Artes visuales y exposiciones
Marc Chagall, los primeros años
Juan Carlos Tellechea

Vacas verdes, caballos voladores, los horrores
del dictador Iosif Stalin... con la gran exposición titulada Marc Chagall, los
primeros años, la Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen (Colección de Arte de
Renania del Norte-Westfalia) de Düsseldorf rinde homenaje desde el 15 de marzo
al 10 de agosto al magno poeta del modernismo clásico, mostrando 120 pinturas y
obras sobre papel de todos sus períodos creativos.
El arte tan polifacético de
Primeras obras
Lo especial es que nada de ello contrasta entre
sí, todo se funde orgánicamente, se difumina, se desintegra y se recompone.
Marc Chagall intentó captar la vida en su totalidad. Uno de los focos de
atención de esta muestra, que se presentó hasta el pasado 9 de febrero en el
Albertina de Viena, son las primeras obras creadas entre 1910 y 1923.
En ellas se aprecia claramente la influencia de
las vanguardias en la obra de Chagall, así como el lado socialmente crítico y a
veces oscuro de su trabajo. La exposición de la Kunstsammlung de Düsseldorf
ilustra asimismo la evolución del artista y sus motivos hasta la década
de 1980, cuando deleitó a un amplio público con los vibrantes colores de sus
pinturas.
Ocho décadas
El catálogo, Chagall, editado por la directora de la Kunstsammlung, Susanne
Gaensheimer y la conservadora de la exposición Susanne
Meyer-Büser, así como por el entonces director del Albertina, Klaus
Albrecht Schröder, y la comisaria de aquella exhibición Gisela
Kirpicsenko, fue publicado por la editorial Prestel/Penguin/Random House
de Múnich y analiza las ocho décadas de labor del artista, que respondió a los
experimentos de sus contemporáneos con el cubismo, el fauvismo y el
surrealismo, creando su propio lenguaje visual.
En su larga vida Chagall quedó entre todos los estilo estéticos y todas las sillas de la política mundial. En su cuadro El cumpleaños (1923), no incluido en Düsseldorf (aunque su imagen ilustra la cubierta del catálogo de la editorial Prestel), el artista se pinta a sí mismo como admirador de su esposa y musa, Bella Rosenfeld, levitando por la habitación en la contorsión más salvaje para susurrar algo al oído de ella, que cuida el ramo de flores.
Cuando se mira detenidamente esta obra, ya se
sabe por qué le puso ese título. Por aquel entonces Pablo Picasso era ya
famoso, pero Marc Chagall muy popular. No se encontrará el tipo de machismo
misógino del gran cubista en este poeta más sereno.
Kitsch
Por supuesto, también tuvo momentos flojos. Las
obras de los decenios de 1930 y 1940 son demasiado empastadas, recargadas,
cercanas al kitsch, reflejo de la pesadez de la época. Chagall tenía
ligereza antes y solo después de aquel entonces. Cuando aún se pueden ver los
dibujos bajo los delicados colores o cuando se inspira en las vidrieras de las
catedrales con sus profundos tonos azules en su obra tardía. Es como si hubiera
subido al cielo. Chagall murió en 1985 en Saint-Paul-de-Vence, Francia, a la
bíblica edad de 98 años.
No cabe duda de que este pintor, junto con
Pablo
La Rusia de Putin
En su momento tuvo un gran contratiempo, los
préstamos de Rusia que ya se habían concertado se cancelaron debido a la guerra
de agresión rusa en Ucrania. En general, todos los colegas y amigos rusos de
Jasidismo
Rusia y sus convulsiones políticas, devuelve al
espectador al centro de la vida de Chagall. Nacido en 1887 en Vitebsk
(Bielorrusia), creció como judío jasídico. En el shtetl no solo se vio
influido por las tradiciones, la música y las fiestas judías, sino que también
experimentó la hostilidad y los pogromos.
Recibió apoyo mientras estudiaba en San
Petersburgo, y una beca le llevó a París, capital de la vanguardia de la época,
por primera vez en 1911. El color de su cuadro Habitación amarilla (1911)
simboliza la difamación de que fueron siempre objeto los judíos. Obras, como
Sabbat (1910), Soledad (1933, año del ascenso al poder de Adolf Hitler y el
nazismo en Alemania), Rabino (1914-1922), entre otras, forman parte del
simbolismo judío en su creación.
En yiddish
En 1922 Chagall concluía en su Bletlach (Hojas) sobre el arte judío, que había escrito en yiddish ese mismo año para
Shtrom (Corriente), una revista literaria y artística recién fundada en Moscú:
Si no fuera judío (con todo lo que asocio al término), nunca me habría convertido en artista o me habría convertido en alguien totalmente distinto.
El objetivo de esta revista era unir a los
autores modernistas en yiddish de la Rusia posrevolucionaria. El efímero
mensual (publicado entre 1922 y 1924) se esforzaba por afirmar la identidad
judía secular de sus colaboradores bajo una apariencia modernista. La inclusión
de Chagall, que había demostrado ser un artista destacado desde su regreso a
Rusia desde París en vísperas de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) gracias
a su combinación del particularismo judío con la vanguardia universal, estaba
sin duda en consonancia con este objetivo.
Visión judía
El elemento fuertemente autobiográfico de la
obra temprana de Chagall también define su carácter judío. Los orígenes de
Chagall en una familia judía de lo que hoy es Bielorrusia, su papel activo en
la formación de una nueva cultura ruso-judía y su simpatía por el destino de
sus compatriotas judíos durante los tiempos turbulentos que le tocó vivir nos
invitan a contemplar su arte a través de una lente judía.
Uno de los temas centrales que surgieron del
encuentro de Chagall con la tradición y le acompañaron a lo largo de su carrera
artística es la figura del violinista judío. Originalmente, como recordaría más
tarde en sus memorias, se trataba de un retrato de su tío Neuch de la localidad
de Liosno, que trabajaba como tratante de ganado durante la semana y tocaba el
violín los sábados por la noche.
Tocaba un niggun jasídico -la
canción del rabino, que su madre también conocía- para expresar sus
sentimientos religiosos más profundos. Al combinar el trabajo físico con la
espiritualidad experimentada a través de la música, el tío Neuch seguía la
tradición jasídica de Jabad.
El estudiante de arte Chagall reconoció el simbolismo y el primitivismo en esta
imagen, que también influyó en el arte y la literatura rusos del fin del siglo
XIX.
Música
Joel Engel,
un joven judío-ruso graduado en el Conservatorio Imperial de Moscú, ya había
empezado a recopilar e investigar la música folclórica judía en Rusia una
década antes de las investigaciones etnográficas de Shloime Anski. Apoyado por
Vladimir Stasov,
un crítico de arte y música ruso que estaba a favor de las características
nacionales en el arte, Engel viajó a las provincias occidentales de la zona de
asentamiento en el verano de 1897 para documentar in situ las canciones
populares judías.
Otro violinista aparece en el inquietante
cuadro de Chagall titulado La muerte (1908/1909). Agazapado en el tejado,
aparece como un extraterrestre entre el planeta Tierra y el cielo, mientras su
música comenta las desgracias de los mortales vistas desde arriba. Fue la
primera obra enigmática de Chagall, en la que aplicó los conocimientos que
había adquirido en San Petersburgo y cuyo mensaje tenía múltiples capas.
En su autobiografía, la describió como una
representación de un recuerdo de su infancia: un vecino moribundo y su mujer
pidiendo ayuda. Pero aunque Chagall, en contra de lo esperado, representa a un
hombre muerto tendido en la calle en lugar de en su casa, parece que utilizó la
frase yiddish “di tojte gas”, literalmente la calle muerta (es decir,
desierta), de una forma visual humorística.
Sin embargo, el violinista en el tejado, el
cadáver tendido en la calle, un hombre y una mujer con las manos levantadas que
huyen despavoridos del cuadro y las macetas que caen de los alféizares de las
ventanas también fueron interpretados por los contemporáneos del artista como
referencias a un pogromo.
París
Cuando llegó a París, Chagall tenía entonces 23
años, ni un céntimo en el bolsillo como muchos de sus compañeros artistas,
apenas hablaba francés y se sentía abrumado por la modernidad y la energía de
la ciudad. A diferencia de otros países europeos, los judíos fueron reconocidos
como ciudadanos libres en Francia a partir de 1791. Esto atrajo a muchos
artistas judíos a la Ciudad Luz para vivir y trabajar allí y expresarse
libremente a través del arte.
Sin embargo, se enfrentaron a la marginación y
la discriminación en la vida cotidiana. A diferencia de la mayoría de los
inmigrantes, Chagall pronto encontró acceso a los círculos parisinos de la
vanguardia artística y literaria y pasó a formar parte de un grupo muy unido de
amigos que se apoyaban mutuamente. En su núcleo se encontraban los escritores y
críticos de arte Guillaume
Berlín
Herwarth Walden, galerista berlinés y editor de
la revista Der Sturm, también formaba parte de este círculo. Expuso obras del
aún desconocido Chagall en el Primer Salón Alemán de Otoño de 1913 y le ofreció
su primera gran exposición individual en 1914.
¿A qué se debió el temprano éxito de Chagall?
Como muchos artistas jóvenes, experimentó con los estilos de la vanguardia
occidental. Lo que le hace especial es que combina el fauvismo y el cubismo con
motivos judíos y el folclore de Europa del Este. Esto dio lugar a un mundo
surrealista de motivos basados en la experiencia, que hizo a Chagall único en
su época.
Sobrenatural
Personas y animales flotantes, violinistas
sobre tejados, gigantes, criaturas diminutas y criaturas híbridas pueblan sus
composiciones, creadas siempre con colores abrumadores. Es surnaturel (sobrenatural), como se entusiasmó el escritor Guillaume Apollinaire en su
primera visita al estudio de Chagall. En solo cuatro años, Chagall había
desarrollado un estilo inconfundible.
Sin embargo, los extraños mundos que crea
Chagall no son en absoluto meros cuentos de hadas cargados de poesía, sino que
contienen una aguda crítica de las condiciones sociales de su época. El cuadro
Adán y Eva (La Tentación), de 1912, es una muestra de agradecimiento de Chagall
a la ayuda que recibió de Apollinaire en aquellos tiempos iniciales.
Sentimiento
Chagall siguió a su manera la prohibición de
las imágenes que se aplicaba en el jasidismo: En lugar del sentido de la vista,
favorece el sentimiento. Ninguna de sus figuras tiene el color “correcto”, todo
vuela por el aire, se dobla y contorsiona, dice sí a la abstracción, pero no
hasta el punto de ser irreconocible, sigue siendo estricto.
Su estilo, que oscilaba libremente entre el
impresionismo, el expresionismo, el surrealismo y el cubismo, fue muy apreciado
al principio. Las revueltas de Lenin
dieron más libertad a los judíos, Chagall se convirtió en profesor de arte,
pero sus alumnos pronto se pasaron a los abstraccionistas más radicales, en
torno a Kazimir .
Constructivismo
Su rigor y dureza constructivistas atraían más
a quienes veían al “Hombre nuevo” socialista como un superhéroe creado en el
tablero de dibujo que al soñador Chagall, que pintaba amantes y animales,
además con colores extraños.
Marc Chagall reflexionó sobre sus orígenes a lo
largo de toda su vida. En sus primeras obras, en particular, tematizó su
infancia y juventud en los confines del barrio judío de Vitebsk. La pequeña
ciudad, con sus casas estrechamente apiñadas y la llamativa torre de la
iglesia, es un motivo utilizado con frecuencia. Cuadros como Sábado (1911), La
habitación amarilla (1911), Rusia, los burros y los otros (1911), y Gólgota (La
crucifixión) de 1912, narran historias de la vida cotidiana judía, fiestas y
costumbres, de amor y lujuria, pero también de acusaciones de asesinatos
rituales y pogromos, que Chagall tuvo que vivir en Vitebsk en 1905.
Vuelta a Vitebsk
Tras la exposición en la Sturm-Galerie de
Berlín, Chagall viajó a Vitebsk en el verano de 1914. Había planeado una
estancia corta, pero el estallido de la Primera Guerra Mundial le impidió
regresar a París.
Permaneció en Rusia durante ocho años, viviendo
alternativamente en San Petersburgo, Vitebsk y Moscú. Su matrimonio con Bella
Rosenfeld dio un nuevo impulso al arte de Chagall: la felicidad de la unión se
convirtió en un motivo central. Al mismo tiempo, volvió a temas familiares:
pintó a sus padres y hermanos; en varios autorretratos escudriñó su situación.
Experimentación
Solo se atrevió a experimentar pintando
paisajes y amantes. Las promesas de la Revolución de Octubre de 1917
despertaron inicialmente el entusiasmo de Chagall. En 1918 es nombrado
Comisario de Bellas Artes de la región de Vitebsk, funda una academia de arte y
se convierte en su director. Invita como profesores a artistas de renombre como
El
Especialmente con Malevich, que defendía el
suprematismo -es decir, la “pintura abstracta y pura”-, se produjeron
discusiones sobre la forma de entender el arte revolucionario. Cuando los
alumnos de Chagall se pasaron a Malevich, Chagall abandonó la academia y se
trasladó a Moscú. La exposición en la Kunstsammlung de Renania del Norte
Westfalia presenta una serie de extraordinarias obras sobre papel que muestran
cómo Chagall experimentó a pesar de todo con composiciones abstractas a lo
largo de los años.
Nuevo comienzo
Chagall regresó a Berlín en 1922 y a París en
1923. Se dio cuenta de que las obras que había dejado atrás habían sido
vendidas o destruidas. Empezó a pintar nuevas versiones, haciendo las delicias
de coleccionistas y galeristas. Por primera vez pudo llevar una vida
despreocupada en los años veinte y treinta.
Una nueva ligereza y una aplicación
transparente del color se abren paso en sus cuadros. Motivos de Vitebsk se
yuxtaponen a nuevas impresiones adquiridas en Francia. Rechaza una invitación
de los surrealistas para unirse a su grupo. A partir de entonces, la evolución
estilística de Chagall apenas puede trazarse cronológicamente. Repite motivos y
temas pictóricos, crea nuevos contextos para ellos y también recurre a etapas
estilísticas anteriores haciendo referencia a un tema.
Nazismo
¿Por qué la vaca es verde, por qué el caballo
vuela hacia el cielo? ¿Qué tiene que ver con Lenin y Marx?, se rumoreaba
entonces bajo Stalin. Al mismo tiempo, los nazis quemaban sus cuadros, los
exhibían como “degenerados” con fines propagandísticos o los subastaban para
sacar provecho (obteniendo divisas fuertes) de la persecución.
El artista huyó inicialmente al régimen de Vichy, en el sur de
Francia, pero cuando la presión del genocida Adolf Hitler se hizo
demasiado fuerte también allí, escapó a Nueva York en 1941. Sin embargo,
Chagall nunca se sintió a gusto en esa gran ciudad, se negó a aprender inglés y
regresó al sur de Francia en 1948, donde, junto con Picasso y Matisse, formó el
círculo de artistas más comercializado de la posguerra.
Consolidado
Hacía tiempo que había manifestado
internacionalmente su destacada condición de artista, a través de numerosas
exposiciones e importantes encargos de vidrieras y obras decorativas en teatros
y óperas. En sus últimas obras, de los años sesenta a los ochenta, también
reaccionó con sensibilidad ante la evolución social y los acontecimientos
mundiales en su conjunto.
La Colección de Arte de Düsseldorf expone obras
de todas las etapas de su vida, costosos préstamos de Estados Unidos, Francia,
Japón, Alemania y Suiza, con breves documentales en vídeo que proporcionan el
contexto histórico. Queda claro lo asombrosamente religiosa que es la obra de
Chagall: pinta repetidamente crucifixiones, rabinos y la vida judía, escenas
bíblicas.
Su musa
Sin embargo, nada de esto parece conservador,
sino más bien liberal. Y cuando el chico guapo de cabello rizado se retrató a
sí mismo en 1914, lo hizo como un travesti andrógino. En 1915, Chagall se casó
con su novia de la infancia, Bella Rosenfeld; su eterna musa murió
prematuramente en 1944, lo que le costó mucho superar.
Vitebsk y París se convirtieron cada vez más en
lugares de añoranza y Jesús (Cristo, el ungido), el judío crucificado, en
símbolo del sufrimiento. El punto de partida y la ocasión de la exposición son
tres cuadros de Marc Chagall, realizados en París antes de la Primera Guerra
Mundial y que están en posesión de la Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen.
Las obras en cuestión son Autorretrato (1909),
El violinista (1911-1914), y Rabino con limón (Día de fiesta), de 1914; los
tres cuadros pueden contarse entre las primeras obras importantes del artista.
El poder del simbolismo
Impregnada de tradición, pero de imaginación
viva, la enorme obra de Chagall refleja una profunda conexión con las raíces
culturales y con las ilimitadas posibilidades de la expresión creativa. La
exhibición y su catálogo aportan una nueva mirada a los aspectos más relevantes
de su obra y la forma en que se refleja a través de la repetición y la
variación a lo largo de los años.
Revelan además cómo el flexible uso que hace
Chagall de los símbolos contribuye a construir un cosmos fantástico basado en
la “lógica de lo ilógico”. Los visitantes de la muestra y los lectores de los
ensayos publicados en dicho volumen llegarán a comprender cómo Chagal era
esencialmente un narrador de historias con un enorme don para el color y la
línea, así como un artista narrativo que comprendió el poder del simbolismo en
sus propios términos.
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