a mostrar, como en otras ocasiones, su afinidad con el repertorio del primo Ottocento. Más variado que David Parry, el italiano ofrece una dirección más equilibrada que la de Ivor Bolton en Múnich, que subrayaba en exceso los aspectos más oscuros de la partitura, probablemente en consonancia con la protagonista que tenía. Por el contrario, Luisi encuentra el punto intermedio justo entre los momentos íntimos y la tensión dramática narrativa, en la que la ópera levanta definitivamente el vuelo. La Orchestra Internazionale d’Italia, a quien se confían los cometidos de mayor peso del festival, ensalza los detalles de una partitura más rica y compleja de lo habitual para las composiciones de la época, mientras que el coro transilvano presta un apoyo decisivo para el desarrollo musical.
A diferencia de la puesta en escena muniquesa, obra de Hans Neufels, que trasladaba la acción a una dictadura totalitaria con tintes de cómic, en la línea de la regietheater habitual del circuito germánico, la propuesta dirigida por Benedetto Sicca es de vocación tradicional en su jardín floral: no provoca al espectador ni le estimula con la crítica, pero tampoco reinterpreta, de modo que permite seguir sin ningún problema la acción y escenifica adecuadamente los momentos más comprometidos, como la invocación del Hades. La presencia de bailarines en la obertura –una evidente alusión a la historia pasada de Jasón y Medea– y en algunos momentos de la representación introduce un toque de modernidad teatral.
En definitiva, el DVD de Dynamic termina superando al de ArtHaus Musik, mientras que a nivel global se trata probablemente de la ejecución de conjunto de mejor nivel, sin menoscabo de los méritos singulares de intérpretes particulares en las demás grabaciones.
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