Alemania
Smile
Juan Carlos Tellechea
Smile, un formidable homenaje a Charles Chaplin, rendido con exuberante imaginación y creatividad por los coreógrafos Ben Van Cauwenbergh y Armen Hakobyan, fue aclamado esta tarde por un público hondamente conmovido ante la entrega y el virtuosismo de la compañía del Aalto Ballett Essen.
Con entradas agotadas desde hace semanas, la nueva obra que lleva por título el tema musical de Tiempos modernos (1936), compuesto por con John Turner, continuará en cartel durante la temporada 2023/2024 a partir del 9 de septiembre próximo.
Valiéndose de las hilarantes y legendarias bufonadas del icónico ''Vagabundo Charlot'', Van , director general (intendente) saliente del , así como , maestro de ballet, coreógrafo adjunto y uno de sus dos sucesores a partir de la temporada 2024/2025, desarrollaron un genial espectáculo con tanta sensibilidad, gracia, ternura y elegancia que el público rió a carcajas y soltó lágrimas de emoción al presenciar las cómicas y emotivas situaciones.
Así, durante dos horas y media, el espectáculo mantiene permanentemente la agilidad, la acción y la tensión, fascinando a las multitudes, como también lo hiciera Chaplin, primero desde la pantalla grande del cine mudo, y más tarde del sonoro.
Una madre belga
Ben Van Cauwenbergh, quien alcanzará a mediados del año próximo la edad límite jubilatoria, será sucedido en el cargo por el actual director general adjunto, Marek Tuma, y por Armen Hakobyan. El proyecto de Smile' comenzó a ser elaborado a comienzos del año pasado, dijeron ambos, Van Cauwenberg y Hakobyan a Mundoclasico.com durante el intervalo de la función.
Sin embargo, el chispazo inicial data de bastante tiempo atrás, cuando la madre del director general del Aalto Ballett, hoy una señora de 94 años de edad residente en Amberes, le obsequió a su hijo para Navidad un paquete con 10 DVDs con los filmes de Chaplin. Ella asistió personalmente al estreno de la obra, como lo ha hecho siempre hasta ahora con cada una de las producciones del consagrado Ben Van Cauwenbergh.
Brotan ideas
Sobre el escenario, un gigantesco busto de Chaplin (escenografía y vestuario Dorin Gal), reclinado sobre su mejilla izquierda, abre como por arte de magia su cráneo para que broten sin fin ideas, historias y personajes ante los deslumbrados ojos de los espectadores. (Wataru Shimizu, quien debuta en el papel), y su imagen llevada al vídeo (Valeria Lampadova), sigue funcionando después de más de un siglo: bombín, bigote pintado, chaleco demasiado pequeño, zapatos grandes y pantalones bombachos: con este ''Vagabundo'' Charles Chaplin creó una de las figuras más memorables de la historia del cine hasta nuestros días.
The Kid
Jackie Coogan, que encarnara a ''El Pibe (El Chico o El Muchacho o El Chicuelo), en 1921, deliciosamente personificado aquí con su gorra y holgados pantalones largos por la niña Maya Palme (del taller experimental de danza del Aalto Musiktheater), acompaña brillantemente a este Chaplin-Charlot durante toda la velada. La pequeña ingresa a la sala lentamente, llevando en sus manos una tableta iluminada, una especie de ceremonia iniciática para despertar el espíritu del genial actor británico.
Desde los altavoces suena la melodía de Smile, una de las composiciones inseparablemente asociadas a Chaplin, quien la escribió sin letra para continuar la tradición del cine mudo, aún cuando el sonoro ya estaba consolidado. Súbitamente Chaplin sube desde el foso de la orquesta, como viniendo de ultratumba, para sentarse ante la mesa de maquillaje, ubicada a la derecha del escenario, y transformarse en el ''Vagabundo Charlot'' de su creación. Lo acompaña el tema principal de John Barry (y José Padilla Sánchez) de la película Chaplin (1992), de Richard .
La música
Ben Van Cauwenbergh y Armen Hakobyan están muy conscientes del importante papel que tuvo para Chaplin la música en sus películas, y en el cine en general. A tal punto, que para concretar esa convicción, en la última etapa de su vida, retirado ya en Suiza, Chaplin se propuso componer la música original que sus antiguos cortometrajes no tenían. Se sentía molesto por los añadidos musicales que usual e indiscriminadamente manos ajenas insertaban en aquellos primeros cortos cómicos suyos.
Único
En la reminiscencia colectiva, artista y figura artística hace tiempo que han quedado fusionados para siempre. Cuando Chaplin interpretó por primera vez el papel del ''Vagabundo'' en 1914, diría más tarde sobre el aspecto de su personaje:
Quería que la ropa fuera un cúmulo de contradicciones (...). Para añadir un toque cómico, llevaba un pequeño bigote que no ocultaba la expresión de mi rostro. (...) La ropa parecía llenarme del espíritu del personaje. Realmente Charlot se convirtió en un hombre con alma, con un punto de vista.
Así lo retratan Van Cauwenbergh y Hakobyan con gran precisión cuando abordan también a la persona y al espíritu de Charlie Chaplin. De hecho, aparte de la inmensa fisicidad de la interpretación y la exactitud aún admirable de la sincronización cómica, es sobre todo el romanticismo anhelante de la obra de Chaplin la que transmiten estos coreógrafos y que sigue inspirando a los espectadores hoy en día.
La florista ciega
Ya sea en La quimera del oro (no incluida aquí), "El Pibe" o en Luces de la ciudad, puede que al principio el espectador se ría del ''Vagabundo Charlot'', pero después termina riendo y sollozando con él. El público se convierte en cómplice de sus bromas y forma parte de su viaje emocional, como en la conmovedora historia de amor con la bella e invidente vendedora de flores (enternecedora Mariya Tyurina).
Virginia Cherrill, entonces una actriz desconocida, interpretaba a la florista de la que se enamora Chaplin, aunque en el plató, la unión no fue tan apasionada. El exigente y minucioso perfeccionista Chaplin llegó a despedirla temporalmente y solo la volvió a contratar para no tener que rodar de nuevo todas las escenas que había filmado con ella.
Amantes
Por supuesto, los amoríos forman parte también de la coreografía. Primeramente suena el entrañable y sensible tema principal de Candilejas (1952), el último filme rodado por Chaplin en los Estados Unidos antes de exiliarse en Suiza. Sobre un collage de la suite El carnaval de los animales, de Camille Saint-Saëns, y Liebestraum, de Franz Liszt, Rosa Pierro evoca magníficamente en uno de los números la imponente figura de Anna Pavlova, en níveo atuendo de Cisne y zapatillas de punta. revive exquisitamente la personificación de la gracia disciplinada de , el movimiento poético, la magia encarnada en el ballet clásico, cuya cualidad era, por encima de todo el poderoso y escurridizo glamur. La relación de Chaplin con Pavlova, allá por 1922, se dice que fue meramente platónica.
Joseph Baker
Después irrumpe el fuego de Josephine Baker (seductora Larissa Machado), en sus mejores años y con su audaz falda corta de banano, rodeada por el brillante espectáculo revisteril de las bailarinas (Ekaterina Mamrenko y Julia Schalitz) del Aalto Ballett, al ritmo de Back O'Town Blues de Louis Armstrong, Bugatti Step de Jaroslav Ježek, y The Golden Nugget, de The Firehouse Charleston Band. ¡El encanto de los dorados años '20! (Que tan dorados tampoco fueron).
El primer acto lo terminan a las bofetadas Wataru Moisés León Noriega, en el papel de un hombre rico, ambos beodos y peleándose por un sobretodo, con la música de West End Blues, de Joseph Nathan ''King'' Oliver y la interpretación de ''Satchmo'' . ¡Impagable! Comedia física en estado puro es esta disputa entre los dos borrachitos, que intentan salir del bar, pero se enredan en un tira y afloja con el mismo abrigo, primero para probárselo y luego para ponérselo al mismo tiempo. ¡De alquilar balcones!
Cine mudo
Además de la banda sonora, el pianista Boris Gurevich toca en vivo durante la velada como en los antiguos cines de la época muda. Instalado en el lado derecho del foso de la orquesta y vestido como Charlot, ameniza así a la platea con románticas y melancólicas melodías.
El primer acto ya preludiaba lo que vendría en el segundo. En medio de una niebla se oye el silbido de un proyectil que cae a toda velocidad desde lo alto al suelo. Pero no, no es un artefacto balístico, sino el mismísimo Chaplin que entró en barrena y se precipita al agua. No pudo haber sobrevivido a esta caída. Suena un fragmento de la Sonata para piano nº 8 (Patética) de Ludwig van Beethoven, y de inmediato los ''Cuatro ángeles de Charlie'' (William Emilio Castro Hechavarría, Igo Cornelis, Davit Jeyranyan y Harry Simmons) acuden a rescatarlo, en una operación llena de humor, mucha comicidad y al ritmo de Don't Worry, Be Happy, de Boby .
El abismo
De pronto se hacen visibles en el horizonte las llamas del infierno. Tras concluir el rescate del cuerpo de Chaplin y ascender al cielo, los cuatro ángeles miran desde el infinito hacia el averno, no sin gran curiosidad y ansias incontenibles de conocer aquello más de cerca (hilaridad del público). De la enorme hoguera emergen ''Devil Boy'' (Moisés León Noriega) y ''Devil Girl'' (Rosa Pierro) con demoníacos trajes rojos para ponerse a bailar al luciferino compás de Way Down in the Hole, de Tom Waits.
El número es seguido por un muy reidero combate de boxeo entre el resucitado Charlot y Devil Boy, que presencian también los ángeles: ''¡Segundos afuera!'' Otra vez Shimizu y León Noriega, frente a frente, muestran su enorme talento para el intercambio humorístico de puñetazos, algunos de los cuales van a parar al rostro del propio árbitro (Dale Rhodes). El juez se esmera inútilmente por mantener un combate limpio entre las maravillosas acrobacias y volteretas de ambos púgiles ejecutadas con una simultaneidad admirable. La variada y acertada música durante la pelea va desde Johann Strauß (de la opereta El barón gitano, y de la Tritsch-Tratsch-Polka), pasando por Jules (Méditation) hasta llegar a René Aubry (Vertige).
The Great Dictator
Como no podía ser de otra manera, al Gran dictador (1940) de Adenoid Hynkler (ese nombre de pila suena ya a paranoide) lo pare ''Devil Boy'', ahora cubierto con una capa negra. Bajo ella ocurre la metamorfosis (oculta para el público) de la que emana Hynkler, en uniforme militar y con el símbolo de su régimen, la doble cruz (parodiando la esvástica nazi). Cuando éste pronuncia sus discursos en un idioma macarrónico, imitando el Alemán, no toda la platea se viene al suelo de risa. Algunos se quedan serios y pensativos, mirando como hipnotizados la imagen de vídeo de Chaplin, su mímica y pantomima, mientras tratan sin éxito de entender algo de su ininteligible verborrea.
El potencial destructivo de esta escena aúna aquí la payasada y la dictadura de un modo asombrosamente grotesco. La forma en que el gran dictador Hynkel (Shimizu) juega con el mundo hasta que su enorme globo estalla tiene una elegancia perversa. La música aquí es de John Williams (The Raiders March/tema de Indiana Jones), Richard Wagner (''Vorspielen'' del 1er acto y del 3er acto de Lohengrin), y por último de Nils Frahm (Toilet Brushes), cuando el elenco representa los efectos de la guerra en deprimentes imágenes de un desgarrador lenguaje visual.
Nefastos especímenes
El elenco de bailarinas y bailarines yace muerto sobre el piso, al tiempo que se ve y se escucha a través del vídeo el encendido discurso pacifista, humanista y antibelicista de Chaplin, en favor de la libertad y la democracia. El mensaje no ha perdido ni un ápice de candente actualidad y fue seguido por la platea del Aalto-Musiktheater en el más absoluto, reflexivo y respetuoso silencio.
Alguna vez Chaplin sopesó la idea de llevar al cine una cruel parodia sobre Napoleón, pero diría a la prensa después de estrenar el Gran dictador, que con Hynkel se había ''quitado de encima a Bonaparte, a Hitler y al loco zar Pablo, todos en uno'', a cuya lista podría hoy agregar perfectamente bien a Vladimir Putin y otros especímenes similares.
Reencuentro y adiós
A continuación los integrantes del conjunto se ponen paulatinamente de pie y cambian de vestuario. También Charlot hace lo propio, pero sin su atuendo de vagabundo. De nuevo ante el espejo de la mesa de maquillaje regresa a la personalidad de Charles Chaplin (con el tema principal de Charlie/John Barry/ Richard Attenborough).
Instantes después se le une la florista, ahora vidente. Tyurina y Shimizu bailan un pas de deux muy sentimental antes de que Jackie Coogan lleve a Chaplin de vuelta a su lugar de origen. Sobre el piso elevado del escenario, Chaplin se sume en un profundo sueño con la música de Smile, esta vez en la versión del pianista Liberace. Ahora sí se puede oír la letra de la canción escrita por Geoffrey Parsons en 1954.
Nostalgias
Las ovaciones y las exclamaciones de aprobación del público, de pie y visiblemente emocionado, se prolongaron por largos y más largos minutos, con varios cierres y aperturas de telón. En estos meses, hay algo así como una explosión nostálgica por el decenio de 1920 en esta parte de Alemania, acicateada por las exposiciones de la Bundeskunsthalle de Bonn (Im Kaleidoskop der Moderne y Josephine Baker), y el nuevo libro Im Taumel der Zwanziger (En el frenesí de los '20), del historiador y musicólogo profesor Dr Tobias Bleek, de la Universidad Folkwwang de las Artes, de Essen.
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