Países Bajos

Bruckner 200

Un talento excepcional

Agustín Blanco Bazán
jueves, 9 de mayo de 2024
Mäkelä dirige la Orquesta del Concertgebouw © 2024 by Milagro Elstak Mäkelä dirige la Orquesta del Concertgebouw © 2024 by Milagro Elstak
Ámsterdam, viernes, 3 de mayo de 2024. Concertgebow. Sinfonía nº 5 de Anton Bruckner. Orquesta Real del Concertgebow bajo la dirección de Klaus Mäkelä.
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La relación de la orquesta del Concertgebow con la obra de Anton Bruckner comenzó cuando en 1892 William Kes, primer director titular de la orquesta, dirigió la Tercera Sinfonía. Willem Mengelberg puso el resto en el repertorio de la orquesta, con excepción de la Quinta estrenada en la sala del Concertgebow por Evert Cornelis en noviembre de 1918. La ultima vez que se escuchó allí antes de la aparición de Klaus Mäkelä fue en el 2015 bajo la dirección de Daniel Harding.

 Mäkelä acreditó el talento excepcional que enamoró a primera vista a esta orquesta, de la cual será titular a partir del 2027, con una interpretación excepcional por su énfasis de contraste y vitalidad. Empezando por la tensión insuflada a través de esas famosas pausas o silencios que en Celibidache agobian por su parsimonia y que Mäkelä marca contundentemente, pero sin dejar caer una narrativa musical concatenada con una sólida unidad de desarrollo.

Furtwängler (en las antípodas de Celibidache) se apuraba con esta obra hasta el punto de cortar el hipo para tensar la unidad interpretativa. Mäkelä en cambio sabe tensar sin apurarse… o sin detenerse demasiado. Y con esta orquesta consigue una excepcional riqueza cromática. En el andante, por ejemplo, sobresalió un decantado fraseo de violas que consiguió arrebatarlo todo, algo bien raro con cualquier pasaje de viola en cualquier obra sinfónica.

Y los sforzandi, esos pilares de cualquiera de las tan mentadas “catedrales” sinfónicas brucknerianas, salieron como debían salir: masivos y arrolladores pero sobrios, nunca estereotipados o pretendidamente exuberantes. Decididamente Mäkelä sabe diferenciar Bruckner de su antítesis (¡Mahler!, en mi opinión).

También sabe contrastar y construir sin nunca perder de vista una unidad interpretativa en este caso tensionada ya a partir del inicial pizzicato de chelos y contrabajos y hasta el masivo coral en fortissimo que cierra la obra. Un final que debe guardar relación con la coda del primer movimiento, cuya transición del menor al mayor fue ejecutada con virtuosa espontaneidad. Particularmente notable en esta lectura fue el énfasis preciso pero distendido puesto en los cantabile, casi una invitación a que algún espectador como yo los acompañara a boca cerrada, porque… sí… crease o no, algunos podemos canturrear pasajes del primer movimiento.

En el segundo movimiento (Adagio) el marcado de los pizzicatos, esencial para asegurar el pulso del progreso hasta el final, apoyó el canto de un oboe sensible pero tan económico en expresividad como la maravillosa melodía de cuerdas, en este caso desarrollada bien a lo Bruckner, es decir, con una sensibilidad profunda pero desprovista del menor sentimentalismo.

Casi sin pausa, Mäkelä introdujo un Scherzo donde el tema de Ländler fue progresando en énfasis a través de sus repeticiones. En algún momento pareció transformarse en marcha para después volver a su moderación inicial.

El progreso de este énfasis hacia la coda del último movimiento fue iniciado con urgentes y agitados sforzandi interrumpidos por un clarinete coloridamente paródico. A partir de allí los cantabile parecieron absorber la doble fuga en un torrente musical diversificado a través de los llamados de metales, implacables pero nunca agresivos y meditadas alternativas de contrapuntos entre luces y sombras. El coral de conclusión, a pesar de su asertividad tan similar al celebérrimo Amen de Dresde, acreditó con su pirotecnia de infinitas posibilidades, la reflexión de Furtwängler en el sentido que Anton Bruckner “no trabajaba para el presente; en su arte solo pensaba en la eternidad y creaba para la eternidad.”

Una integral de las sinfonías de Bruckner por la orquesta del Concertgebow publicada recientemente incluye versiones en vivo de Berndt Haitink (Sinfonías nº 1 y 7), Riccardo Chailly (nº 2 y 9), Kurt Sanderling (nº 3), Klaus Tennstedt (nº 4), Eugen Jochum (nº 5), Maris Jansons (nº 6) y Zubin Metha (nº 8).

La orquesta ha incluido un ciclo completo en dos temporadas para conmemorar el bicentenario del nacimiento del compositor. Su Octava sinfonía será dirigida en Ámsterdam por Christian Thielemann el 20 y 21 de junio. 

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