Fundamental para
entender esta compleja y memorable producción es aceptar una propuesta todavía
resistida por muchos tradicionalistas, a saber: un escenario puede no sólo
reproducir un naturalismo de grabado antiguo; también puede ser un espacio
donde nuestros sueños, confusos y arbitrariamente asociados con asfixiantes
interposiciones de tiempo y espacio, son expuestos en busca de sentido. Frente
a este tipo de psicodrama, la escena deja de ser reproducción de instrucciones
históricas para transformarse en un aquí y ahora.
Cuando nos enfrentamos a mitos
teatrales, la ficción desaparece para confrontarnos con la “realidad” de
nuestra psique, que se burla de cualquier racionalización haciendo saltar
nuestra mente de un lado al otro. En el género operístico la confusión
(literalmente, “con fusión”) es mayor que en el teatro hablado por…
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