Alemania
Mejor imposible
J.G. Messerschmidt
La Sinfónica de la Radio de Baviera aúna, sin
ninguna duda, la máxima calidad técnica y artística posible con una fuerte
personalidad propia, lo que la ha librado de sufrir la uniformización que
convierte a tantas orquestas en clones de un anodino modelo musical
“globalizado”.
Cuando este conjunto se encuentra con un
director como Iván
El primer movimiento (Capriccio: Vivacissimo possibile) suena ligero, casi
coreográfico, con pinceladas impresionistas y ecos de Mendelssohn. La lectura
de Iván Fischer no excluye el humor y pone de relieve el colorido de la pieza,
un rasgo que se mantendrá a lo largo de todo el concierto. En el segundo tiempo
(Rapsodia: Andante) sobresalen
por su belleza las partes encomendadas al corno inglés y al clarinete,
interpretadas con incomparable refinamiento. Por momentos se vislumbra un
parentesco con la música de
Una de las mayores y más interesantes virtudes
de la obra es el logro de unidad estilística sin intentar siquiera disimular el
eclecticismo del que parte, algo así como la cuadratura del círculo. La
interpretación de Iván Fischer es al mismo tiempo refinada y enérgica. Lo único
lamentable es que la obra sea tan breve, pues apenas dura un cuarto de hora,
que se hace demasiado corto.
Las Variaciones
sobre una canción infantil son una pieza en la que el sentido del humor y
la ironía están presentes en todo momento, sin que ello les reste seriedad ni
rigor compositivo. También aquí Dohnányi muestra una increíble capacidad para
jugar con el eclecticismo (a veces nos parece oír ecos de compositores tan
dispares como Prokofiev y
La interpretación de la parte solista ofrecida
por Zoltán
También de ensueño pueden ser calificadas las
interpretaciones de la segunda parte del concierto, en primer lugar los dos
movimientos de los que consta Primavera,
de Debussy. En el inicial Très modéré
sobresale el bellísimo fraseo que pone de relieve la calidad melódica de este
movimiento. El marcado impulso rítmico que impone Iván Fischer convierte a esta
música en casi un ballet. En conjunto el maestro húngaro se inclina por una
lectura levemente más romántica que impresionista (la pieza está en el límite).
Especialmente hermoso es el diálogo entre las distintas voces instrumentales.
En el segundo tiempo (Moderé)
resultan especialmente gratos el colorido y la elegante, etérea sensualidad de
esta interpretación, en la que no falta una nota de fresca y pletórica
ingenuidad.
La Gimnopedia n° 1 de
También en la Gnosiana n° 3 el tiempo es muy lento. La lectura que Iván Fischer y
sus músicos hacen de esta obra es realmente fantástica. En sus manos la Gnosiana es una sombría danza oriental
cuyas melodías fluyen como una fina, misteriosa espiral de humo que se elevase
en el vacío: pura exquisitez.
Llegados a este punto, la orquesta y su
director ya han seducido plenamente al oyente y lo han llevado de paseo por
inimaginados territorios sonoros. Y sin embargo, lo mejor aún está por venir.
La interpretación que Iván Fischer y la Sinfónica de la Radio de Baviera hacen
de la segunda suite de Dafnis y Cloe
es suprema. Como sucede siempre que se intenta reseñar una interpretación
genial, las palabras se quedan cortas al intentar describir la música. Desde el
primer compás Iván Fischer logra hacernos sentir en medio de un paisaje mitológico,
lleno de colores y luces. El paisaje de la isla mediterránea surge de la
orquesta en todo su esplendor: aves, mar, olas, cielo, sol, nubes, cañadas,
pinares, flores, insectos, garrigas, brisa, aromas... Todo en incesante
movimiento. La intensa sensualidad, frescura y juventud que transmite esta
interpretación es insuperable.
Inevitablemente uno se pregunta cómo se puede
lograr por medio del sonido un efecto mágico como éste. En primer lugar, Iván
Fischer consigue establecer una transparencia total que permite oír de forma
diáfana todas las voces de la orquesta, captar todas las texturas, todos los
colores armónicos y tímbricos. La configuración de planos sonoros es perfecta.
El segundo gran recurso es una musicalidad y
una continuidad sin concesiones, una congruencia férrea en el despliegue de
todas las melodías contenidas en la partitura, así como una ininterrumpida
atención al carácter siempre cambiante de cada frase, a las ininterrumpidas
metamorfosis que son el hilo conductor de la obra. Y desde luego, un fraseo
inspiradísimo y una dinámica en la que no se descuida ningún detalle, ningún
matiz.
La combinación de todos estos aspectos, tan
difícil, surge con total naturalidad y como si no requiriera el menor esfuerzo.
El resultado es simplemente embriagador. No se puede pedir ni más musicalidad
ni más belleza.
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