Discos
Piazzolla, AstorMonumentales “Variations on Buenos Aires“
Juan Carlos Tellechea
La violinista y violista Isabelle van Keulen acaba de lanzar un espectacular álbum titulado Piazzolla. Variations on Buenos Aires (sello Berlin Classics), con una gran orquesta de 22 instrumentistas, para rendir un precioso homenaje al centenario de Astor Piazzolla.
No cabe la menor duda de que van Keulen debe de haber quedado apasionadamente prendada por la música de desde sus épocas de estudiante en Amsterdam. Este CD, a todas luces una joya, lo ha hecho de corazón.
Astor Piazzolla había tocado en Utrech en 1984 en un legendario, memorable concierto con su Quinteto Tango Nuevo. En 2011 fundaría ella su Isabelle van Keulen Ensemble, junto con el bandoneonista Christian Gerber, el contrabajista Rüdiger Ludwig y la pianista Ulrike Payer, para tocar especialmente la música del renovador del tango argentino. La emprendedora música neerlandesa ya había fundado en 1996 el prestigioso Festival de música de cámara de Delft.
La violinista y violista alterna entre la música de Piazzolla y la música de cámara. Desde 2019 van Keulen es directora artística de la Deutsche Kammerakademie Neuss am Rhein. Para grabar este extraordinario álbum ha unido a los dos conjuntos en un proyecto con la emisora de radio Deutschlandfunk.
La combinación de ambos colectivos musicales es bastante inusual para la música de Piazzolla, quien, contra todas las críticas, vituperios, amenazas y oposiciones de los sectores más tradicionalistas del género, venía trabajando desde la década de 1940 para abrir nuevos caminos, hasta que logró elevar el tango a las más afamadas salas de concierto mundiales. Le costó ciclópeos esfuerzos conseguirlo, damos fe, pero al final pudo vivir al menos el arranque de ese imparable ascenso hasta el final de sus días el 4 de julio de 1992 en Buenos Aires.
El CD incluye nueve maravillosos surcos con temas exquisitamente seleccionados. Abre este sutil recorrido por los estados de ánimo de Piazzolla Tangazo con un precioso solo de contrabajo que surge como de ultratumba, antes de que las cuerdas se le unan misteriosamente. Después de los arpegios del bandoneón y del piano, los violines rascan las cuerdas (imitando el sonido de las chicharras) de forma sorprendente y virtuosa al otro lado del puente y chillan los glissandi. El ritmo y la síncopa dan impulso antes de que la melancolía se imponga bajo la dirección del violín solista y el bandoneón. Por último, todo el conjunto se desmenuza impresionantemente hacia el final...¡qué tangazo maestro!
En el virtuoso Tres minutos con la realidad, que revela ecos de Igor Stravinsky, los cambios rítmicos exigen plena concentración de las cuerdas y de los oyentes. El cuarteto de tango no toca aquí.
En La Camorra (un tributo a la mafia napolitana que explotaba o quizás explota aún burdeles en Buenos Aires, qui lo sá) el bandoneón ejerce su dominio rítmico, muestra su lado beligerante y el tango vibra en las piernas. Sin embargo, luego se entabla un sereno diálogo con el violín antes de que las disonancias rítmicas dirigidas por el piano sean lanzadas a los oídos del escucha.
La instrumentación del conjunto que toca aquí -mucho más grande que la de las orquestas típicas, que tocaban el tango en Argentina y Uruguay desde 1915 (a excepción hecha de la majestuosa orquesta de Marianito Mores en la década de 1950)- ofrece un sonido diferenciado y un temperamento muy vívido.
En la suite Silfo y Ondina (Soledad, Fugata, Tangata), con su melodía inicialmente tranquila, conmovedora, casi silenciosa, y luego con una enérgica fuga, el tango apenas se identifica en su forma de danza, y tiene más el impulso de la música de Johann Sebastian Bach, un compositor muy admirado por Piazzolla desde su más tierna juventud en Nueva York.
Su música tiene muchas de las características típicas del tango, pero no es un tango tradicional: los ritmos del dos por cuatro con el llamativo off-beat, acentos fuera de tiempo, o el inquietante y melancólico timbre del bandoneón en diálogos con las cuerdas permiten al revolucionario compositor jugar irónicamente con la armonía, la dulzura, la reciedumbre, la pasión, el amor, el fuego, la melancolía, la nostalgia, los sentimientos más hondos del alma rioplatense.
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